Rosario Caicedo y Yefferson Ospina cuando organizaban el archivo de Andrés Caicedo para entregarlo a la Benson Latin American Collectios de la Universidad de Texas en Austin.
Un gran archivo de Andrés Caicedo llega a la Universidad de Texas
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Rosario Caicedo, la hermana compinche de Andrés Caicedo desde que eran niños, se dedicó desde 1973 hasta 2023 a guardar todo el material de su hermano y sobre su hermano que encontraba. Parte de ese archivo se lo donó a la Cinemateca de Bogotá y la otra parte acaba de llegar a la Benson Latin American Collections de la Universidad de Texas en Austin, donde también se conservan los archivos de Sor Juana Inés de la Cruz, César Vallejo, Julio Cortázar y Gabriel García Márquez.
Por: Eduardo Arias
El segundo archivo de Andrés Caicedo ha llegado a la Benson Latin American Collection de la Universidad de Texas en Austin, donde se conservará al lado de archivos de escritores como Julio Cortázar y Gabriel García Márquez. Se trata del gran archivo personal que Rosario Caicedo, la hermana del escritor, recopiló a lo largo de varias décadas.
Rosario Caicedo, al igual que su hermano Andrés, desarrolló la vena literaria y ha escrito poesía y prosa desde su adolescencia, pero comenzó a publicar hace muy poco tiempo. En 2022 Mil pedazos, un libro de memorias, y un año después Las vidas de mis muertes, una antología poética.
Este archivo de cientos de folios llegó a las manos de Rosario Caicedo, como dice ella, “en distintos años, en distintas casas, en distintas épocas, en distintas ciudades”. Se trata de un archivo personal que ella armó con el paso de los años y que organizó junto con Yefferson Ospina, escritor y estudiante de PhD de la Universidad de Texas en Austin.
El largo camino del segundo archivo
Todo comenzó en 1973, cuando Caicedo quería venderle un par de guiones cinematográficos al director de cine Roger Corman, vivió algunos meses en casa de Rosario, quien vivía en Houston, Texas. “’El empezó a dejar su huella en mi apartamento: papeles, anotaciones y cuando se fue a Los Ángeles él dejó algunos de esos papeles allí junto con discos y libros. Yo los empecé a guardar para cuando él regresara. Ese fue el comienzo de lo que empezó a ser el archivo de Rosario Caicedo sobre su hermano Andrés”.
Cuando Andrés Caicedo se quitó la vida el 4 de marzo de 1977 ella fue a Cali, donde permaneció varios meses. Allí Carlos Alberto Caicedo, su padre, comenzó a mostrarle algunas cartas que ella le había escrito a Andrés, quien tenía la costumbre de guardar las cartas que recibía y de guardar copias en papel carbón de las que él enviaba. Su padre le dijo: “Miijita, esto algún día tú te las tienes que llevar”.
Carlos Alberto Caicedo le había donado el archivo de Andrés Caicedo a la Biblioteca Departamental de Cali. “Resultó una completa farsa. Encontramos esos papeles en un closet lleno de agua y humedad. Esos fueron los papeles que después vinieron a formar parte del archivo que está ahora en la Biblioteca Luis Ángel Arango”.
Cuando su padre murió en 2010, en el proceso de desocupar la casa, Rosario Caicedo encontró bastantes pertenencias de Andrés, como por ejemplo el original de su famosa 'Carta al padre', que consta de unos 16 pliegos escritos a mano por delante y por detrás. Además de llevar a Estados Unidos más documentos y manuscritos, ella comenzó a coleccionar todos los libros de la obra de Andrés Caicedo en sus distintas ediciones por diferentes sellos editoriales, así como todos los libros que encontraba sobre Caicedo y su obra. Ella envió todo ese material a la Benson Latin American Collection de la Universidad de Texas en Austin, así como publicaciones en otros idiomas, el original de El atravesado que su hermano le dedicó, la primera edición de ¡Que viva la música! y una gran cantidad de fotografías familiares. “Yo pienso que un archivo tiene mucho que ver con la historia de la familia. Yo fui recolectando los álbumes de fotografía que fueron importantísimos en la vida de Andrés. Él siempre los llamaba ‘esos álbumes de fotografía del siglo XIX’. Él sabía que si movía las páginas se podían convertir en una película. Un niño de cinco o seis años llamaba a esos álbumes ‘su primera película. Esos álbumes están todos en la Benson”.
Sin embargo, lo que recibió la Benson no es la totalidad del archivo de Rosario Caicedo. Ella donó los 357 libros de la biblioteca personal del escritor a la Cinemateca de Bogotá. “Son libros supremamente importantes porque muestran el eclecticismo literario de Andrés y su interés por todo tipo de ideas políticas, filosóficas, literarias y musicales. Espero que en algún momento esos libros puedan formar parte de la Biblioteca Nacional porque allí es dónde deben estar”. Los libros sobre cine también se los donó a la Cinemateca, así como 76 discos de vinilo que Andrés Caicedo le dejó en su apartamento de Houston. “Yo dividí una parte para la Cinemateca y otra parte para la Benson”.
Ella decidió hacer la donación al Instituto Benson de la Universidad de Austin en Texas porque había tenido experiencias muy complicadas con diferentes entidades en el país. Pero la consuela saber que está en una entidad dedicada a la literatura latinoamericana al lado de archivos de Sor Juana Inés de la Cruz, César Vallejo, Julio Cortázar y Gabriel García Márquez. “Es una justicia poética que esté cerca de Cortázar, que fue tan amado por él”. De hecho, Andrés Caicedo y Gabriel García Márquez son los únicos dos escritores colombianos que están en esa colección.
Con respecto a la posibilidad de acceder al archivo, Rosario Caicedo señala que ya hay un enlace mediante el cual la gente podrá, en algunos meses, examinar la lista del material que conforma el archivo y tener acceso a lo que le interese.
Andrés Caicedo, un legado que cada generación adapta
En opinión de Rosario Caicedo, con la perspectiva que le dan los 47 años que han pasado desde la muerte de su hermano, el interés de la Benson Latin American Collection por la obra de Andrés Caicedo le hace justicia a su legado y muestra la eternidad y universalidad de su literatura. “Ellos se dieron cuenta que este legado literario de Andrés porque continuaba teniendo un eco en las nuevas generaciones y en tantas personas. "Yo he dicho tantas veces en mis charlas: Eso es la buena literatura. Es la vida eterna de la buena literatura. Así los dioses y las diosas literarias le dan un premio a quienes escriben y a quienes se expresan en el arte”: En su opinión, a través de los años Andrés Caicedo ha pasado a ser parte de un imaginario que es del mundo entero. “La gente tiene todo el derecho a crear mitos, a inventarse cosas, a considerar quién fue Andrés. Esa imagen de Andrés que tiene mucha gente. No solamente la gente interesada por su consumo de drogas. También gente interesada por su literatura, por su influencia gótica, gente interesada en esa brillantez del crítico de cine. Yo lo que puedo decir es que no hay día que no me llegue a mí un mensaje de alguien en alguna parte de Colombia y del mundo preguntándome por Andrés, ese muchachito que se murió tan joven de su propia mano, que escogió morirse sabiendo quizás que dejaba tanto”.