“Me encantaría que Vargas Llosa me pegara”: Bayly
30 Abril 2023

“Me encantaría que Vargas Llosa me pegara”: Bayly

Crédito: Instagram Jaime Bayly.

El escritor peruano le confesó a CAMBIO que le encantaría recibir un puño de Vargas Llosa, predice que Petro no será un dictador y critica a la derecha de Paloma Valencia y María Fernanda Cabal por invocar a la Virgen María. "No le puedes ganar un debate a la Virgen", afirma.

Por: Simón Posada Tamayo

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El escritor y periodista peruano estuvo en la Filbo 2023 presentando su nueva novela, Los genios, que narra con dosis de ficción y no ficción la pelea que separó a los escritores Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez, y que terminó en un puñetazo en el ojo que noqueó al nobel colombiano. 

CAMBIO: ¿La pelea de Uribe y de Santos se podría comparar, en alguna manera, con la pelea entre Vargas Llosa y García Márquez?

Jaime Bayly: Sí y no. Porque estos eran genios. Uribe sentía que él había inventado a Santos, por tanto, Santos le debía lealtad. No es el caso entre Vargas Llosa y García Márquez. Pero sí es verdad que Vargas Llosa alegó que Gabo lo había traicionado, no por razones políticas, sino por razones sentimentales o eróticas. Es decir, en ambos casos uno de los dos alegó traición.

"Si Petro quiere tener éxito, tiene que aprender más de Boric y menos de Maduro". 

CAMBIO: ¿Usted ha visto el video en el que el exministro de Educación y candidato presidencial Alejandro Gaviria hizo unas predicciones sobre el gobierno de Gustavo Petro? ¿Podría darnos sus propias predicciones?

J. B.: Sí, vi el vídeo. A mí me parece que Gaviria no estaba tan extraviado con sus predicciones. Yo diré las mías. Primero, creo que no es malo que la izquierda haya ganado en Colombia. Hubiera preferido otra izquierda, no esta, pero esta fue la que ganó. ¿Una izquierda como la de quién? Fajardo, Gaviria, cualquiera de ellos dos.

CAMBIO: ¿Ellos le parecen de izquierda?

J. B.: Una izquierda moderada, democrática. No me molesta Petro, me parece una persona inteligente, es un hombre que sabe debatir, que sabe hablar, que sabe leer.  Dicho eso, yo me atrevo a predecir que Petro no se va a convertir en un dictador, no va a dinamitar la democracia colombiana. Colombia tiene una democracia muy robusta, de muchas décadas, no puedes decir lo mismo de Venezuela, no puedes decir lo mismo de Perú, no puedes decir lo mismo de Chile. Ustedes son una democracia desde los 50, cuando cayó Rojas Pinilla, aquí no ha habido un Chávez, ni ha habido un Fujimori, ni ha habido un Pinochet, ni en tiempos recientes un Pedro Castillo que cierre el Congreso. Ni los presidentes van presos ni se pegan un tiro. Entonces no están tan mal tampoco. En general, la gente siempre se queja. Tú llegas a París y todo el mundo se está quejando, porque quieren aumentar la edad de la jubilación. Tú llegas a Madrid y todo el mundo se está quejando. Y en Bogotá y en Lima y en Buenos Aires y en Santiago. Ustedes no están tan mal. Entonces, primera predicción: Colombia va a seguir siendo una democracia. Petro es lo bastante sofisticado intelectualmente como para no destruir la democracia colombiana. 

"La derecha uribista ha sido siempre muy religiosa, te hablan de Dios, te hablan de la Virgen, entonces, ¿cómo puedes tú polemizar contra la Virgen?".

Pero voy a hacer una segunda predicción sobre Petro. Si Petro quiere tener éxito, tiene que aprender más de Boric y menos de Maduro. Tiene que aprender más de Michelle Bachelet o de Tabaré Vázquez, que en paz descanse, que de Pedro Castillo. Yo quiero que a Petro le vaya bien, pero veo señales luminosas, no puede defender a Pedro Castillo. No puede confrontar a la pobre señora Dina Boluarte. Lo que hizo Castillo fue un golpe de Estado chavista, quiso cerrar el Congreso, quiso convertirse en dictador, entonces ¿qué hace Petro defendiendo a un golpista?

