El mochuelo de los Montes de María migró a Bogotá
2 Julio 2023 03:07 am

El mochuelo de los Montes de María migró a Bogotá

Crédito: Cortesía: Museo Nacional

El Museo Itinerante de los Montes de María -El Mochuelo- es un proyecto comunitario que reúne las imágenes y voces de las comunidades de 15 municipios de Bolívar y Sucre que durante más de dos décadas vivieron los horrores de la guerra. Ahora, gracias a la cultura y la memoria han recuperado sus espacios.

Por: Eduardo Arias

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Como parte de la celebración de sus 200 años de existencia, el Museo Nacional de Colombia le abrió sus puertas al Museo Itinerante de los Monte de María –El Mochuelo- un proyecto que es el resultado de un trabajo de varios años para recuperar la memoria de una región avasallada durante mucho tiempo por la guerra y la violencia, y que a través de la memoria permita el reencuentro y superar el miedo, el silencio y el dolor.

El pabellón móvil de El Mochuelo se inauguró el 15 de marzo de 2019 en la plaza pública de El Carmen de Bolívar. La Corporación Colectiva de Comunicaciones Montes de María Línea 21 lo codiseñó y lo anima permanentemente, con la participación de diversas organizaciones comunitarias, de víctimas, culturales, de jóvenes, campesinas, de mujeres, de memorias y de comunicaciones de los 15 municipios que conforman esta región de los departamentos de Bolívar y Sucre.

Los antecedentes del museo se remontan a finales del siglo pasado. Como señala Soraya Bayuelo, directora, ellos soñaron el proyecto desde la necesidad de narrarse a sí mismos. Veían que los titulares de los medios siempre se centraban en la guerra, en los muertos, en las cifras escuetas y la visión de quienes empuñaban las armas y ejercían el poder. Entonces los habitantes de los Montes de María, a través de sus diferentes organizaciones y canales de comunicación comunitarios, se dijeron que no podían ignorar lo que estaba pasando. Debían hablar de las desapariciones, de las amenazas, de cómo la vida cotidiana de las comunidades estaba cada vez más cercana a la guerra. “Pensamos también que si algún día llegara a existir en Colombia una Comisión de la Verdad podríamos tener todos esos relatos de primera mano, narrados en la primera persona del plural", señala Soraya Bayuelo.

El museo es una casa estilo Caribe de 18 metros de largo, 12 de ancho y seis de alto que pesa 35 toneladas. Se arma y se desarma en la plaza pública.

No se trataba de narrar hechos escuetos sino de mostrar qué piensa la gente de esos hechos, qué hay detrás de una persona que muere. ¿Quién queda? Los huérfanos, la viuda, de pronto una organización social o tal vez un movimiento campesino, pero también queda un proyecto de vida truncado para siempre. “Nos empezamos a preguntar qué podríamos empezar a narrar. Por razones de autocuidado y protección no podíamos hacer informativos en caliente y por esa razón empezamos a explorar otros formatos del periodismo como la crónica, el reportaje, la entrevista a profundidad y los grupos focales”.

En El Carmen de Bolívar desarrollaron una estrategia para sacar la gente a la calle para que narrara sus historias y sus recuerdos a través del arte, la cultura, y los ponían frente a una cámara de televisión. En 2000 organizaron un cine club que rodó por todos los municipios donde ocurrían hechos violentos. “Nosotros plantamos la bandera del cine para que la gente saliera a la calle a recuperar el espacio público, para decirles en silencio a los violentos que no nos iban a mandar a la casa, que no nos iban a meter de nuevo en la noche”.

No se trataba de narrar hechos escuetos sino de mostrar qué piensa la gente de esos hechos, qué hay detrás de una persona que muere. ¿Quién queda? Los huérfanos, la viuda, de pronto una organización social o tal vez un movimiento campesino, pero también queda un proyecto de vida truncado para siempre.


De ese proceso salieron una gran cantidad historias de vida que fueron recopilando. También elaboraron una metodología que difunden en la región llamada Un viaje por la memoria, relato y memorias con sentido, que es el paso a paso de toda la investigación y la acción participativa. Fueron desde el primer taller, que se llama Memoria de Papel, hasta la consolidación de todo un proceso de compilación, archivo y documentación de los casos.

“Pensábamos nosotros que todos esos muertos que cayeron fueron más de 3.800 personas muertas y desaparecidas. En el museo llevamos casi 800 hojitas donde está cada nombre de cada persona, dónde murió, en fecha y cuántos años tenía porque son proyectos de vida que se truncaron”: Soraya Bayuelo.


