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Día 8 de la Novena de Navidad 2024: oraciones, gozos y reflexión
El día 8 de la novena de Navidad 2024 nos invita a fortalecer nuestra fe con oraciones, gozos y reflexiones dedicadas al Niño Jesús. Encuentra aquí las plegarias completas a la Virgen María, San José y al Divino Niño.
Por: Redacción Cambio
La Novena de Navidad es una tradición profundamente arraigada en los corazones de millones de personas, un viaje espiritual que nos acerca al nacimiento de Jesús. Llegar al octavo día es un recordatorio de que estamos a las puertas del gran acontecimiento: el nacimiento del salvador. Este día, dedicado a la fe, nos invita a reflexionar sobre nuestras creencias y fortalecer nuestra relación con Dios.
Oración para todos los días
Iniciar el octavo día con una oración especial nos permite abrir nuestros corazones y prepararnos para recibir a Jesús en nuestras vidas. A continuación, la oración que marca el inicio de este día:
“Bondadoso Dios de infinita caridad, que tanto amaste a los hombres, que les diste en tu Hijo la mejor prenda de tu amor, para que hecho hombre en las entrañas de una virgen, naciera en un pesebre para nuestra salud y remedio. Nosotros, en nombre de todos los mortales, te damos infinitas gracias por tan soberano beneficio. En retorno de él te ofrecemos la pobreza, humildad y demás virtudes de tu Hijo humanado, suplicándote por sus divinos méritos, por las incomodidades con que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con total desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén”.
(Se reza tres veces el Gloria al Padre).
Consideración del día 8
“Llegan a Belén José y María, buscando hospedaje en los mesones; pero no lo encuentran ya por hallarse todo ocupado, ya porque se le desechase a causa de su pobreza. Empero, puede turbar la paz interior de los que están fijos en Dios.
Si José experimentaba sorpresa cuando era rechazado de casa en casa, porque pensaba en María y en el Niño, sonreíase también con tanta tranquilidad cuando fijaba sus miradas en su casta esposa. El niño aún no nacido regocijábase de aquellas negativas que eran el preludio de sus humillaciones venideras.
Cada voz áspera, el nido de cada puerta que se cerraba ante ellos, era lo que había venido a buscar. El deseo de esas humillaciones era lo que había contribuido a hacerle tomar la forma humana.
¡Oh divino niño de Belén! Estos días que tantos han pasado en fiestas y diversiones o descansando muellemente en cómodas y ricas mansiones, han sido para vuestros padres un día de fatiga y vejaciones de toda clase.
¡Ay! El espíritu de Belén es el de un mundo que ha olvidado a Dios. ¡Cuántas veces no ha sido también el nuestro! ¿No cerramos continuamente con ruda ignorancia la puerta a los llamamientos de Dios, que nos solicita convertirnos, o santificarnos o conformarnos con su voluntad?
¿No hacemos mal uso de nuestras penas, desconociendo su carácter celestial con que cada uno a su modo lo lleva grabado en sí? Dios viene a nosotros muchas veces en la vida, pero no conocemos su faz, o le reconocemos hasta que nos vuelve la espalda y se aleja después de nuestra negativa.
Se pone el sol de 24 de diciembre detrás de los tejados de Belén y sus últimos rayos doran las cimas de las rocas escarpadas que lo rodean. Hombres groseros codean rudamente al Señor en las calles de aquella aldea oriental, y cierran sus puertas al ver a su madre.
La bóveda de los cielos aparece purpurina por encima de aquellas colinas frecuentadas por los pastores. Las estrellas van apareciendo una tras otra. Algunas horas más y aparecerá el Verbo eterno”.
Oración para la Familia en el Octavo Día de la Novena
En el octavo día, es importante elevar nuestras plegarias por la unidad familiar, que es el núcleo donde nace y crece el amor. Esta oración es una súplica para que el hogar esté lleno de bendiciones:
Señor haz de nuestro hogar un sitio de tu amor.
Que no haya injuria porque tú nos das comprensión.
Que no haya amargura porque tú nos bendices.
Que no haya egoísmo porque tú nos alientas.
Que no haya rencor porque tú nos das el perdón.
Que no haya abandono porque tú estás con nosotros.
Que sepamos marchar hacia ti en tu diario vivir.
Que cada mañana amanezca un día más de entrega y sacrificio.
Que cada noche nos encuentre con más amor.
Haz Señor con nuestras vidas, que quisiste unir, una página llena de ti. Haz Señor de nuestros hijos lo que anhelas, ayúdanos a educarlos, orientarlos por tu camino. Que nos esforcemos en el apoyo mutuo.