Luego, echan de este país al pobre Guaidó. El pobre Guaidó se había escapado de Venezuela porque no podía salir legalmente, si lo intentaba lo metían preso. No lo tienes que echar así, lo puedes recibir, lo escuchas media hora, lo invitas a un café y te haces una foto con él. Y luego, no puedes mandar a Caracas a un embajador como Benedetti,  que no hace sino sonreírle a Maduro, su papel diplomático es sonreírle a Maduro. Por ahí no va bien, entonces yo creo que Petro tiene que aprender de la izquierda moderna, que tiene un sentido ético. Entonces muy bien que sea de izquierda, muy bien que quiera repartir más equitativamente la riqueza, pero la izquierda tiene que tener un cierto respeto a la democracia. Entonces si tú eres de izquierda, eres un demócrata, pero defiendes a Castillo y le sonríes a Maduro, por ahí no va, por ahí no. Yo no le pido que no sea de izquierda, entiendo que él es de izquierda, está muy bien, pero Boric, Bachelet, Tabaré Vázquez, el propio Biden... seamos serios: si en Caracas hay un dictador, de mala entraña, no le sonrías tanto. 

A mí se me tiene como un derechista, como un uribista, yo no soy un derechista, yo soy un liberal, yo soy un libertino. Yo estoy a favor de los gais, estoy a favor del aborto, estoy a favor de las drogas medicinales, recreativas, yo soy un liberal, estoy en contra de los curas, estoy en contra de los militares, detesto a los militares, detesto a los curas, son dos partidos políticos, estos son los dos partidos políticos que hacen daño, la Iglesia y los militares. Así que a mí me gustan los políticos de izquierda que son modernos, que son verdaderamente progresistas, como Alejandro Gaviria o como Fajardo.

CAMBIO: ¿Qué opina de esto?: María Fernanda Cabal 2026. 

J. B.: No. No la conozco suficientemente, ni a ella ni a Paloma Valencia. 

CAMBIO: ¿No ve usted un giro a la derecha después de este periodo de Petro?

J.B.: Sí, pero no sé si a esa derecha. Me explico: a mí no me gusta la derecha religiosa conservadora. Esa derecha, no sé si de Cabal, de Valencia, pero en general me parece que la derecha uribista ha sido siempre muy religiosa, te hablan de Dios, te hablan de la Virgen, entonces ¿cómo puedes tú polemizar contra la Virgen? Estás perdido, no le puedes ganar un debate a la Virgen. A mí eso me preocupa, la política tiene que que ser un intercambio de ideas sin hablar de religión. La religión es una cosa íntima, entonces cuando la derecha es tan religiosa se vuelve antiliberal, porque en nombre de Dios y de la Virgen entonces condenas a los gais, a las mujeres que abortan, condenas a los que fuman porro, condenas a media sociedad. Y así no se puede. 

A  mí me parece que Colombia necesita líderes de derecha, modernos, laicos, liberales. ¿Quién? No tengo idea, no los conozco todavía. Pero esa derecha conservadora, religiosa, a mí no me atrae, no me veo en ella. Pero por ejemplo, uno que es medio loco pero que me inspira simpatía es Javier Milei, en Argentina, ese sí que es un liberal. No sé si va a ganar o no, no lo conozco, no lo he entrevistado, pero me gusta que la derecha tenga esa capacidad de cuestionar a la familia conservadora, religiosa, y escindirse de ella. Entonces, vamos a ver: "yo soy de derecha, pero estoy con los gais, yo estoy con las mujeres que quieren abortar, yo estoy con todos los adultos que se quieren intoxicar. Y no quiero ser amigo de los militares ni de los curas". ¿Qué tal si comenzamos con esa agenda mínima? 

