¿Es la valentía un hombre con un arma en la mano? | CAMBIO de libros
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Hacer lo que creemos correcto aunque sepamos de antemano que perderemos: una relectura de 'Matar a un ruiseñor 'y las razones de por qué me gusta tanto.
Por: Martín Franco Vélez
Grandes infelices es un pódcast de la editorial española Blackie Books que narra las vidas de los grandes novelistas. Si no lo han escuchado, que sea este preámbulo una especie de recomendación dentro de otra recomendación: cada capítulo es una pequeña joya. Yo llevo semanas enganchado. Uno de los episodios que más me han gustado es el de la escritora norteamericana Harper Lee, quien durante su vida escribió un solo libro que, además de ganar el Pulitzer, acabó pronto convertido en un clásico: Matar a un ruiseñor.
Tanto fue el entusiasmo que me despertó que decidí volver sobre esta novela, leída hace muchos años. No recordaba gran cosa, aunque a medida que uno va leyendo va acordándose de episodios, de momentos. Se me había borrado de la memoria ese personaje maravilloso que es Atticus Finch, uno de los protagonistas. Porque aunque la historia está narrada desde los ojos de una niña que empieza a descubrir el mundo (Scout, la hija de Atticus), el verdadero peso de la novela recae en este abogado del sur de los Estados Unidos quien, en épocas de abierto racismo, decide defender a un negro acusado de violación. Las consecuencias que trae para él y sus hijos esa decisión son el núcleo de esta historia, llevándonos de la mano hacia un final insospechado.
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La figura de Atticus Finch, su estoica determinación por hacer lo correcto a pesar de las situaciones adversas, me llevó a pensar en otro personaje maravilloso: el ciclista francés Raymond Poulidour, fallecido en 2019, quien nunca ganó el Tour de Francia pese a haber llegado tres veces segundo y cinco veces tercero. Como Poulidour, Finch también pierde, pero eso no lo disuade de seguir enfrentando el destino con la cabeza en alto. Eso es, al final, lo que enseñan personajes así: que lo importante no es ganar, aunque esta sociedad le dé tanta relevancia a ese hecho. Lo verdaderamente valioso es intentarlo. Hacer lo que creemos correcto aunque sepamos de antemano que perderemos. «Medírsele al destino y hacerlo con todas las de la ley, sin tomar en cuenta los resultados. Eso es cumplir con la vida como se debe. Ser un Poulidor», como escribió una vez el periodista Orlando Sierra.
Nota: Esta es la última columna que escribiré para CAMBIO. Gracias a los lectores que me acompañaron. Seguiremos leyéndonos.
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Lo que subrayé
Sobre la empatía:
—Lo primero —dijo— es que si puedes aprender un pequeño truco, Scout, te llevarás mucho mejor con todo tipo de gente. Nunca llegarás a entender realmente a una persona hasta que consideres las cosas desde su punto de vista, hasta que te metas en su piel y camines con ella.
Sobre el esfuerzo:
—Atticus, ¿vamos a ganar el caso?
—No, cariño.
—Entonces, ¿por qué…?
—Solo porque fuéramos derrotados cien años antes de haber comenzado no es razón suficiente para no volver a intentarlo —respondió Atticus.
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Sobre la conciencia:
Para poder vivir con los demás, primero tengo que vivir conmigo mismo. Lo único que la mayoría no rige es la propia conciencia.
Sobre la valentía:
Quería que vieras lo que es la verdadera valentía, en lugar de tener la idea de que la valentía es un hombre con un arma en la mano. Es cuando sabes que estás vencido antes de comenzar, pero de todos modos comienzas, y sigues adelante a pesar de todo. Casi nunca ganas, pero a veces lo haces.