
Leyla Cárdenas y su exploración con los hilos del espacio, el tiempo y la memoria
Leyla Cárdenas.
Crédito: Sebastián Jaramillo Matiz
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La escultora colombiana Leyla Cárdenas explora en ‘Des tramo’ las múltiples posibilidades que ofrece la seda en la que ha impreso imágenes y separado sus hilos del entramado. La exposición se presenta en la Galería Casas Riegner.
Por: Eduardo Arias

Des tramo es la exposición que presenta la escultora bogotana Leyla Cárdenas, en la cual utiliza el hilo como (valga la redundancia) hilo conductor de una serie de piezas en que la artista imprimió sobre seda imágenes diversas. Varias de ellas las tomó de libros de grabados del pasado, otras de lugares más recientes que están en ruinas o abandonados, ya sea edificaciones o canteras. En un ejercicio de pericia y paciencia desbarató la trama de la seda y luego le dio a esos hilos sueltos, que todavía reflejan la imagen impresa en ellos cuando estaban unidos, formas y movimientos que le dan a esas imágenes originales significados inesperados. Eso explica el nombre de esta exposición. Destramar es desbaratar la tela y regresarla a su estado original de hilo.
Para lograrlo utilizó el método de la sublimación, un proceso de impresión complejo en el que la tinta se transfiere a la seda mediante calor y presión. Como la pintura pasa del estado sólido al estado gaseoso sin pasar por el estado líquido, se denomina sublimación.
Leyla Cárdenas nació en 1975. Es una artista que ha trabajado, a través de esculturas e instalaciones, objetos que exploran temas como la memoria, la historia, la destrucción y la transformación. En 1999 se graduó en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Los Andes y se especializó en escultura en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA). En 2004 regresó a Bogotá, ciudad que, como ella señala, ha sido uno de los principales temas de su trabajo, así como de sus reflexiones.
En su obra ella explora ruinas y lugares abandonados, y utiliza materiales diversos como madera, piedra, metal y otros objetos que ella encuentra. Casi siempre busca explorar la relación entre el pasado y el presente, reflexiona acerca de la memoria colectiva y personal, y crea espacios y atmósferas que invitan a la contemplación.
Su método de trabajo comienza en una investigación en la que ella se sumerge en la historia y la cultura del lugar sobre el que piensa trabajar. Luego se da a la tarea de recopilar los objetos que encuentra, por ejemplo, en una ruina, así como materiales naturales y elementos industriales, los que combina con diversas técnicas para crear formas y texturas únicas.
Leyla Cárdenas ha expuesto su trabajo en galerías y museos de Colombia, América Latina, Europa y Estados Unidos. Ha participado en bienales y festivales de arte contemporáneo, recibido premios y reconocimientos por su contribución al desarrollo del arte colombiano.
La reflexión entre tiempo, espacio y memoria que ha caracterizado su obra anterior también está presente en Des tramo, donde se hace más que evidente que Leyla Cárdenas sabe llevar a la práctica sus reflexiones y las preguntas que se hace. Esas imágenes que uno ha visto en libros de reproducciones de grabados del siglo XIX adquieren una nueva identidad gracias a esos minúsculos hilos ya separados que aún sostienen la imagen pero que también permiten ver qué hay detrás y darle una inquietante sensación de profundidad y a veces de desenfoque, lo que genera también un aire de ambigüedad y duda.
Algunas piezas se salen de la pared y aterrizan en el piso de la galería en diagonal. En otras piezas el destramo es parcial, o juega con la posibilidad de plegar y arrugar la tela y convertir una imagen plana en un objeto de tres dimensiones que evocan esos trazados de geometría en los que se representa la manera como se distorsiona el espacio a causa de la fuerza de la gravedad.
Leyla Cárdenas señala que el hilo siempre ha estado presente en su obra. Hace algunos días, mientras revisaba su archivo, cayó en cuenta de que una de las primeras piezas que expuso en Bogotá fue el dibujo de unas siluetas con hilo que cosió directamente a la pared. “Cuando recogía fragmentos de muebles y otros objetos rotos, los llevaba a mi taller y los cosía. Por ejemplo, la pata de una mesa la cosía a una parte de madera de la casa y la dejaba ahí un ratito. El hilo siempre ha estado un poco presente”.
Como se especializó en escultura, esta educación de su mirada la llevó a ver el mundo a partir del cruce continuo entre el tiempo y el espacio. “Una vertical, una horizontal y una tercera dimensión. Siempre me ha interesado la tercera dimensión y el espacio como material de trabajo. Bogotá ha sido material de trabajo”. Señala que eso no explica el uso de textiles, pero sí su obsesión por la grilla, por una trama que se impone sobre otra. “Esa analogía tan bonita que tenemos de la trama. La trama urbana, pero también la trama en una ficción, la trama en un tejido y el tejido como escritura”.
