
Hjalmar de Greiff, muchas nueces y muy poco ruido
Hjalmar de Greiff.
Crédito: Marta Acevedo de De Greiff
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En días pasados murió en Bogotá Hjalmar de Greiff, hijo del poeta León de Greiff, y uno de los gestores culturales más importantes de Colombia en el siglo XX. Sobre su trabajo, que desempeñó con muy bajo perfil y sin ningún ansia de figurar ni de buscar poder, así como de su legado, habla David Feferbaum, también gestor cultural. quien fue su amigo y compañero de trabajo en varias ocasiones.
Por: David Feferbaum

Con una sensación semejante a la descrita por Héctor Abad Faciolince en su columna del pasado 16 de febrero en El Espectador, me resulta raro escribir en público sobre la partida de un amigo.
Hablo de Hjalmar de Greiff, que nos dejó hace pocos días, y quien además de amigo y confidente, fue asesor, colaborador, jefe y compañero de batallas y de triunfos: alguien definitivo en muchos logros y alcances. Aunque el reiterado dicho, para mi gusto negativo, por cierto, señala que los amigos se escogen, creo que más que escogencia es casi siempre una aleatoriedad, por lo general extraña, de la vida. Conocidos se tienen muchos, pero amigos es otro tema.
Pero, ¿quién fue Hjalmar de Greiff?
Sin caer en el debate de que todo tiempo pasado fue mejor, lo que sí creo es que cada tiempo es diferente. En mi caso, de nuevo sin ánimo de controversia, creo pertenecer a una generación altamente privilegiada, gracias tal vez al número de años que he tenido la fortuna de haber superado. He tenido la fortuna de depender de la radio familiar, de ver las primeras emisiones de la televisión y ya hoy día voy por las plataformas, los videos en el bolsillo, con los teléfonos celulares y los primeros impactos de la inteligencia artificial. Sin embargo, y en un principio, culturalmente me formé en la música y el teatro gracias a la Radiodifusora Nacional de Colombia (RNDC) y luego a la Televisora Nacional. La RNDC fue –posiblemente esto sea una novedad para los lectores jóvenes– una de las emisoras mundialmente reconocidas por su altísima calidad y enfoque cultural.
Fundada en 1940, como el medio cultural oficial, contó con la participación definitiva de los hermanos León y Otto de Greiff en la temática musical, que luego se vio consolidada con la programación del género que por casi 30 años estuvo en cabeza de Hjalmar de Greiff. Programación basada en un riguroso criterio selectivo de las obras de forma tal que, a lo largo de su juiciosa audición, se conociera el proceso creativo de los compositores, su significado y su posición, consolidando un sólido conocimiento musical. Todo lo anterior apoyado, además, por un boletín mensual que informaba en detalle la programación de la emisora –y que, posteriormente, incorporaría la de la Televisora– así como por una serie de artículos que hacían de esta publicación uno de los medios culturales igualmente reconocido a nivel mundial. En mi opinión personal, el Boletín es la publicación más importante de divulgación cultural con que ha contado el país. Todos los que en mi generación y otras posteriores nos acercamos a la música erudita estaremos en deuda con la RNDC tanto como con Hjalmar de Greiff.
En la Universidad Nacional
La vinculación de Hjalmar a la Universidad Nacional es también sobresaliente. Por muchos años, desde mediados de los años cincuenta, fue secretario del Conservatorio (más tarde Departamento de Música de la Facultad de Artes), donde desempeñó una significativa labor que pueden testificar todos los que pasaron por el claustro hasta su retiro a finales de los sesenta. Más adelante, como director de Divulgación Cultural, dirigió la Revista de la Dirección de Divulgación Cultural que, de nuevo, nada tiene que envidiar a otras publicaciones históricas como Mito y Eco. Con artículos y notas que ameritarían su reedición (como hizo Juan Gustavo Cobo con las dos mencionadas), esta sería un aporte al mantenimiento de una herencia que en buena parte permanece desconocida. Baste ver el índice de la edición no. 12 de agosto de 1973 o el listado de obras del Fondo Especial de la Dirección de Divulgación Cultural, todas y cada una fundamentales en nuestra historia de publicaciones críticas e históricas.


