“Entre los propios periodistas se ha roto la barrera entre periodismo y activismo, periodismo y política”: Abraham Jiménez Enoa
Abraham Jiménez Enoa.
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Uno de los participantes en el Festival Gabo que se lleva a cabo en Bogotá del 5 al 7 de julio es el escritor y periodista cubano Abraham Jiménez Enoa, quien está radicado en España.
Por Massimo di Ricco (*)
Especial para CAMBIO
Abraham Jiménez Enoa, periodista y escritor cubano residente actualmente en Barcelona, ganador de la beca Michael Jacobs, acaba de publicar su segundo libro Aterrizar en el mundo (Libros del K.O.), un relato de los pasos que lo llevaron a su forzosa salida de Cuba como consecuencia de su actividad periodística, y su aterrizaje en un nuevo mundo, en Europa, con los consecuentes problemas de integración, el racismo de las sociedades europeas y el trauma de enfrentarse a las facetas más duras del capitalismo salvaje.
Ha sido invitado a Colombia al Festival Gabo, donde impartirá un taller y presentará su último libro. Unas horas antes de salir hacia Bogotá, hacemos esta entrevista en Barcelona, una ciudad que en los últimos años ha sido arrasada por su éxito mundial y por todos los problemas que conlleva el turismo de masa. Nos sentamos en un sitio de brunch, uno de los negocios más de moda en la ciudad y que en los últimos años han ido surgiendo vertiginosamente en casa esquina. Toda la comida es altamente instagrammable, pero igual nos conformamos con dos espressos, nada más. La sensación es que mejor nos apuremos con la entrevista, que estamos consumiendo muy poco por el tiempo que estamos gastando en el lugar.
CAMBIO: Estamos en el centro de Barcelona, que ya se ha vuelto en los últimos años otra meca más en el mapa del capitalismo global, ¿Ya te sientes parte de este mundo o sigues en el limbo después de dos años y medio de haber salido por primera vez de Cuba?
Abraham Jiménez Enoa: Yo creo que eso va a permanecer durante un tiempo, no sabría decir cuánto, pero ya no me perturban tanto las cosas materiales. Ahora me siento super familiar en este lugar y si hubiera llegado aquí hace dos años me hubiera vuelto loco, por el ambiente, por la gente, por cómo funciona, porqué de pronto ahora normalizo que alguien pueda pagar con el teléfono mientras en aquel momento me parecía una cosa descabellada. Creo que a nivel más material ya no me siento tan extraterrestre, pero a nivel sensorial sí, todavía no entiendo el capitalismo. El consumo me sigue pareciendo una cosa totalmente desequilibrada, como el capitalismo genera mucho individualismo, como aliena las personas. Cosas muy mundanas que a la gente le puede parecer normal pero para mi eran bastante familiar como preguntar en la calle la dirección, la hora, azúcar, esa perdida de la solidaridad, del interés por el otro, de ir en un bus o en metro y cada uno está con sus cascos o en su teléfono. Esto me sigue pareciendo lejano, pero ya es familiar.
CAMBIO:¿Era este el imaginario de Europa que tenias antes de salir de Cuba?
A. J. E: Yo tenía una concepción general de lo que iba a encontrar, por lecturas, por amigos, la televisión, las películas. No de Europa en particular, sino de Occidente. Pero, claro, por cuanto me lo imaginaba. Vivirlo ha sido diferente.
CAMBIO: ¿Te imaginaba el capitalismo salvaje, el racismo, la discriminación, la xenofobia que describes en tu libro?
