
La imaginación invicta de Carlos Orlando Pardo
Carlos Orlando Pardo.
- Noticia relacionada:
- Libros
- Literatura
Sigue la gran cosecha de las letras colombianas en el mundo con el premio Gustavo Adolfo Bécquer 2025 que ganó hace unos días Carlos Orlando Pardo, un curtido escritor tolimense,

Por Iván Beltrán
El Premio Internacional de Literatura Gustavo Adolfo Bécquer, recién concedido en Madrid, España, fue otorgado al escritor colombiano Carlos Orlando Pardo, por la novela Las otras vidas de mi hermana Gloria y el conjunto de su obra, traviesa, a veces cortante y dura, con frecuencia tan placentera como una tarde de sol, y una suerte de nación de los deseos que ha crecido con el paso de los calendarios. Es un reconocimiento a un autor que durante más de 50 años ha dado vida a novelas, ensayos y cuentos, donde se entrelazan la fantasía, la memoria poética y el truculento pasado de una nación perpetuamente herida.
Este creador insomne ha regalado a sus lectores un universo ficcional fresco y divertido, inquieto e inquisitorial, y con la singularidad de estar poblado por una galería de mujeres eróticas, hipersensibles y dignas de ser amadas. Todo un arsenal de rebeldía, que aporta nuevas luces a la comprensión del universo femenino, calumniado durante décadas. Los sueños inútiles, El invisible país de los pigmeos, Los últimos días de Armero, Benjamín se fue a la guerra, El beso del francés, Verónica resucitada y ahora Las otras vidas de mi hermana Gloria, constatan el fragor de una sensibilidad alerta.
Pardo, de 78 años, es hijo de un conductor gaitanista y de una mujer a la que desvelaron siempre la música y los versos y que, como la heroína de una canción de gesta, todavía le acompaña triunfal.
El novelista postula que se escriben ficciones como una manera de abrir la puerta evasiva de la excepción; en sus páginas pletóricas de una poética contenida, de una efectiva capacidad de fábula, la historia con su manantial de iniquidades es puesta en duda por el universo de los afectos y las vinculaciones subjetivas, mientras que estas, con frecuencia, están amenazadas por las tristes guerras y las fricciones absurdas de los hombres. Un proceso similar al que se esconde en las obras del cubano Alejo Carpentier o del mexicano Carlos Fuentes.
El boom del Tolima
Nació en el Líbano,Tolima, municipio que se levanta sobre la cordillera Central, y es vecino de tres imponentes nevados, que parecen susurrar verdades evadidas a cuantos habitantes y advenedizos los visitan u observan en la distancia; fértil tierra a la que han visitado, alternativamente, la magia y el terror, los rituales gentiles de la cotidianidad y el paso monocorde y terrible de los ejércitos en pugna.
Asegura Pardo que, desde muy temprano, intuyó que la literatura y las artes no son otra cosa que un exorcismo y una metáfora de la redención, sin la cual posiblemente la prosa de la vida terminaría por derrumbarnos. Su infancia, pese a la modestia en que se desenvolvía su círculo familiar, estuvo marcada por la felicidad, y él la recuerda como una versión personalísima del paraíso perdido. Desde muy temprano fue habitado por el don de la palabra, y en el Líbano todavía se recuerda su magisterio espontáneo, que tal vez se inició, sospecha él, cuando reunía a los niños del parque para contarles la película que acababa de ver en el teatro del pueblo. Era el tiempo de las vacas flacas y solamente con una colecta, el grupito de chicos podía conseguir los centavos que costaba la entrada al cine. Entonces, enviaban a Pardo, el más locuaz, con la misión increíble de que viera la película y después la contara. Y lo hacía con tanta pasión y tanta capacidad dramática que cuando algún otro pequeño veía luego uno de aquellos filmes, lo juzgaba inferior a lo que había escuchado en el relato del incipiente creador.
Una noche dramática, la familia entera debió salir, sigilosa, de su lugar de origen para preservar la vida: clausura de un mundo tibio y apertura de un universo desbordado y gigantesco. En la gran ciudad de Bogotá, Pardo encontraría la génesis de lo que él llama las Primeras palabras, bellísimo título de la obra inaugural que escribiese al lado de su hermano, el también escritor y también laureado Jorge Eliécer.
"Éramos provincianos que escribían pero no sabíamos dónde publicar nuestros trabajos. Nadie nos conocía y nadie se iba a arriesgar a sacar nuestros libros. Entonces con Jorge Eliécer tomamos la temeraria decisión de fundar una editorial propia, donde se acogiese el trabajo de los muchos artistas de la palabra que ya tenían obras prestas a ver la luz", rememora Pardo.
Y así fundaron Pijao Editores, dando luz verde a lo que sería una eclosión de talento, que habría de buscar en la noche de la incomprensión para encontrar un puerto firme. En esa generación estaban además de Carlos Orlando y Jorge Eliécer Pardo, los grandes maestros Héctor Sánchez, Manuel Giraldo, Magil, Humberto Tafur y el incesante Benhur Sánchez. Sus creaciones empezaron a encontrar cómplices en los lectores y llegaron a calar tan hondo en sus corazones, que alguien habló, durante los años 80, del boom del Tolima.
Y aquella aventura temeraria se quedó con los hermanos Pardo para siempre y les donó una razón de vida y una pasión meticulosa e infinita. En la actualidad Pijao Editores es una de las más prestigiosas casas editoriales regionales de Colombia, con innumerables colecciones y grandes plumas en su catálogo. Abarca la novela, el cuento, la poesía, el ensayo y los estudios literarios. De hecho, Pardo se ha internado con el ojo primordial del erudito, en la increíble tarea de leer y comentar la inmensa mayoría de los títulos aparecidos en el Tolima durante su historia.
Y este perseguidor de asombros, en esta última obra, Las otras vidas de mi hermana Gloria, que deslumbró al jurado del premio Gustavo Adolfo Bécquer, realiza una indagación a la necesidad que todos tenemos de encontrar el La Bass, el trasfondo, los entretelones y la luna escondida del universo, ya sea echando mano de la cartomancia, del espiritismo, de la interpretación de los sueños, del misticismo, de los presentimientos, de los signos esparcidos a través del bosque de los días o de la escritura de novelas...
Perpetua búsqueda de la otredad, de esa latencia evasiva y ese enigma indescriptible que se esconde muy adentro del corazón humano, y que cada criatura desea conocer o por lo menos desentrañar, nos veremos reflejados en esta creación, cuya protagonista es una mujer a veces ingrávida y a veces tan pesada como la carga de una roca milenaria, y que no es otra cosa que nuestra sed de infinito.