CAMBIO: Vamos al libro. ¿Con cuántas personas habló usted para escribir Los genios?

J. B.: Te diría que con docenas de personas, escritores, periodistas, críticos literarios, editores, mi agente, Carmen Balcells, que ya no está; sus lugartenientes, sus subordinadas, que conocían algunos secretos. Casi todo lo que me han contado, me lo han contado sin saber que yo luego escribiría la novela.

"¿Qué le costaba a Vargas Llosa ir a la casa de García Márquez en Cartagena, darse un abrazo, reírse un rato? Nada, no lo hizo, no quiso hacerlo". 

CAMBIO: ¿Es decir que Balcells no sabía que usted iba a escribir una novela sobre el incidente del puño? 

J. B.: Carmen sí sabía, yo se lo dije, ella no quería que yo escribiera esta novela, me lo prohibió tajantemente, y tampoco quería contarme mucho de la pelea, de los genios sí. Pero la novela no es solo de pelea y el puñetazo, es sobre los genios, sobre la década casi en que fueron grandes amigos, sobre otros genios que dan vuelta por ahí... Hay genios muy formidables que están más cerca de Gabo, como Neruda; hay genios muy formidables que están más cerca de Vargas Llosa, como Jorge Edwards. Edwards y Mario rompieron con Fidel Castro por el caso Padilla. En ese momento Gabo y Mario llevaban cuatro años conociéndose. Esa fue una primera decepción que Mario se llevó de Gabo. Mario, Edwards y Plinio quisieron que Gabo rompiera con Fidel Castro, con la revolución cubana, y Gabo no quiso. Ahí se crea una primera distancia. Pero los que creen que Vargas Llosa le pegó por razones políticas se equivocan, no fue por eso. Alguna gente mal informada dice "no, es que Vargas Llosa le pegó porque García Márquez era comunista o era espía de Fidel Castro o era adulón". Sí había una decepción, moral, intelectual, política. Sí había un distanciamiento, eso sí, pero el puñetazo no fue por razones políticas.

CAMBIO: Usted era cercano de la familia Vargas Llosa. ¿Ellos le hablaron alguna vez del episodio del puñetazo?

J. B.: A Mario le pregunté y no quiso hablar. Se cortó, se puso tenso, torció el gesto. Para mí fue muy evidente que la historia le avergonzaba. Y aún ahora, si tú le preguntas a Mario "oye, ¿por qué le pegaste a Gabo? ¿Por qué lo agrediste? Lo dejaste nocaut, inconsciente". Yo creo que él no se siente muy orgulloso de ello, le abochorna recordarlo, reconoce que fue un error, no le gusta hablar del tema, esquiva la cuestión, dice "no, yo de ese tema no voy a hablar", dice "de eso que investiguen mis biógrafos". Ok, eso es lo que yo he hecho. 

Cuando le pregunté a Gabo, él se moría de risa. Gabo no se puso tenso, no se enfurruñó. Me dijo "es que yo no me peleé con Mario, él se peleó conmigo". Y fue Gabo el que me señaló, con esa astucia gatuna, suya, un poco el camino a seguir: "habla con mis amigos, ellos te van a contar", me dijo y eso fue lo que hice hace 25 años. 

"Mario le tenía ganas a la señora Preysler hacía décadas". 

CAMBIO: Usted dijo que le iba a enviar una copia de su novela a Vargas Llosa. ¿Ya se la envió?

J. B.: Sí, se la hemos enviado.  

CAMBIO: ¿A cuántas direcciones?

J. B.: [Risas] Uno ya no sabe si a Lima, a Madrid o a París. Se la enviamos a Madrid. 

"¿Qué anciano de ochenta años deja a su mujer de 50 años?". 

