
“Lo que yo llamo el desorden mundial puede ser muy peligroso”: Gabriel Iriarte Núñez
Gabriel Iriarte Núñez.
Crédito: Archivo particular
Entre 1980 y nuestros días han pasado 45 años plagados de hechos que han conmovido y también cambiado el mundo. ‘El gran desorden mundial’, recién editado, recoge una selección de los artículos sobre política internacional que publicó Gabriel Iriarte Núñez en diversos medios escritos de Colombia en estos 45 años.
Por: Eduardo Arias

En enero de 1980, Gabriel Iriarte Núñez comenzó su carrera en los medios de comunicación. Muy pronto adquirió gran renombre como analista internacional, un área poco explorada por la prensa de Colombia. Varios de esos medios acogieron sus columnas y, 45 años después, una selección de casi cien de ellas compone el libro El gran desorden mundial, que da cuenta de los sucesos que marcaron el panorama de las relaciones entre los países del mundo en las últimas cuatro décadas y media.
Es de destacar la introducción, titulada Auge y fracaso de la distención 1969-1979, escrita especialmente para el libro con el fin de presentar de manera muy completa y concisa los antecedentes que explican por qué estaba como estaba el planeta el 1° de enero de 1980.
El libro puede verse como un relato de varios de los acontecimientos que marcaron el devenir del mundo contemporáneo, pero también como un testimonio de cómo se interpretaban los hechos en el momento en que sucedían y contrastar así esa mirada con la de un observador de 2025 que escarba en el pasado. CAMBIO conversó con Iriarte acerca de la obra, las circunstancias de su edición y también sobre los grandes cambios que ha vivido el mundo, algunos de ellos inesperados, incluso inimaginables en aquellas décadas anteriores.
CAMBIO: Usted estudió antropología. ¿De qué manera se interesó por la geopolítica?
Gabriel Iriarte Núñez: Efectivamente, yo estudié antropología, me gradué y durante más de 10 años ejercí la docencia a nivel universitario. Sin embargo, desde la niñez y especialmente desde la adolescencia me interesé vivamente por los temas relacionados con el siglo XX, las relaciones internacionales del siglo XX, la historia del siglo XX, porque mi padre tenía una muy completa biblioteca sobre temas como la segunda y la primera guerras mundiales y mi hermano Alfredo se interesaba muchísimo, además, por la guerra civil española. Entonces, en medio de ese ambiente no era extraño que yo me inclinara por esos temas.
CAMBIO: ¿Cómo influyó su paso por la universidad durante los años sesenta?
G. I. N.: Me tocó vivir una época de grandes acontecimientos a nivel internacional. Me acuerdo perfectamente de la crisis de los misiles en Cuba que por poco lleva a una confrontación nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Participé en muchas manifestaciones en contra de la guerra de Vietnam. Yo traduje para el grupo de teatro de la Universidad de Los Andes una obra del dramaturgo alemán Peter Weiss sobre la guerra de Vietnam. Incluso actué bajo la dirección de Ricardo Camacho.
CAMBIO: Claro. La militancia en las universidades era muy activa en aquel entonces.
G. I. N.: Sí. A finales de los sesenta y comienzos de los setenta los jóvenes, y especialmente los jóvenes universitarios, por lo menos en su gran mayoría, teníamos que involucrarnos de una u otra manera en una u otra posición en los asuntos internacionales. Ahí empecé a estudiar mucho más sobre todo lo que estaba sucediendo en ese momento en el mundo y poco a poco a preparar lo que terminó siendo la escritura de muchísimos artículos. En total, yo publiqué en diferentes medios de comunicación de Colombia cerca de 250 artículos, algunos casi ensayos de 10, 12 o hasta 14 páginas.
CAMBIO: ¿Qué lo llevó a escribir sus análisis?
G. I. N.: Siempre pensé que era una necesidad porque en esa época en Colombia muy poco se hablaba de los temas internacionales. En los periódicos, el espacio que se destinaba para el análisis de los asuntos foráneos era reducido comparado con los medios de otros de los países europeos o de Estados Unidos. Yo vi que ahí había un espacio para dar a conocer por lo menos una opinión y un análisis, obviamente con mucha información. El primer artículo que publiqué fue en 1980, dos semanas o tres semanas después de la invasión soviética a Afganistán.

CAMBIO: ¿Cuál o cuáles temas en particular lo apasionan más?
G. I. N.: Desde un principio, los temas que más me interesaron fueron las relaciones entre las dos grandes potencias de la época de la guerra fría, o sea, la Unión Soviética y Estados Unidos. Prueba de ello es que el primer artículo que publiqué en 1980 fue sobre la invasión de la Unión Soviética a Afganistán. De ahí en adelante comencé a trabajar, investigar y escribir muchísimo, uno o dos artículos mensuales en diferentes medios, guiado por ese leitmotiv hasta el final de la guerra fría en 1989-90. El libro refleja ese esqueleto, esa columna vertebral.