A. J. E: He llegado a una especie de conclusión de que el capitalismo puede ser más crudo o no en algunas realidades respecto a otras. Porque el capitalismo tiene una lógica que lo hace ser muy agresivo, pero no pensaba realmente que esto ocurría en Europa, pensaba que de una forma tan agresiva únicamente se daba en pocos lugares como en Estados Unidos. Y por el tema del racismo tampoco estaba preparado: sabía que existía, pero no que iba a marcar mi día a día, que iba a ser el eje de mi vida. Esto hoy en día está a la par del capitalismo. Mi color de piel, de donde vengo. Yo me he redescubierto negro aquí en Europa. Claramente yo sabía que era negro, hay mucho racismo en Cuba, pero de otra manera y no es tan explicito y agresivo como aquí, donde pueden llegar a agredirte verbalmente en la calle. En Cuba claramente yo era un privilegiado porque tenía un estatus, vivía en cierto barrios y mi experiencia no es la misma de negros que viven en barrios marginales. Pero no obstante, en la calle los policías solo detienen y piden identificación a los negros, en el gobierno no hay negros, menos del 10 por ciento de alumnos de todas las universidades son negros. Es un racismo más estructural.
CAMBIO: Una experiencia probablemente muy común por muchísimos latinos aquí o en Estados Unidos ¿Porque crees que no se habla mucho de esta faceta de Europa?
A. J. E: Totalmente. Está instaurada esta idea de que Europa es super abierta, permisiva e inclusiva con todo el mundo, de ser la madre de la democracia y de la libertad y del bienestar, cuando la experiencia mía y de mucha gente incluso que no son negros pero que vienen de otra región, es completamente diferente a esta imagen. Entonces es una cuestión relacionada con los que vienen de afuera, de la xenofobia, del racismo. Y tú lo ves en la prensa, es un tema que no está en las primeras paginas, está en el fondo, no está casi en el debate público. Cada vez es más presente porque se han dado cuenta que no pueden evitarlo porque incluso parte del desarrollo de aquí ha venido por todo lo que se robaron de allí, que usurparon. El debate del colonialismo, del anti-capitalismo ha puesto el debate racial y xenófobo en la mesa, pero incluso dentro de todos estos debates este es el ultimo a analizar, y molesta mucho cuando alguien que no es de aquí que no es blanco viene a dar su opinión sobre el tema.
CAMBIO: ¿Y de los países de América Latina que visitaste cuál fue tu impresión? ¿Tienes algunas expectativa respecto a tu viaje a Colombia?
A. J. E: Es raro porque, claro, Cuba está en Latinoamérica pero Cuba es otra cosa, es muy distinto a lo que es el resto de Latinoamérica, así como yo la vi. Y lo que es Cuba, el comunismo o este intento de comunismo, a nivel simbólico marca la diferencia con el resto del territorio. Tanto se habla de Bogotá, esta ciudad vorágine, y quiero ver realmente cómo es. Me pasó lo mismo con Ciudad de México y con Rio de Janeiro, en cuanto a expectativa. En Ciudad de México fue ese primer golpe de “ah esto es Latinoamérica”: los niños en la calle pidiendo comida, la desigualdad, gente muriéndose de hambre y todo esto vinculado con el color, el olor a comida rica, la música, el movimiento. Respecto a lo que es Europa, ves otra realidad pero mucho mas cercana a Cuba. Una realidad muy dura que incluso en Cuba, viviendo hoy en un pantano, es distinta, no está ese nivel de crudeza. Y en Rio vi la otra cara, la de la violencia, niños robando en la calle, asaltando a colegas. Tampoco hay en Cuba esta otra dimension de Latinoamérica. Fue muy revelador para mí encontrarlas y creo que es un poco lo que me voy a encontrar en Colombia también ahora. Cuba tendrá todos estos problemas, la dictadura, la diferencia de clase pero tu estás en un semáforo y nadie te saca la pistola, esta es la diferencia entre Cuba y el resto de Latinoamérica.
CAMBIO: En el libro describes los problemas en la educación y la salud en Cuba, dos mitos de la isla duros a morir en el exterior. “Qué en Cuba la educación es gratis para todos, que mira durante la pandemia sacaron sus propias vacunas”. ¿Porque crees que en el mundo hay tanta resistencia a mirar lo que es realmente la vida en Cuba para muchos cubanos?