CAMBIO: Muchas de las conversaciones sobre esta novela giran en torno a los hombres, a los genios, a García Márquez y a Vargas Llosa, pero se dice poco de Patricia Llosa, que para mí es fascinante. ¿Por qué ella le perdona tanto a Vargas Llosa? Hasta hoy en día, después de lo de Isabel Preysler, Patricia parece haberlo perdonado todo. Incluso, su hijo Álvaro dijo hace unas semanas que sus papás están juntos y felices. Ella ya lo perdonó por la Preysler, al parecer. ¿Cómo es Patricia Llosa? Es casi una protagonista silente de esta novela.

J. B.: Silente, sí, en las sombras. Pero ella es un genio, un genio subestimado por los genios públicos, un genio incomprendido. ¿Y por qué digo que es un genio? Porque ella comprende y perdona a Vargas Llosa, en la novela y después en la vida misma. De manera que Patricia ha demostrado que ella ha sido capaz de escuchar, de comprender, de perdonar, algo que Mario no ha sido capaz. Mario ha elegido siempre cultivar el rencor, Patricia no. Mario cultivó el rencor con García Márquez, durante décadas. Carmen Ballcels quería que se reencontrasen, quería que se dieran un abrazo, Gabo estaba viejito, no se acordaba de un carajo, ya no tenía casi memoria, ¿qué le costaba a Vargas Llosa ir a la casa de García Márquez en Cartagena, darse un abrazo, reírse un rato? Nada, no lo hizo, no quiso hacerlo o no pudo hacerlo. Entonces, Patricia en ese sentido tiene la genialidad de la empatía, de la compasión, del entendimiento al otro, "¿Por qué me humilló? ¿Por qué me traicionó? ¿Por qué me dejó y por qué ahora vuelve y me pide perdón?". Y después como en la vida misma, como ha ocurrido hace unas semanas. 

Cuando yo he escrito todo esto no sabía que iba a terminar con la Preysler, que iba a volver arrepentido a Patricia.

CAMBIO: En la novela aparece Isabel Preysler de manera breve.

J. B.: Sí, en el Hotel Jaragua, en Santo Domingo. Mario le tenía ganas a la señora Preysler hacía décadas. Esa anécdota es real, coincidieron en ese hotel e Isabel lo ve, a lo lejos. Mario no registra ese momento. Él no sabía quién era ella, ni quién era Julio Iglesias. Mario es muy ensimismado. Así que vive para él y cuando tiene una urgencia de escribir una novela, manda todo al carajo. Incluso a su esposa, a sus tres hijos, se va. Un poco egoísta, un poco machista, así ha sido toda la vida. Fíjate que ha dejado a su mujer, a Patricia, a punto de cumplir 80 años, ¿qué anciano hace eso? ¿Qué anciano de ochenta años deja a su mujer de 50 años? Se pelea con dos de sus tres hijos, empieza a salir en Hola!, y da una fiesta por sus 80 años en un hotel en Madrid y dice "he descubierto que la felicidad tiene un nombre. Isabel Preysler". Vaya cursilería. Y después, cuando termina con la señora Preysler, dice "por fin he recuperado mi libertad". No me jodas, ella no te secuestro. ¿No eras un rey en la casa de la señora Preysler? Tú elegiste vivir esa aventura y yo no lo repruebo, pero él eligió vivir esa aventura. 

CAMBIO: ¿Cuándo fue la última vez que usted habló con Patricia Llosa?

J. B.: Tú sabes que yo la he entrevistado en televisión. Patricia Llosa nunca ha dado una entrevista en televisión. La última vez fue cuando le propuse que me contara su versión de la historia de esta novela. Yo te hablo de hace unos años, ya Mario estaba con Isabel. Le dije "Patricia, yo voy a escribir esta novela, con tu versión o sin ella. A Gabo ya no se la puedo contar, porque no tiene memoria y él luego se muere. Así que necesito tu versión. Cuéntame qué pasó, ¿qué te hizo Gabo? Porque Mario le tira un puñetazo y le dice 'por lo que le hiciste a Patricia'. ¿Qué te hizo? ¿Mario se atacó de celos o tú le contaste a Mario ciertas cosas exageradas para que Mario sea afiebrara". Patricia no quiso hablar, "no, de ese tema no voy a hablar". 