CAMBIO: ¿Y qué ha sucedido tras la guerra fría? ¿Cuáles son los nuevos leitmotiv?
G. I. N.: Cuando se desbarató la Unión Soviética, quedó lo yo llamo un momento unipolar, el momento de Estados Unidos, que duró hasta aproximadamente 2007 o 2008. Casi dos décadas en las que Estados Unidos pudieron actuar casi que a sus anchas en el mundo, porque no tenían un rival de su tamaño. Rusia, la sucesora de ese imperio soviético, estaba en ese momento completamente desbarajustada, en una crisis económica brutal, disminuida en el sentido económico y en el sentido político. En el sentido militar, no. Seguía y sigue siendo una gran potencia nuclear, por supuesto, y una gran potencia militar. Pero, de resto, es una potencia muy disminuida.
CAMBIO: ¿Qué consecuencias piensa usted que ha traído esa etapa unipolar?
G. I. N.: Estados Unidos decidió hacer algo que a mi juicio ha sido, y lo está demostrando la situación actual, un acto de irresponsabilidad absoluta. A pesar de haberle dicho verbalmente en varias oportunidades a la Unión Soviética que nunca se ampliaría la OTAN hacia las fronteras de Rusia, fue precisamente lo que comenzaron a hacer aprovechando la debilidad de ese país, lo que desembocó en este conflicto de Ucrania.
CAMBIO: ¿Qué pasó a partir de 2008?
G. I. N.: Por una serie de razones y de motivos, Estados Unidos comenzó a perder la fuerza que tenía y comenzó a surgir poco a poco una situación que yo llamo de multipolaridad. O sea, ya no es un polo o no son dos polos de gran poder los que existen en el mundo, sino varios. Estados Unidos, desde luego, a pesar de que tiene un debilitamiento progresivo, sigue siendo una gran potencia económica y obviamente una gran potencia militar. Lo que pasa es que con el nuevo siglo surgió lo que yo he llamado el tsunami chino: el desarrollo económico monstruoso por parte de China que nadie esperaba. Por supuesto, gestándose desde los años setenta y ochenta, pero en el nuevo siglo quedó en evidencia el extraordinario poderío económico y militar chino. Por otra parte, con el advenimiento de Putin al poder en 2000 Rusia tuvo una recuperación económica muy grande, y salió del agujero en la cual la dejó la disolución de la Unión Soviética y el gobierno de Yeltsin, que fue desastroso.

CAMBIO: ¿Podría hablarse de que existen más polos además de esas tres potencias económicas y militares?
G. I. N.: Sí. A lo largo de lo que de este siglo están surgiendo otros polos de poder. Por ejemplo, la India. No solamente es una potencia nuclear, sino que es el país con más población. Además, tiene un desarrollo económico muy impresionante. Asociaciones por ahora económicas como el BRICS de Brasil, India, Rusia, China, Sudáfrica y muchos otros países que están ingresando a él, se están convirtiendo inevitablemente en otro polo de poder. Europa, a pesar de toda su decadencia y de toda su pusilanimidad de frente a Estados Unidos sigue siendo en su conjunto un polo de poder. Son varios los polos de poder que hay en este momento y ya ninguna potencia puede, a pesar de lo que está haciendo Trump, actuar como el sheriff, como el matón del barrio, el único. Tiene que enfrentarse a una serie de potencias y de poderes, de contrapesos que impiden que pueda actuar como le venga en gana.
CAMBIO: ¿El mundo era mejor en 1980 que en 2025 o al contrario o en últimas es como la misma cosa?
G. I. N.: Eso es muy difícil de responder. En 1980 y como ya lo dije, el mundo estaba regido en gran medida, casi que totalmente, por dos grandes superpotencias, imperialistas por supuesto. No se nos olvide eso. Pero en el caso del armamento nuclear, habían llegado a acuerdos muy importantes no solo de limitación, sino incluso de reducción de armas nucleares. Hoy en día, prácticamente, ya no hay ningún tratado de reducción o de limitación de armas nucleares vigente, salvo el SALT II, que se vence en pocos meses y nadie quiere renovarlo. Estos tratados contribuían a mejorar el ambiente a nivel internacional y entre las dos superpotencias. Eso es una diferencia clave. Lo otro es que, para bien o para mal, las dos superpotencias ponían ciertas líneas rojas que ni ellas ni nadie podía cruzar. Obviamente hubo conflictos muy grandes durante la guerra fría. Estamos hablando de la guerra de Corea, la guerra de Vietnam, las guerras en el Medio Oriente, la de 1967 y la de 1973. Desde luego que hubo muchos conflictos, pero estuvieron acotados, limitados en su tamaño y en su geografía. Hoy nadie está respetando el derecho internacional. Las Naciones Unidas son absolutamente irrelevantes: no es que en los ochenta fueran muy importantes, pero tenía más fuerza lo que decía la ONU, lo que opinaba la ONU. Hoy nadie respeta las resoluciones de la ONU. Rusia invadió a Ucrania, Israel comete el genocidio de Gaza, Trump amenaza con invadir Panamá, Groenlandia y Canadá. Prácticamente nadie está respetando las normas internacionales y las reglas del juego mínimas para que el planeta viva en relativa o completa paz. Entonces, en ese sentido las cosas han cambiado sustancialmente.