Pero, a más de eso, Hjalmar impulsó la actividad del Auditorio León de Greiff, convirtiéndolo en un centro de interés masivo tanto dentro como fuera de la Universidad Nacional. Convocó a la Orquesta Filarmónica de Bogotá para que lo convirtiera en su sede de conciertos semanales los sábados en la tarde y, más adelante, a la Orquesta Sinfónica de Colombia para que también se presentara allí de manera regular. Desarrolló una fructífera labor de música de cámara que incluyó ilustres solistas y conjuntos, sin olvidar el malogrado recital del mundialmente famoso violoncelista Mstislav Rostropovich en 1975, saboteado por una bomba de humo en el recinto lleno hasta las escalinatas. Son muchos los amantes de la música que le deben a la labor de Hjalmar lo que vivieron durante esta época dorada del inicio y la consolidación del auditorio. Como la historia en Colombia es bastante curiosa, no hay documentación de la actividad allí realizada en estos primeros años. Es más, en la reciente reinauguración de 2023, la rectora de la Universidad Nacional no mencionó siquiera quién fue la cabeza que lo convirtió por muchos años en el centro de la música en Bogotá.

Su paso por Colcultura
En 1976 Hjalmar se retiró de la Universidad Nacional y pasó a Colcultura. Allí, bajo la dirección de Gloria Zea, creamos juntos el Centro Colombiano de Documentación Musical. No voy a detallar todas las actividades desarrolladas o los logros alcanzados. Baste decir que, gracias a las publicaciones, a la gestión de promoción y divulgación y a la recopilación del patrimonio musical, la Unesco en su Congreso de Políticas Culturales en América Latina y el Caribe lo recomendó en 1978 como el modelo para que, con su apoyo, se crearan entidades similares en la región, dándole todo el apoyo posible. Como aporte inicial de la recuperación patrimonial y ante la inexistencia de una colección completa, en la Colección Autores Nacionales de Colcultura publicamos en 1978 Textos sobre Música y Folklore del Boletín de la Radiodifusora Nacional de Colombia en dos tomos: La Música en Colombia y La Música en Latinoamérica y Europa, además de un catálogo completo de artículos sobre música publicados en el Boletín.
Tristemente, mientras en muchos países de la región los centros similares que se crearon luego son hoy día instituciones importantes, al nuestro le eliminaron varias de sus funciones, quedando –gracias a su acopio documental– integrado a la Biblioteca Nacional.
En 1977 Isadora de Norden se retiró de la Subdirección de Bellas Artes de Colcultura. Hjalmar asumió este cargo y, desde allí, complementó y fijó nuevos rumbos, en particular a la Orquesta Sinfónica de Colombia (OSC), consolidando además una política de desarrollo en el campo de las artes. En 1979 se reintegró al Centro de Documentación.
Hacia 1986 Carlos Valencia Goelkel, director del Instituto Colombiano de Cultura, me invitó a que lo acompañara como subdirector de Bellas Artes, cargo en que Hjalmar sería asesor. Sin ánimo de hacer balances, debo decir que desde su época de oro con Olav Roots, hasta mediados de los sesenta, la OSC no vivía una actividad tan fructífera ni tenía un público tan ávido, que agotaba la boletería de sus presentaciones. Nada de eso se hubiera logrado sin la creativa participación de Hjalmar en su programación, en la de la Banda Nacional, en la de los programas de televisión y en la del Teatro Colón.

Guardián del legado de León de Greiff
Poco después, ya retirado y pensionado, Hjalmar se encerró en Villa de Leyva, donde se dedicó –sin apoyo oficial alguno– a culminar su trabajo magno: la compilación, edición y preservación de toda la obra de León de Greiff, su padre. Inimaginable el agradecimiento que el país les debe a esos muchos años de dedicación y entrega a un objetivo que, gracias a la Universidad Nacional, vio luz en la monumental edición de diez volúmenes, material básico que hoy reposa en el Archivo Central e Histórico de la Universidad en Bogotá. A lo largo de este proceso la Universidad de Antioquia auspició igualmente varias publicaciones del poeta, entre las que destaco, por interés personal, la de 2003 titulada León de Greiff Escritos sobre música –más de 500 páginas que cubren desde la fundación de la Radio Nacional en 1940 hasta 1961– que no hubiera sido posible sin la juiciosa recopilación de Hjalmar.
Muchos son los colombianos que, sin el reconocimiento o el apoyo debidos, han luchado sin tregua por darle al país algo vital y fundamental. Y Hjalmar es uno de ellos. “Es que uno le sirve al cargo, no al revés”, decía en la época en que compartíamos empleo. Hjalmar le sirvió no sólo al cargo sino, con creces, al país.
Esta nota, que recuerda a un ser humano de bondad y sencillez incomparables que mucho entregó y legó, me hace sentir privilegiado. Ese fue Hjalmar el amigo, del que recibí enseñanzas, apoyo y amistad que, a nivel personal y familiar, van mucho más allá de lo descrito
Gracias Hjalmar, tu legado será permanente.
(*) David Feferbaumm, además de gestor cultural, es compositor e intérprete de música electrónica, uno de los pioneros del género en Colombia.
