‘La vorágine más allá’, un punto de encuentro entre dos maneras de vivir
13 Octubre 2024 02:10 am

‘La vorágine más allá’, un punto de encuentro entre dos maneras de vivir

'La vorágine más allá', de Mapa Teatro.

Crédito: Juan Cristóbal Cobo.

'La Vorágine más allá' es una obra de artes vivas coproducida por Mapa Teatro el Centro Nacional de las Artes Delia Zapata Olivella. Esta obra pone en escena algunas páginas de la novela de Rivera a través de una reinterpretación que desafía las narrativas tradicionales.

Por: Eduardo Arias

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La nación indígena Nukak fue víctima directa de la explotación cauchera en los primeros años del siglo XX. Con base en una atenta relectura de La vorágine, la novela de José Eustasio Rivera que cumple 100 años de haber sido publicada, Mapa Teatro desarrolló una narración desde una voz casi ausente en la selva descrita por Rivera, pese a que retumba desde las sombras en toda la historia. La de una comunidad que se aisló del resto de la sociedad durante la mayor parte del siglo XX para escapar del exterminio.

Mapa Teatro es un laboratorio de artistas dedicado a la creación artística transdisciplinar. Con sede en Bogotá desde 1986, nació en 1984 en París cuando los hermanos Heidi, Elizabeth y Rolf Abderhalden, artistas visuales y escénicos colombianos, comenzaron a desarrollar un proyecto que desde entonces ha impactado de manera contundente el desarrollo de las artes escénicas en Colombia. Son los pioneros de las artes vivas en Colombia y Latinoamérica.

La Vorágine más allá busca devolver, a partir de encuentros, documentos de archivo y ficciones, la presencia de este pueblo nómada de cazadores recolectores cuyos derechos siguen siendo vulnerados, lo que aún hoy pone en riesgo su supervivencia.

El montaje se presentará hasta el 20 de octubre en la Sala Fanny Mikey del Centro Nacional de las Artes. Es el resultado del trabajo que Mapa Teatro ha realizado en 2024 con una comunidad nukak, con la cual se tradujeron fragmentos de La Vorágine para presentárselos al público en castellano y en nukak nauyi, el idioma de los nukak. El resultado es una obra de 45 minutos, al que solamente podrán ingresar 40 espectadores a la vez. Con esta obra Mapa Teatro continúa su labor de investigar y reflexionar acerca de cómo la humanidad ha transformado y afectado los ecosistemas naturales de prácticamente todo el planeta.

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La vorágine más allá es una segunda parte de su obra La Luna en el Amazonas. Desde 2019 Mapa Teatro ha estado trabajando la idea de acercarse a la Amazonía. Si bien en La Luna en el Amazonas se acercaron al universo de los pueblos aislados por autodeterminación, pensaron que una buena forma de continuar esta búsqueda era acercarse a pueblos que se encuentran en una fase de contacto inicial. Es decir, que después de estar durante bastante tiempo aislados por autodeterminación deciden entrar de nuevo en contacto con la sociedad en general.

El pueblo nukak es el último pueblo nómada conocido del territorio amazónico colombiano y podríamos decir se encuentra en este momento en esa situación de contacto inicial, por eso empezamos a indagar un poco y en su forma de vivir ancestral y la forma actual de vivir después de este contacto con la sociedad ellos en 1988”, señala Ximena Vargas, integrante de Mapa Teatro. “Ellos empezaron a salir de la selva y llegar a Calamar, en el Guaviare, por una situación de salud. Una gran cantidad de la población estaba enferma por algunos contactos ocasionales con colonos y también por enfrentamientos con colonos y con guerrilleros en la zona, lo cual los había de diezmado grandemente”.

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Heidi Abderhalden recuerda esas imágenes en los años 80 y comienzos de los 90 inicios de un pueblo desconocido que salía a la carretera en el Guaviare y llegaba a Calamar. “Iban absolutamente desnudos, hablaban una lengua desconocida, un pueblo del que nadie tenía registro hasta el momento y que pareciera tener muy pocos registro de nosotros”. Los nukak habían tenido contactos con colonos y con evangelizadores que poco a poco habían entrado en contacto con diferentes pueblos entregándoles ropa, medicinas, ollas para cocinar, machetes, todo ello a cambio conocer y aprender a hablar su idioma y así iniciar el proceso evangelizador, que trae como consecuencia la pérdida de sus propias creencias y su cosmovisión.

