Gabriela Arciniegas, condenada a escribir
28 Abril 2023

Gabriela Arciniegas, condenada a escribir

Gabriela Aurora Arciniegas.

Bordeando los 50 años, Gabriela Arciniegas lanza el primer tomo de su trilogía 'Helena, la reina condenada', donde retrata desde lo cotidiano y lo mágico la antigüedad griega, poniendo en duda hasta el mito de la belleza de su heroína. Es su tercera novela y su sexto libro. Tan vasta y variada obra, que transita desde la poesía al terror, ha sido construida con la ayuda de un insospechado aliado: su síndrome de Asperger.

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Por Carlos Mauricio Vega
Especial para CAMBIO

Toda nueva novela histórica es mirada con escepticismo porque se trata de un género-comodín para los editores, que alberga calidades muy dispares: uno puede encontrar desde el facilismo cinematográfico de Henrik Sinkiewicz en Quo vadis hasta las celebradas sagas medioevales de Maurice Drouon o los agudos relatos de infamia de Pablo Montoya. Entre más esotérico o desconocido sea el tema, mejor le va al autor. El caso de Helena de Troya es inverso: se han escrito decenas de retratos históricos, perfiles, bocetos académicos y recreaciones románticas que le harían creer a uno que el tema está agotado y que se le ha perdido el respeto a la Ilíada con tal de apostarle a ese personaje como garantía de éxito comercial.
¿Por qué sorprenderse entonces con una nueva Helena, en este caso investigada hasta el delirio -y me atrevería a decir que encarnada- por Gabriela Arciniegas? Porque su construcción va mucho más allá de la simple recitación de los mitos de La ilíada o la obvia puesta en escena de una historia de amor imposible que encontramos en otros volúmenes. En Helena, la reina condenada Gabriela Arciniegas hace una apuesta muy alta por una Helena menos mítica, más humana y cotidiana, casi que sucia, fea y subversiva, narrada desde una atemporalidad, desde un limbo donde vive hasta el presente, desde un eterno Hades donde puede contemplar y anotar la historia desde el momento actual.
Gabriela Arciniegas, abrevada en las fuentes de su abuelo el maestro Germán Arciniegas, quien fue su padre de crianza, se lanza en esta atrevida trilogía a navegar las aguas del Mediterráneo antiguo en vez de las de su Colombia natal, o del México donde ha pasado tiempos, o del Chile donde actualmente vive. ¿Por qué? Creo que busca una mirada universal, una proyección de su obra más allá de las fronteras, y también una causa feminista en ello. Esta es una Helena narrada fuera de los habituales cánones de la historia: una Helena en donde se cruzan la cocina, la política, el eros salvaje, la magia y lo prosaico del ser humano. Es una Helena netamente femenina y no un personaje que encaje dentro de parámetros cómodos o correctos, como la Helena de Margaret George (2006), donde encontramos mucho diálogo entre personajes míticos, pero donde el ambiente y el escenario de la Grecia antigua son pálidos y la acción podría haber sucedido en cualquier parte y hasta en cualquier momento.

Una Helena que habla un lenguaje sencillo, humano y contemporáneo, próximo a nosotros: compartimos sus penas, defectos y equivocaciones. Una Helena cotidiana y próxima, lejana del mito de semidiosa. Una Helena bruja, que va creciendo y ganando poder a medida que avanzan las páginas hasta enfrentarse a los poderosos cursos del destino que finalmente la derrotan.


Gabriela Arciniegas, bogotana de 48 años, va camino de consolidarse como autora de culto entre las generaciones más recientes por el cruce de su trabajo entre géneros como el gore cinematográfico y el horror: Poe y Mary Shelley destilados en el trópico. Autora de libros de cuentos como Bestias y 13 relatos infernales en donde da rienda suelta a su pasión por Lovecraft, H.G. Wells y las fantasías del cómic contemporáneo, alcanzó notoriedad con Rojo sombra, saga de 600 páginas donde un asesino serial canibaliza a sus víctimas en un submundo de castas en las alcantarillas bogotanas. Tan extraña apuesta no es sin embargo ajena a una ciudad que produce casos como los de Campo Elías Delgado o Rosa Elvira Cely. Al lado de estos tomos de retorcida fantasía como su novela Infestación, de 2018, ha producido delicados libros de poesía como Lecciones de vuelo (2016) y Cuentos del Café Flor. Se trata, pues, de una autora que no quiere ser encasillada en el género gore que desarrolló a partir de sus terrores, soledades y lecturas infantiles, sino que busca, como los boxeadores de peso medio, ubicarse en varias categorías al tiempo. Semejante alud de trabajo y volumen de obra puede explicarse -lo cuenta la misma Gabriela sin ningún reato- en el síndrome de Asperger de alto rendimiento del que goza en vez de sufrir, y que le permite no sólo concentrarse y terminar lo que empieza sino emprender un doctorado en literatura sobre la obra de Clarice Lispector.

Libro
Arciniegas trabajó en su vasta Helena durante al menos veinte años, desde la idea germinal hasta una tercera reescritura. La segunda versión fue dejada de lado casi por completo luego de un viaje a Grecia que hiciera la autora antes de la pandemia. Luego de sentir el territorio y los aires de los antiguos imperios hititas y griegos, comenzó un humilde proceso de reelaboración donde la novela cambió de tono y de perspectiva y se movió hacia lo intimista, lo personal y lo mágico. Se creó un aparato simbólico de gran complejidad donde Arciniegas entreteje religión, ritos y danzas mágicas y arcanos relacionados con la fundación de las artes médicas.