A. J. E: Todas las veces que mi hijo se enferma, agradezco estar aquí. Es contraproducente esta sensación cuando supuestamente vengo del paraíso de la salud, pero en Cuba hoy las farmacias son cementerios, no hay doctores porque la mayoría están en otros países cubriendo misiones, que valga la redundancia, que la gente piensa que es por solidaridad del gobierno cubano. No, después del turismo, ese servicio que cobra el gobierno cubano para llevar sus doctores es el segundo renglón de más importación de divisas al país. No hay tal altruismo, tal solidaridad. El gobierno cubano manda medicos a lugares recónditos de Africa, de Asia, de Latinoamérica, pero cobra. Entonces en Cuba no hay doctores, están en otros lugares y el gobierno cubano lucra con eso. Y en condiciones de esclavitud moderna, ya hay estudios de Naciones Unidas que hablan de todo esto. Yo creo que el mito viene de que hay una sensación que Cuba es el último reducto del progreso y una vez se derrumbe este último lugar, que claramente ya se derrumbó, es aceptar que nos fuimos a la mierda y que no hay solución. Y sobre todo la izquierda, la izquierda europea, la izquierda europea, la izquierda catalana, tiene un tema directamente con Cuba por lo que intentó ser la revolución cubana que nadie puede negar que intentó, propuso y tenía las mejores intenciones pero se torció por el camino. Se resisten a aceptar esta realidad de Cuba. Y por otro lado hay un tema relacionado con el colonialismo, esa relación de madre con Cuba. De hecho hay un programa de television hoy en parrilla aquí que se llama “Más se perdió en Cuba” y me parece inadmisible hoy que exista algo con este nombre.
CAMBIO: ¿El mito más grande sobre Cuba que encontraste en Europa y que te gustaría desmontar?
A. J. E: Otro de los grandes mitos son las figuras de Fidel Castro y el Che como iconos de exportación de este modelo. A la gente se les mueve el piso cuando les dice aquí en España que para mi Fidel es como Franco para ellos. Yo entiendo totalmente su desconcierto, porque también siento una especie de amor/odio por Fidel Castro, sea por mi historia particular (el abuelo fue escolta de Fidel Castro) pero creo que también muchos cubanos lo consideran como un padre que te maltrató y luego te golpeó, te cerró y te violó, pero en un momento te dio algo bueno.
CAMBIO: Dime si me equivoco pero quizás razonar en términos de izquierda y derecha no tiene mucho sentido dentro de Cuba, pero ahora te encuentras en el exterior, en Europa, donde una derecha, racista y supremacista, parece ser la más interesada en tu relato de “disidente cubano”, y luego hay una parte de la izquierda que defiende Cuba por algo a que te ibas a enfrentar?
A. J. E: Sabía que me lo iba a encontrar. Antes de salir de Cuba escribía por medios internacionales y ya había asistido a esta dinámica. Si en Estados Unidos críticas al gobierno cubano te clasifican como un trumpista, o aquí en España eres de Vox o del PP, y yo soy de izquierda, y critico la izquierda europea y la izquierda que halaga a Cuba. El problema es que la propia izquierda no tiene una propuesta y se ha quedado atrás, y entonces yo llego aquí y entiendo a los disidentes o los opositores que están luchando en Cuba que se conforman con que los que los ayudan son partidos de derechas, pero yo no quiero tener nada que ver con estos porque no están bien, no son progresista. Pero a la vez la izquierda te discrimina. Yo entonces entiendo, aunque no los justifico, pero igual en este afán de categorizar las personas y simplificar todo, yo me quedo en el limbo.
CAMBIO: El libro es parte ensayo, parte crónica, y con una fuerte componente autobiográfica. ¿Qué dilemas o problemas encontraste con este género?
A. J. E: Fue bonito todo este proceso de mirar al pasado, que es la parte que me hace más feliz aunque había muchos pasajes de tristezas, muy duros, pero había también muchas cosas de la que tenía un recuerdo muy vago y repasarlo para escribir me hizo tenerlo con más nitidez y al mismo tiempo recordar algo de lo que no me acordaba. El libro nace porque tenía la necesidad de sacarme todo esto de encima porqué el presente que estaba viviendo en este momento no me dejaba vivir con tranquilidad y había un pasado también que me estaba afectando. Fue una especie de autoterapia.