Cuando vieron que habían recopilado un muy buen material pensaron en la manera de compartirlo. “No queríamos hacer 15 galerías en cada uno de los municipios de los Montes de María, entonces pensamos que todo ese material podía estar proyectándose en un festival de cine, pero se quedaba corto”. Entonces se plantearon la posibilidad de hacer un museo. “Pero un museo que fuera un lugar o un espacio que pudiera narrar esa memoria. No sólo las memorias del conflicto, sino también de la resistencia, de la resiliencia, decirle al mundo que nosotros éramos más que ese titular de sangre”. Comenzaron una campaña para decir que los Montes de María son más que esa mancha roja. “Que tenemos vida, una tierra donde todavía hay gente chévere que todavía canta, que tiene esperanza, que tiene proyectos de vida para seguir adelante a partir de la asociatividad”. De acuerdo con Soraya Bayuelo, en los Montes de María funcionan más de 15 plataformas organizativas y más de 300 organizaciones sociales de todo tipo. De mujeres, de hombres, de campesinos. Esta mecánica organizacional, dice, les ha permitido seguir adelante a pesar de todos los vejámenes de la guerra, de todas las injusticias y del abandono del Estado.

Montes

A partir de allí surgió la idea de construir un museo itinerante que fuera fácil de armar y desarmar. Algo liviano, que pudiera viajar de un pueblo a otro. Y en ese momento relacionaron la itinerancia del proyecto con el mochuelo, un pájaro emblemático de los Montes de María, al que el maestro Adolfo Pacheco le dedicó una canción con ese nombre que en su última estrofa dice: “Esclavo negro canta/ entona tu melodía/ canta con seguridad/ como anteriormente hacías/ cuando tenías libertad/ en los Montes de María”.

El museo es una casa estilo Caribe de 18 metros de largo, 12 de ancho y seis de alto que pesa 35 toneladas. Se arma y se desarma en la plaza pública. En 2007 se concretó la idea del museo itinerante. “Fueron 11 años de investigación y acción participativa, yendo de pueblo en pueblo, a las veredas y los corregimientos”. Realizaban pequeños grupos de colectivos, entrevistaban mujeres, jóvenes, campesinos y víctimas sobrevivientes, para también rendirles homenaje a los ausentes. “Pensábamos nosotros que todos esos muertos que cayeron fueron más de 3.800 personas muertas y desaparecidas. En el museo llevamos casi 800 hojitas donde está cada nombre de cada persona, dónde murió, en fecha y cuántos años tenía porque son proyectos de vida que se truncaron”.

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En los Montes de María aún persisten algunos violentos que amenazan, extorsionando y le respiran en la nuca a las comunidades. No de la manera y la intensidad como sucedía en 2000, con hechos de sangre tan violentos que llamaban la atención de todo el mundo. Pero sí se cometen asesinatos muy frecuentemente, ante todo a causa del microtráfico de drogas.
El mochuelo viajó hasta la capital del país para estar presente en el museo más importante de la nación. Toda la narración de El Mochuelo está presente en la Sala de Exposiciones Temporales. Sólo hace falta el techo de la casa Caribe  porque la altura de la sala no permitió instalarlo.

La exposición se divide en varias pequeñas salas o estaciones. Territorios y Memorias ofrece el contexto histórico y geográfico de los Montes de María. Habla de su transformación provocada por la violencia y desde la voz de los sobrevivientes se registran algunas masacres, como la de Las Brisas, El Salado y Los Guáimaros.

En la sección La Identidad cultural se destaca la potencia del patrimonio cultural tanto intangible como material a través de las narraciones del territorio que la guerra no pudo callar y que encarnan grandes músicos montemarianos como Lucho Bermúdez, Andrés Landero, Petrona Martínez, Los Gaiteros de San Jacinto y Adolfo Pacheco Anillo.

La sección Memoria del conflicto presenta un contrapunteo entre los hechos violentos ocurridos en el territorio de los Montes de María y las memorias de las comunidades de un territorio que a partir de la solidaridad y la organización intentan reconstruir sus vidas.

En Memorias del corazón se destacan el legado de hombres y mujeres que han recuperado su voz política en los Montes de María a pesar del silencio que intentan imponerles a través de violencia. En su centro El Árbol de la Memoria, cuyas hojas son 800 papelitos con el nombre de quienes ya no están) honra a quienes ya no están en el territorio y alienta su memoria como semilla de vida, paz y esperanza.

Holas árbol
Una de las 800 hojas del Árbol de la Memoria.


La sala Más allá del dolor recorre los retratos de la memoria y las historias de vida de jóvenes y mujeres que sostienen la palabra y la vida como acción transformadora desde sus organizaciones a través del diálogo de saberes y la trasmisión del conocimiento a las nuevas generaciones.

Patio de juegos es una alegoría a los ranchos de palma que propician el encuentro, la celebración y la conversación en un ambiente relajado. En esta sección también se muestran juegos tradicionales la bolita ’e uñita (canicas), la peregrina (golosa o avión), el trompo, arranca yuca y la marisola.

El vuelo de El Mochuelo de los Montes de María a Bogotá

Museo Itinerante de la Memoria y la Identidad de los Montes de María -El Mochuelo-.

Museo Nacional Carrera 7 No. 28-66, Bogotá.

Exposición abierta Hasta el 17 de septiembre de 2023

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