CAMBIO: ¿Usted tiene a Patricia Llosa en su WhatsApp?

J. B.: No, es que yo no uso WhatsApp.

CAMBIO: Ahora hábleme de su pelea con Vargas Llosa.

J. B.: Ha sido una pelea de años y no ha sido una pelea por libros, por novelas, sino por política. Tengo que reconocer que los dos somos muy odiosos políticamente, y no es necesario, porque somos escritores, pero nos vamos a la guerra. Entonces, por ejemplo, él apoyaba a Toledo, en el año 2001, y yo no. Yo decía "es un canalla, es un bribón, yo sé que está negando a su hija biológica, no lo apoyen", esa fue la primera guerra. Diez años después, él y Álvaro, su hijo, apoyan a Humala, yo no quería apoyar a Humala, porque a mí me parecía un militar, bruto, corrupto, que había recibido dinero de Chávez, y le dije "no lo apoyen", y lo apoyaron. Eso provocó la ruptura de la amistad, desavenencias políticas.

CAMBIO: ¿Usted ha hablado con Isabel Preysler?

J. B.: No la conozco, pero me encantaría. Yo he maliciado la novela hace 25 años, y la he escrito hace unos años. La escribí en serio en los años de la pandemia, el 20, el 21. No se me ocurrió siquiera llamar a Isabel. De repente ahora sí, en algún momento si estoy en Madrid le llevaría la novela, se la daría dedicada, me gustaría hablar con ella. 

CAMBIO: ¿Qué pasaría si Vargas Llosa entra por esa puerta y le da un puño? ¿Qué haría usted? ¿Le responde?

J. B.: [Risas] No, lo primero que haría es decir "Simón, graba". Eso sería lo primero, te diría "¿está prendido tu celular? Graba todo, graba todo". Fíjate, me encantaría que me pegara, sería el momento más glorioso de mi existencia. De ahí saldría otra novela, mucho mejor. Yo digo que si Vargas Llosa le hubiera dado el puñetazo a García Márquez ahora, año 2023, en un teatro en México, delante de gente, eso hubiera sido un escándalo monumental, porque la gente lo hubiera grabado. En aquella época nadie tenía cámara para fotos, no quedó registro. Al día siguiente Gabo se hizo la foto con el ojo morado, pero si eso ocurre ahora estaría en YouTube y en TikTok, nos haríamos famosos. 

CAMBIO: ¿Cuándo fue la última vez que usted habló con Vargas Llosa? 

J. B.: Nos encontramos en la Feria del Libro de Guadalajara y me invitó a cenar, hace no muchos años, o sea que ya nos habíamos peleado por Toledo, por Humala, pero mal que mal fue un encuentro cordial, yo le hablé de Las travesuras de la niña mala, que me había encantado. Lo que pasa con Mario es que yo puedo discrepar políticamente de él, puedo incluso discrepar de sus elecciones frívolas, estéticas, pero sus libros me parecen casi siempre geniales, entonces cuando vuelvo a él como lector, me gana siempre. 

CAMBIO: ¿Usted le ha dado un puño a alguien?

J. B.: No, nunca. Me lo han dado a mí, mi padre, lo mismo que el padre de Mario a él, Ernesto Vargas. Mi padre era un hombre muy violento, le gustaban las armas de fuego, tenía muchas armas, le gustaba matar animales y le disgustaba profundamente cómo era yo, entonces de vez en cuando me pegaron.

CAMBIO: ¿Por qué Vargas Llosa se convierte en su propio papá, dándole puños a todo el mundo, a García Márquez y a su hijo Álvaro, y usted no sigue los pasos del suyo? 

J. B.: Yo creo que hay dos cosas que le pasaron a él que a mí no me pasaron. A él lo meten a un colegio militar, a mí no. Y en ese colegio militar, para sobrevivir, él aprende a dar golpes, él aprende a pelear, a trompearse, como se decía. La otra cosa que él vivió y yo no fue que él le pierde el miedo a su padre y un buen día le da un puñetazo, y ese día su padre deja de pegarle a él y a la madre de Mario. Yo nunca me atreví a pegarle a mi padre. Entonces, de alguna manera Mario tuvo ese poder, el poder de los puños, de los puños enrabietados, preñados de rencor, yo no, yo no sé pelear, Mario sí sabía. 