CAMBIO: Por lo que usted señala, este es un momento peligroso.
G. I. N.: Sí. Lo que yo llamo el desorden mundial puede ser muy peligroso. Antes de la Segunda Guerra Mundial había un mundo multipolar. Estaban Alemania, Japón, Italia, Gran Bretaña, Estados Unidos, para no hablar de Francia. No es que cuando haya multipolaridad tenga que estallar una guerra mundial, pero sí es un caldo de cultivo muy propicio para que surjan conflictos de gran envergadura.
CAMBIO: Cuando arrancó el trabajo de armar el libro, ¿cuál fue el criterio de selección?
G. I. N.: Lo que pretendía y creo que lo logré en el libro es mostrar cómo ha evolucionado el acontecer internacional para llegar a la situación en la cual estamos hoy. La obra llega hasta poco después de la posesión de Trump: en algún momento había que cerrar el libro. Yo no podía seguir esperando a ver qué va a hacer el señor Trump. Pero está muy actualizado en ese sentido. Por otro lado, busqué los temas fundamentales como la carrera armamentística, el conflicto del Medio Oriente, Indochina, el derrumbe de la Unión Soviética, el auge de China o la guerra de Ucrania. Se hizo esa selección, se afinó, se redujo lo más que se pudo. Además, decidí introducir cerca de 40 mapas. A mí me parece que para explicar estos temas los mapas son fundamentales.
CAMBIO: ¿Se vio tentado a corregir las columnas, actualizarlas?
G. I. N.: No toqué los artículos. No fueron corregidos ni nada por el estilo. Pero en muchos de ellos inserté recuadros explicativos o con actualizaciones. Entonces, en temas que yo dije, por ejemplo "Estados Unidos decidieron instalar unos misiles de alcance intermedio en Europa Occidental para contrarrestar los que tenía la Unión Soviética al otro lado”, inserté un recuadro en el que explico qué pasó años después con esos misiles. Otros se hicieron para explicar qué era, por ejemplo, la Liga Árabe. Hoy en día en Colombia nadie lo sabe. Pero cuando yo publiqué el primer artículo donde mencioné la Liga Árabe, todo el mundo lo sabía porque estaba en las noticias. Eran artículos de actualidad. Hoy, muchos de esos artículos son de historia contemporánea. En ese sentido, el libro se puede leer de dos maneras. La habitual, que sigue un orden cronológico. Pero también se puede leer por temas y para ubicar los artículos pues el libro trae un índice al final. Si el lector dice: “yo quiero leer solo lo del Medio Oriente”, pues ahí están 10 artículos del libro sobre el Medio Oriente, que llegan hasta hoy o hasta hace unos meses. Fue un arduo trabajo de edición. Obviamente, mi experiencia como editor contribuyó y, por supuesto, la de los editores de Penguin Random House.
CAMBIO: Qué prefiere usted, ¿escribir o editar?
G. I. N.: Si uno ha sido editor, cuando escribe también edita. Es inevitable la compenetración de las dos actividades. Yo siempre tuve en mente el tema de la edición cuando armé el libro y cuando lo he escrito. ¿Cómo queda mejor? Que no haya repeticiones, que esto vaya primero que lo otro, en fin... Es inevitable.
CAMBIO: ¿Al tener el libro en sus manos no siente el gusanillo de retomar la escritura?
G. I. N.: Por supuesto. Cuando decidí hacer este libro ya había empezado otro proyecto de gran envergadura que responde a mis intereses desde joven por el siglo XX. El siglo XX es uno de los siglos no solamente más importantes de la historia desde el punto de vista de los avances científicos, culturales y de la civilización en general, sino también el siglo más destructivo y monstruoso en cuanto a conflictos que ha tenido la humanidad. Entonces, el siguiente proyecto que tengo es el siglo XX, desde los antecedentes de la Primera Guerra Mundial. O sea, desde finales del siglo XIX hasta no sé dónde cerrarlo. Si en la caída del Muro de Berlín o el comienzo ya del siglo XXI. Es un proyecto el que ya está empezado y creo que puede ser algo bastante interesante.
