Gonzalo Ospina, en el corazón de la Orquesta Filarmónica de Medellín

La Orquesta Filarmónica de Medellín celebra en 2023 sus primeros 40 años. El pasado 17 de febrero comenzó a celebrarlos con el primer concierto de la temporada en el auditorio Plaza Mayor de Medellín, con una presentación de la Tercera Sinfonía de Ludwig van Beethoven, llamada Heróica, y la Consagración de la primavera, de Igor Stravinski. Dos obras muy significativas para la Orquesta. La sinfonía Heroica fue la primera obra que presentaron al público hace 40 años y la obra de Stravinski es un guiño a Medellín, la ciudad de "la eterna primavera". En el segundo concierto, que se ofreció el 25 de febrero, interpretaron la obertura de la ópera Tannhauser de Richard Wagner, Serenata de la Luna del compositor costarricense Carlos Castro y la Quinta sinfonía de Piotr IlichTchaikovsky.

La celebración la disfrutan todos los músicos integrantes de la orquesta y quienes trabajan en ella en otras áreas. Pero para uno de ellos es una celebración muy especial. Se trata de Gonzalo Ospina, violinista, concertino de la orquesta, quien ha estado vinculado a ella desde sus orígenes. Él ha sido testigo de cómo ha evolucionado en cuatro décadas en las que él también ha tenido la posibilidad de tocar con otras formaciones orquestales.
Comenzó a tocar violín a los 11 años de edad. “Mi primera clase oficial fue el 18 de febrero de 1978, o sea que llevo 45 años tocando”. Se acercó al violín por su familia. Su padre era un gran melómano y quería que tocara el violonchelo, pero a Gonzalo siempre le gustó el violín.

Recuerda que antes de tener su primer violín a veces cogía un cojín, se lo ponía en el pecho, ponía un disco y empezaba a imitar con él los movimientos de los violinistas. “Aún recuerdo la noche en que mi tío Alberto llegó con con un violín a mi casa. Yo fui feliz”.
Ha tenido la oportunidad de tocar en todas la orquestas colombianas como solista pero también fue el concertino alterno de la Orquesta Filarmónica de Bogotá. En España tocó en la orquesta de Galicia y en la orquesta de Castilla y León. Su trayectoria como violinista ha sido en el mundo orquestal. “Por supuesto he hecho música de cámara y ejerzo la docencia pero he tenido todo mi desarrollo en mi oficio como músico de orquesta”.
Recuerda muy bien cómo fue su entrada a la orquesta en el año de su fundación. Se encontró en el aeropuerto Olaya Herrera de Medellín con Alberto Correa, su director y fundador. “Yo tomaba clases cada dos semanas en Bogotá con Luis Biava, que fue mi maestro, mi mentor”. En esa época Biava era el director de la Orquesta Sinfónica de Colombia. Ospina volaba a Bogotá desde Medellín los viernes a tomar clases. “En uno de esos viajes yo coincidí con el maestro Correa y él me comentó, un año antes, tal vez en 1982, que él quería hacer una orquesta, que le habían hablado muy bien de mí y que quería que yo formara parte de ella”. En abril de 1983 ingresó a la Filarmónica de Medellín. Acababa de salir del colegio y fue entonces uno de los fundadores de la orquesta.

Ospina es muy extrovertido y entrador, de conversación muy fluida y con un gran sentido del humor. Pero también sabe ejercer con severidad su liderazgo entre los músicos de la orquesta, la gran mayoría de los cuales podrían ser sus hijos.
En estos 40 años de historia de la orquesta ha visto en ella un progreso indudable. “No solo porque, por supuesto, tocamos mejor (se ríe) sino además porque, gracias a la formación y a la fortuna de que en Colombia se crearon conservatorios y facultades de música, se propició que el nivel de la gente que ingresaba o que entraba a formar parte de la orquesta fuera mucho más alto”. Ospina considera que la Filarmónica de Medellín es una Orquesta joven, dúctil, capaz de abordar varios repertorios. No solamente el sinfónico, el tradicional o universal sino otros géneros. “Estoy feliz por el crecimiento, sobre todo en su sonido. Creo que en Colombia mis colegas músicos se sorprenderían al oír la calidad que tiene la Orquesta Filarmónica de Medellín”.