CAMBIO: Cuando con pasión empezaste tu carrera de periodismo en Cuba, ¿te imaginaba que tus primeros libros hubieran sido sobre Cuba, y el segundo autobiográfico, ambos como desterrados de tu tierra?
A. J. E: Para nada. Nunca me pasó por la cabeza vivir fuera de Cuba, nunca me pasó por la cabeza ser escritor, ni lo pensaba. Todo lo que me ha ido pasando ha sido consecuencia de los eventos que empezaron a ocurrir cuando empecé a hacer periodismo de verdad.
CAMBIO: ¿Recibiste algún comentario sobre tu libro por parte de otros cubanos?
A. J. E: Hay algo que todavía me resulta revelador y es muy bonito cuando me escribe un cubano. La parte de salir de Cuba por primera vez, de llegar al capitalismo, al primer mundo, a mí me llamaba la atención como eso no estaba contado. Todos me decían que al llegar me hubiera lanzado al consumo compulsivo, y al contrario yo me encontré aterrado, me daba miedo todo. Y eso muchos cubanos me escribieron que habían vivido lo mismo. El relato es todo lo contrario a lo que encuentras en redes sociales, de los cubanos en Miami. Creo que hay un poco de vergüenza de desnudarte y decir mira estoy naciendo con treinta y tres años. Esa parte fue muy bonita, la gente agradeciéndome por mi relato.
CAMBIO: En el libro mencionas que Operación Masacre representó un antes y un después para ti. ¿Qué más libros tuvieron tanta importancia? ¿Algo que leíste últimamente o algún autor a lo que vuelves?
A. J. E: Claramente yo me formé con todos los clásicos de la crónica, no he descubierto el agua caliente. Pero recién leí un libro que publica nuestra editorial (Libros del K.O. de España) “La banda que escribía torcida” que relata la historia de este grupo de cronistas en Estados Unidos y a nivel teórico me encantó.
CAMBIO: ¿Qué le diría a un joven cubano que ahora, igual como tú estabas hace ya más de quince años, está lleno de ilusión con hacer periodismo en Cuba?
A. J. E: Te cuento lo que a mí me gustaba que me hubiera pasado, porque yo empecé con total desconocimiento de lo que hicieron mis antecesores, incluso pensando que yo era pionero o que mi generación era pionera, y obviamente había muchas generaciones anteriores a la mía qui hicieron algo parecido. Que yo no tuviera este conocimiento era por la propaganda y por cómo el régimen entierra todo lo que intenta hacer esto en Cuba. Pero ahora ya con internet eso no se puede hacer, porque esto está allí. Quién va a empezar hoy en día a querer contar lo que pasa en el país, sabe sobre las consecuencias que les pueden pasar. Solo decirle que las consecuencias no solo son profesionales sino también a nivel personal, intimo, y que uno va a cambiar por las consecuencia de haber tomado este camino.
CAMBIO: Mencionas mucho lo complicado que es en Cuba hacer periodismo. ¿Después de dos años y medio en Europa y de vuelta por el mundo, cómo ves el periodismo en el supuesto mundo libre?
A. J. E: Creo que hay muchos medios y periodistas que hacen un buen trabajo, pero a modo general el periodismo es sumamente elitista y desdeña una realidad que cae en el olvido, la realidad de migrantes, de quien vive con más precariedad, y no ahonda en los problemas. Es una prensa que a menudo se queda en el borde, hay poca narración de la realidad, es una prensa en blanco y negro, sin color, que me aburre totalmente.
CAMBIO: Llegas en un momento a Colombia con un fuerte debate sobre la libertad de prensa. Aunque aquí parece que el elefante en la habitación sea también que haya personas que hacen en teoría "periodismo", también con la creación de información falsa con fines políticos, en la total impunidad. No es casualidad que se rumoree que la próxima candidata más probable de la derecha a la presidencia en Colombia sea la directora de una revista. Lo que hace de Colombia también un caso particular. ¿Cómo ves todo este asunto del periodismo y su relación estrecha con la política?