La magia de la buena novela histórica (y de la novela en general) consiste en que la verdad del relato es lo que queda en el recuerdo, en lo que se conoce como imaginario colectivo.


Desde ese punto de vista la Helena de Arciniegas es un enorme fresco de la antigüedad, una pintura que recrea la política y la vida cotidiana de los puertos mediterráneos como si de un texto de la llamada escuela de la Nueva Historia se tratase. Una Helena que habla un lenguaje sencillo, humano y contemporáneo, próximo a nosotros: compartimos sus penas, defectos y equivocaciones. Una Helena cotidiana y próxima, lejana del mito de semidiosa. Una Helena bruja, que va creciendo y ganando poder a medida que avanzan las páginas hasta enfrentarse a los poderosos cursos del destino que finalmente la derrotan.
Los tres tomos funcionan cada uno como episodios independientes pero están concatenados entre sí. El primero, que es el que sale hoy a la circulación, (El libro de los viajes), traza el camino de las fugas de Helena: fuga de su infancia hacia el amor de Teseo, fuga de su condición de mujer a participar disfrazada de hombre en ceremonias de iniciación, fuga de Esparta hacia Micenas, terror de contemplar a la madre de Teseo, su protectora, devenir de médica en esclava. El segundo libro (el de los Ritos) retrata los aprendizajes mágicos de Helena, las tribulaciones de los matrimonios, sus odios, infidelidades, y traiciones. Y el tercero (el de las Heridas) nos deja a los pies de los aqueos encerrados en el caballo de Troya.
Arciniegas teje una compleja estructura narrativa que nos lleva de la mano a ese conocido momento de la historia, y nos abre interrogantes hacia lo que en realidad sucedió: un terreno pantanoso entre el mito, la literatura y el recuerdo real de una Troya que tal vez fue parte del imperio hitita, hipótesis que lanza la autora entre controversias especializadas de arqueólogos y mitógrafos.
El resultado es una reconstrucción de época que resulta más útil para entender la época helenística que cualquier manual de historiografía. Bien dice Gabriel García Márquez que la historia no es como sucedió sino como la recordamos, y como contamos ese recuerdo. La prosa de Arciniegas hace gala de un sobrio pero constante vuelo poético, que le confiere al texto un tono y una tersura uniformes.
Muchos hablan de la guerra como un arte. Y quizá la preparación de las batallas lo sea… Pero en el momento del encuentro dos seres que se enfrentan no son más que bestias, prisioneros de sus terrores atávicos, de su ira ancestral, indeleble. Había visto a Paris seducirme en la cama tan lleno de sí… Ahora lo veía como primate enloquecido, recibiendo golpes y chillando, dando espadazos a ciegas, acezante, para después, a tropezones, lanzarse sobre el otro casi cayendo. Era una faceta inesperada del hombre que amaba y que por momentos me llenaba de pánico”.
La magia de la buena novela histórica (y de la novela en general) consiste en que la verdad del relato es lo que queda en el recuerdo, en lo que se conoce como imaginario colectivo. Así sucede con la España de Cervantes y el Caribe de Gabriel García Márquez, que son más verdad en sus voces que en la realidad. En este caso Gabriela Arciniegas recrea ese pasado remoto a través de innúmeras lecturas y viajes que condensa en esta saga de tres tomos, que podría estar diseñada para fungir de libreto de una serie de televisión, de un largometraje o de una clase de guión. En efecto, Arciniegas se ha apoyado mucho en las técnicas de construcción de personajes y de tramas de la dramaturgia cinematográfica contemporánea. Pero el libro de Arciniegas es mucho más que eso. Es literatura de gran vuelo. La Helena de Arciniegas está más cerca de la densidad del mundo y el personaje encarnado por Irene Papas en el filme Las troyanas de 1966 que en la Helena de cartón de la película Troya de 2004, donde Diana Kruger es apenas una sombra, una silueta que se muerde los labios mientras Héctor muere a manos de Brad Pitt.

Arciniegas teje una compleja estructura narrativa que nos lleva de la mano a ese conocido momento de la historia, y nos abre interrogantes hacia lo que en realidad sucedió: un terreno pantanoso entre el mito, la literatura y el recuerdo real de una Troya que tal vez fue parte del imperio hitita, hipótesis que lanza la autora entre controversias especializadas de arqueólogos y mitógrafos.


Tras un desfile por varias editoriales (y algún editor que en vez de echarla le echó una mano en la parte histórica), Gabriela Arciniegas encontró hospitalidad para su Helena en el Fondo de Cultura Económica de México, que lanza la trilogía en este abril de 2023 en la FILBO de Bogotá. ¿Continuará en la novela histórica? Tal vez no, como tal vez no continúe el camino de la literatura de terror. “Después de partirme un tobillo y ver tendones y huesos expuestos no me quedaron más ganas de ver ni de pintar sangre”, cuenta, divertida. Pero, condenada a escribir, ya está trabajando en los borradores de una novela intimista, que retrata los huesos dislocados de su adolescencia y primera juventud: un relato al mejor estilo de Clarice Lispector, su maestra, con la que espero nos sorprenda de nuevo en unos cuantos años.

Feria del Libro

Sábado 29 de abril

5 pm

Gran Salón F

Gabriela Arciniegas conversará con Cristina Maya sobre El libro de los viajes, primer tomo de la trilogía: Helena, La reina condenada, publicado en la Colección Popular del Fondo de Cultura Económica

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