Al indagar sobre los nukak los integrantes de Mapa Teatro cayeron en cuenta que los territorios del actual resguardo Nukak y del actual Parque Nacional Nukak, las dos grandes zonas donde ellos estuvieron aislados durante 100 años antes del contacto con el resto de la sociedad y que corresponde al 60 por ciento del departamento del Guaviare, coincide con el territorio que recorrieron los personajes de La vorágine. “Empezamos a atar esos cabos y nos dimos cuenta que era muy interesante pensar cómo pudieron haber convivido estas comunidades indígenas con estos personajes, y antes de ellos con el propio José Eustasio Rivera, que recorrió la zona tomando notas para escribir la novela”, señala Rolf Abderhalden. “Estas comunidades tampoco entraron en contacto con estos personajes de la novela a los que seguramente vieron pasar”. Esa reflexión se hace en la versión cosmográfica de La vorágine que conmemora los 100 años de la novela. Erna von der Walde y Margarita Serge, sus editoras, señalan estos encuentros como "unos teatros de sombras protagonizados por unos personajes que se encuentran escondidos detrás de los árboles, en las orillas de los ríos y que apenas se perciben, se medio dibujan, pero nunca se nombran y nunca salen completamente a la luz. Nunca tienen una palabra en la novela”, agrega Ximena Vargas.

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Para describir estos encuentros sutiles Mapa Teatro abrió unos intersticios en la novela para ubicar a la nación nukak en la realidad de hace 100 años y en la realidad de este momento, y jugar como en un cruce de miradas de orilla a orilla del río. “En un lado están Arturo Cova, José Eustasio Rivera y nosotros como Bogotá, blancos y centralistas, y del otro lado están esas poblaciones que se nombran en la novela de manera muy superficial, nunca con nombre propio. Se miran de soslayo, se sabe que están ahí, que están mirando a los personajes y los personajes apenas los medio descubren”, dice Heidi Abderhalden.

Para traer la versión de los nukak de esta narración tradujeron algunos pequeños fragmentos de la novela que les llamaron la atención. “Están relacionados con los árboles, la propia selva y la locura que provoca el encuentro con esta naturaleza que rodea a las personas, las abruma y hacen perder un poco la razón, el norte, que las hace perder como personas”, señala Rolf Abderhalden. Los tradujeron con la ayuda de dos familias, cada una de las cuales habla una variable lingüística del nukak.

Después hicieron una serie de grabaciones de relatos y de cantos de mitología que están presentes en la obra y decidieron continuar el proceso de creación en colaboración con ellos. Los invitaron a que los acompañaran en los días de la presentación. De ese modo, La vorágine más allá es un proceso de creación conjunta. "Para las presentaciones en el Centro Nacional de las Artes contamos con la compañía y la importante presencia en el lugar que se merecen cuatro mayoras y mayores y tres traductores más jóvenes", señala Ximena Vargas. Con ellos han podido dialogar con los mayores que no hablan castellano.

La puesta en el espacio del Teatro Fanny Mickey de las voces, las imágenes y los cuerpos nukak es una reflexión sobre lo que significa perder la forma de vivir para sobrevivir. “Es lo que está pasando con este pueblo”, señala Ximena Vargas. “Ellos tuvieron que salir a Calamar buscando auxilio para no morir de gripa y de todas estas enfermedades occidentales que los estaban atacando y para las que ellos no tenían ni defensas ni medicina”, En efecto, después de esta búsqueda de ayuda perdieron su nomadismo, su territorio y no solamente por el conflicto con los colonos sino también con el conflicto armado. Su territorio se convirtió en una zona de predominio de la guerrilla.

En este momento llevan 30 años o más en calidad de desplazados y refugiados, en una situación de hacinamiento y abandono, sin poder recuperar su forma de ser, de poder cazar, de mantener su nomadismo, de conseguir los elementos que necesitan y con un diálogo de sordos con las instituciones, que no se han puesto todavía al frente de su situación. Como señala Heidi Abderhalden, "ellos reclaman volver a su territorio en unas condiciones dignas y de seguridad. Su territorio está deforestado, cercado por los ganaderos, explotado por las minerías ilegales, controlado por los guerrilleros y con ninguno de ellos pueden negociar. Y aunque el gobierno declara que el territorio del resguardo nukak es su territorio propio y que ellos tienen la autonomía de habitarlo y de vivir en él en su forma ancestral, en realidad les está completamente vedado por todas esas circunstancias".

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