A. J. E: Desconozco las particularidades del caso, pero creo que se equivoca Petro en criticar a una organización de la prensa, porque no es su rol decidir quien hace periodismo y quien no, qué es verdad o no. Yo creo que esto le toca a la sociedad y al mismo periodismo. Pero creo que también en los últimos años entre los propios periodistas se ha roto la barrera entre periodismo y activismo, periodismo y política, y allí hay un problema.
CAMBIO: Acudes al Festival Gabo, organizado por la Fundación Gabriel García Márquez, en el nombre de lo que fue un gran amigo de Fidel Castro. Creo que el hecho que estés acá sea la perfecta representación del legado que dejó, y el gran aporte al periodismo en la región que ha dado esta fundación y que seguirá dando. Pero la postura de Gabo sobre Cuba siempre ha sido debatida: algunos de los que estudiaron la relación de Gabo con Cuba dicen que no cuestionaba Cuba para no dar armas a sus enemigos, otros que con su postura “tibia” permitió salvar muchos intelectuales de la cárcel o ayudarlos a exiliarse. Entonces por un lado Gabo tenía una fuerte amistad personal con Fidel, y aunque fuera crítico con la evolución de la que fue la revolución cubana no lo expresaba tanto públicamente para no ser utilizado. ¿Es posible tener una postura así hoy en día?
A. J. E: Hay en el libro un pasaje sobre Gabo, y es mi pasaje favorito para definir a Fidel Castro, que es una anécdota que me contó mi abuelo que era escolta de Fidel. En una de las visitas de Gabo a la isla salen a pescar con Fidel y están en la noche fuera de La Habana pescando y Gabo pesca pesca y pesca y Fidel no saca ni un pez. Cuando Gabo va al baño mi abuelo se le acerca y le dice que si quiere regresar a tierra que deje que Fidel pesque un solo pez más que él, si no no vamos a regresar nunca. Creo que es muy representativo de quien era Fidel Castro. La Fundación Gabo lo que puedo decir es que para el gobierno cubano no es nada del agrado. Porqué nosotros nos empiezan a agredir y a acosar justo cuando ganamos el premio Gabo en 2017 y allí justamente bloquean nuestra revista y la página de la fundación en Cuba. A partir de allí la fundación ha empezado una relación con los periodistas cubanos y todo el tiempo ha hecho comunicados públicos de apoyo a periodistas cubanos, ha respaldado la libertad de prensa. Entonces si tengo que juzgar yo, el Abraham persona, la que fue la postura de Gabo, claramente no estoy de acuerdo, que es lo mismo que me pasa con Padura. Si tu ayudas gente y tienes una postura porque mantienes eso en privado. Yo respeto la decisión de cada persona pero no quiere decir que la comparta, pero al final quien soy yo para juzgar a Gabo (se ríe). Lo que sé es que la fundación que el dejó sí ha respaldado la lucha de los periodistas cubanos y desde una postura publica, de forma directa y explícitamente.
Abraham Jiménez Enoa estará en el Festival Gabo en Bogotá:
Viernes 5 de julio a las 14:00
La clase magistral: Aterrizar en la literatura
Teatrino – Gimnasio Moderno de Bogotá – Carrera 9 # 74 – 99
Viernes 5 de julio a las 17:00
Clubes de lectura - Aterrizar en el mundo / encuentro con el autor
Biblioteca Pública escolar La Marichuela, diagonal 76b Sur #1c-40, Usme
(*) Massimo di Ricco es profesor universitario, periodista e investigador independiente italiano radicado en España. Ha sido corresponsal y ha enseñado en varias universidades de Colombia y España. Sus artículos han aparecido en revistas científicas y en medios como Al Jazeera, Middle East Eye, The National, El Espectador y Razón Pública.