CAMBIO: Usted describe en la novela un episodio en un restaurante en Los Ángeles, Estados Unidos, donde Vargas Llosa se encuentra con su papá, que trabaja como mesero en ese lugar. ¿Eso es ficción u ocurrió de verdad?

J. B.: Sí, el padre era camarero del Beverly Hilton, Mario fue ahí al almorzar con Susana Diez Canceco y se encuentran, y Mario lo trata con frialdad, con una frialdad perfectamente comprensible, por todas las maldades que le había hecho Ernesto Vargas, su papá. Mario es duro con el padre, pero el padre se lo merecía. 

CAMBIO: Hay otra escena en que recrea el matrimonio entre Vargas Llosa y su prima, Patricia Llosa, y allí llega su papá, Ernesto Vargas, con una pistola y dispara. ¿Eso ocurrió en realidad?

J. B.: Yo creo que él no irrumpió a tiro limpio en el templo, pero esto lo contó el propio Mario, y dice que su papá andaba con una pistola por Lima, diciendo "¿dónde está Mario?", porque estaba avergonzado de que su hijo, primero se casara con la tía  y después se casara con la prima. Al padre la parecía esto una cosa abominable, incestuosa, pero sí tenía una pistola y decía que quería matarlo. Yo simplemente eso lo proyecté al casamiento. 

CAMBIO: Se ha dicho mucho que Vargas Llosa fue su padrino literario. ¿Qué tan cierto es eso? 

J. B.: Es cierto, hace exactamente 30 años, años 92, 93, y escribí un montón de versiones de mi novela No se lo digas a nadie, y no sabía si la novela tenía algún valor, no conocía a ningún editor, él leyó el manuscrito, le gustó y me dijo que había que publicarlo y me ayudó mucho a encontrar un editor en Barcelona, Seix Barral. Gracias a él se publicó la novela. Es absolutamente cierto que él fue muy generoso en apadrinar mi debut literario. Y entonces no es menos cierto que yo soy un parricida, porque si él fue mi padre literario ahora en mi nueva novela, Los genios, he matado a mi padre literario, como en aquella primera novela, No se lo digas a nadie, maté literariamente a mi padre biológico.

CAMBIO: Entonces esta sería su Historia de un deicidio [la novela que Vargas Llosa escribe sobre García Márquez y lo erige como dios único de la literatura].

J. B.: [Risas] Sería Historia de un parricidio.

CAMBIO: ¿Qué opina usted del lenguaje inclusivo?

J. B.: Opino que está bien que los machos traten de ser menos machos y más femeninos. Detesto el machismo, el puñetazo fue un exabrupto machista. Si Mario hubiera sido más sensible y más femenino le habría dicho a Gabo, vámonos a un bar, tomémonos unas copas y cuéntame qué pasó. Entonces sí, estoy a favor de que el lenguaje, las palabras y los hechos, los actos, la conducta, demuestren que los machos ya no son tan machos, y que la hombría, la decencia, la caballerosidad, se pueden ejercer con delicadeza.

CAMBIO: ¿Es decir que su próxima novela podría estar escrita en "nosotres"?

J. B.: [Risas] No llego a tanto, pero sí me gusta postular la idea de que en estos tiempos un buen amante heterosexual es un amante delicado, que las mujeres aprecian la delicadeza, que un buen amante heterosexual puede ser femenino, sin perjuicio del placer. 

CAMBIO: ¿De qué es su próxima novela?

J.B.: Siempre estoy maliciando algo. Ahora que venía de Miami para acá estaba corrigiendo una novela, es muy voluminosa, se titula La Sagrada Familia, y es una novela sobre mi numerosa parentela.

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