Su punto de partida siempre ha sido la ruina urbana. “Las ruinas lanzan preguntas y cuestionan nuestra temporalidad en este mundo. Nos dejan en un lugar ambiguo con respecto a donde estamos y lo que estamos viendo. Cómo leemos eso que vemos”.
Su ideal es trabajar con un sitio específico o coger materiales de ese sitio específico. Cuando no puede manipular el objeto le toma una foto. “Pero la foto nunca se queda impresa en papel, quietita, sino que la recorto. Si estaba agrietado el lugar, entonces agrieto en la parte del lugar que estaba agrietado, la arrugo, la pego a algo, le doy un peso, materialidad”.
Ese trabajo con lo fotográfico le planteó preguntas materiales y tuvo varios momentos de iluminación que le dictaron las ruinas. Uno fue una malla de esas que le ponen a un edificio patrimonial que se está restaurando. Para que no se dañe la foto del turista, los restauradores imprimen una imagen del edificio, por ejemplo la torre de un campanario, la imprimen en una malla y con ella camuflan los andamios. “Es como una especie de fantasma del mismo edificio. Uno ve el fantasma, pero no ve el edificio”. El punto de partida para llegar al tejido fue una malla. “Sí, está el tejido en todas partes. Toda esa destrucción para TransMilenio me ha dado mucho material de trabajo, debo decir”.
Agrega que esa especie de mortaja es como la última cara de ese edificio. A veces es la última pared en pie de un lugar. El espacio adentro ya se cayó, no hay nada que recuerde cómo era ese espacio y sólo queda esa fachada para leer algo de ahí.
Una vez ella quería imprimir un fantasma que era el puente que atravesaba la Avenida Jiménez justo en la carrera Séptima. Un puente sobre el río San Francisco, del cual sólo aparecían menciones en crónicas y narraciones, pero nunca una imagen porque no había fotografía. “Fue un puente que destruyeron. El río se canalizó y nunca lo vemos. Pero su huella es la única serpiente en medio de una trama cuadriculada de la ciudad. Ese río siempre me ha llamado mucho la atención”. Entonces cuando estaba buscando imágenes de ese puente se dijo: “El puente es un fantasma, tiene que estar en una malla transparente. Leí una cosa muy bonita de Berger ,que es un teórico de arte, que dijo: la fotografía sólo necesita de dos elementos. Luz y tiempo”.
Y mágicamente como ella dice porque todo sucedió al mismo tiempo, se encontró con la técnica de la sublimación sobre seda. Empezó a hacer unas pruebas y le gustó mucho esa transparencia. Pero también que la imagen se resistiera a desaparecer del todo y quedara pendiendo de un hilo. “Esta exposición, ese des tramo es toda esa búsqueda de qué más podemos dejar pendiendo de un hilo, qué más está pendiendo de un hilo en este tejido de nuestra vida. Si uno se empieza a ir bien lejos está siempre acompañándonos. No es metáfora, no es analogía, es verdad. Es como en los tejidos indígenas. El tejido sostiene el mundo, una malla sostiene el mundo. Es una malla espacio temporal”.
Destramar un tejido tan ligero y frágil no parece tarea fácil. Pero Leyla Cárdenas señala que es similar a lo que ocurre cuando a un saco o una camiseta se le sale un hilo. “Uno empieza a jalarlo y a jalarlo. Hay que jalar el hilo apropiado. He tenido que inventarme tecnologías para el destejido”. Para ella es cuestión de tiempo y paciencia, y mucha curiosidad. “No es muy misterioso”.
Para ella tiempo y espacio son muy cíclicos. “Cuando uno empieza a preguntarse por el tiempo y el espacio en un lugar específico siempre hay capas para explorar y hay que ir más lejos. La superficie es absolutamente profunda. Lo que permite la técnica es mucha intriga de qué tan lejos se puede llegar en ese hilo que ya es como el último filamento que sostiene todo”.
Lo que le interesa en la ruina y en la fragilidad tiene que ver con que siempre ha trabajado los materiales o las instalaciones que hace llevándolos hasta, dice ella, “el punto más imposible. El del ‘ya no se va a sostener’. Una vez hice una mesita en chapilla de madera, que es como la tajada más delgadita que se puede sacar de un tronco de madera, y la pele y la pelé y la pelé hasta que fuera una fibra de madera la que se sostenía levemente . Esa mesa como que flotaba. No sé, ha sido una obsesión perseguir ese extremo, llegar a ese último hilo que sostiene algo”.
Des tramo
Leyla Cárdenas
Galería Casas Riegner
Carrera 70A No. 7-41