Que hagamos del amor un motivo para amarte más. Que cuando amanezca el gran día de ir a tu encuentro, nos conceda el hallarnos unidos para siempre en ti. Amén.
Oración a la Virgen María en el Octavo Día
La Virgen María es modelo de fe y entrega. Durante este octavo día, elevamos una oración especial pidiendo su intercesión:
“Soberana María, que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te escogiera por madre suya, te suplicamos que tú misma prepares y dispongas mi alma y la de todos los que en este tiempo hicieran esta novena, para el nacimiento espiritual de tu adorado Hijo. ¡Oh dulcísima Madre! Comunícanos algo del profundo recogimiento y divina ternura con que le aguardaste, para que nos hagas menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén”.
(Se reza tres veces el Avemaría).
Oración a San José en el Octavo Día de la Novena
San José, el protector de la Sagrada Familia, es un modelo de humildad y servicio. Este día, dedicamos una oración a su figura:
“¡Oh santísimo José, esposo de María y padre adoptivo de Jesús! Infinitas gracias damos a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Te rogamos, por el amor que tuviste al Divino Niño, nos abrases en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina Esencia le veamos y le gocemos en el cielo. Amén”.
Gozos del octavo día: alabanzas al Niño Jesús
Los gozos son el corazón de la Novena, expresando el fervor y alegría con villancicos que llenan los hogares:
“Dulce Jesús mío, mi Niño adorado, ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven, no tardes tanto!
(1) ¡Oh Sapiencia suma del Dios soberano, que a infantil alcance te rebajas sacro! ¡Oh Divino Niño, ven para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios!
(2) ¡Oh Adonaí potente que a Moisés hablando, de Israel al pueblo diste los mandatos! ¡Ah! ven prontamente para rescatarnos, y que un Niño débil muestre fuerte brazo!
(3) ¡Oh raíz sagrada de Jesé, que en lo alto presentas al orbe tu fragante nardo! ¡Dulcísimo Niño que has sido llamado lirio de los valles, bella flor del campo!
(4) ¡Llave de David que abre al desterrado las cerradas puertas de regio palacio! ¡Sácanos, Oh Niño, con tu blanca mano, de la cárcel triste que labró el pecado!
(5) ¡Oh lumbre de Oriente, sol de eternos rayos, que entre las tinieblas tu esplendor veamos! ¡Niño tan precioso, dicha del cristiano, luzca la sonrisa de tus dulces labios!
(6) ¡Espejo sin mancha, Santo de los santos, sin igual imagen del Dios Soberano! ¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado y, en forma de Niño, da al mísero amparo!
(7) ¡Rey de las naciones, Emmanuel preclaro, de Israel anhelo, Pastor del rebaño! ¡Niño que apacientas con suave cayado ya la oveja arisca, ya el cordero manso!
(8) ¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto bienhechor rocío, como riego santo! ¡Ven hermoso Niño, ven Dios humanado! ¡Luce hermosa estrella, brota, flor del campo!
(9) ¡Ven, que ya María previene sus brazos, do su Niño vean, en tiempo cercano! ¡Ven, que ya José, con anhelo sacro, se dispone a hacerse de tu amor sagrario!
(10) ¡Del débil auxilio, del doliente amparo, consuelo del triste, luz del desterrado! ¡Vida de mi vida, mi Dueño adorado, mi constante amigo, mi divino hermano!
(11) ¡Véante mis ojos de Ti enamorados! ¡Bese ya tus plantas! ¡Bese ya tus manos! ¡Prosternado en tierra, te tiendo los brazos, y aún más que mis frases te dice mi llanto!
¡Ven, Salvador nuestro, por quien suspiramos, ven a nuestras almas, ven no tardes tanto!”
Oración al Niño Jesus
Esta oración nos conecta directamente con el Niño Jesús y su mensaje de amor y humildad:
“Acuérdate, ¡oh dulcísimo Niño Jesús!, que dijiste a la venerable Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos tus devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”. Llenos de confianza en Tí, oh Jesús, que eres la misma verdad, venimos a presentarte toda nuestra miseria. Ayúdanos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada. Concédenos por los méritos de tu encarnación y de tu infancia, la gracia de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a Ti, ¡oh Niño omnipotente!, seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza y de que en virtud de tu divina promesa, acogerás y responderás favorablemente nuestra súplica. Amén”.
El octavo día de la Novena es una oportunidad para reflexionar, fortalecer la fe y preparar nuestros corazones para recibir a Jesús. En familia o en comunidad, este momento nos une en oración y nos recuerda que la Navidad es, sobre todo, una celebración de amor, perdón y esperanza.
¡Que el Niño Dios colme de bendiciones a cada hogar y que el mensaje de paz y alegría ilumine nuestros corazones en esta Navidad!