Marcelo Arbeláez y los desafíos de la montaña
6 Julio 2025 03:07 am

Marcelo Arbeláez y los desafíos de la montaña

Marcelo Arbeláez.

'Para qué fácil, si puedo hacer lo difícil’ es un libro que recoge una larga conversación entre los montañistas José Fernando Machado y Marcelo Arbeláez, alrededor de la vida de este último y de su entrañable amistad con Juan Pablo Ruiz, otro de los grandes portentos del montañismo en Colombia, quien murió a finales de 2023.

Por: Eduardo Arias

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Marcelo Arbeláez es uno de los pioneros del montañismo en Colombia. Él conversó con José Fernando Machado, quien además de ser también montañista es escritor y fotógrafo. Entablaron una conversación muy larga en torno a la vida de Arbeláez, pero también a su profunda amistad con Juan Pablo Ruiz, a quien Arbeláez conoció en el colegio. Ambos decidieron escalar la cumbre del nevado del Tolima cuando estaban en sexto de bachillerato y desde entonces compartieron en diversas expediciones que los llevaron a varias de las grandes cumbres de los Andes y el Himalaya (entre ellas el Everest) y a conquistar los picos más altos de todos los continentes de la Tierra.

Ambos también fueron socios de Epopeya, empresa a la que sigue vinculado Arbeláez y en la cual, ya con 25 años, además de organizar expediciones de montanismo, trasladaron sus conocimientos y experiencias sobre estrategia, trabajo en equipo, compañerismo y otras destrezas que aprendieron en sus éxitos y fracasos en la montaña que aplicaron como consultores, talleristas y conferencistas en empresas y otro tipo de instituciones donde esas habilidades que se adquieren en la montaña son de gran utilidad. Pero la conversación también es un largo diálogo acerca de la amistad, centrada en la que profesaron Arbeláez y Ruiz hasta el día de la muerte de este último a finales de 2023.

No sobra anotar que en 1984 Machado y Arbeláez fueron miembros de la primera expedición de colombianos a un pico de más de 8.000 metros, el Broad Peak en Pakistán, en la que hizo cumbre Manolo Barrios.

El resultado de esa conversación frente a las rocas de Suesca, santuario de la escalada en Colombia, es el libro Para qué fácil, si puedo hacer lo difícil. CAMBIO habló con Arbeláez y Machado acerca de este libro y también de por qué ese afán de los montañistas por llegar a cumbres casi imposibles y retar de esa manera su mente y sus cuerpos.

CAMBIO: Como dice el título del libro, ¿por qué el montañismo "hace difícil lo fácil"?

José Fernando Machado: El montañismo, aun sin llegar a un alto nivel de exigencia, es una manera muy estética y enriquecedora de complicarse la vida, en la medida en que se opone a “lo fácil”: el sillón, la televisión y las papitas a domicilio, como símbolos del confort que nos vende la sociedad de consumo. Cuando alguien busca por su propia voluntad el frío, la soledad, los caminos difíciles, las rutas donde no existe señalización y existe cierto nivel de riesgo es claro que va detrás de un logro personal que le agregue, al menos, varias rayitas a su ego, bien sea que comparta luego su experiencia o que la guarde para sí mismo. Para los montañistas vivir y sentir la vida con intensidad y casi poder escuchar cómo fluye la sangre por sus venas no sería posible desde lo fácil.

Marcelo Arbeláez: La actividad del montañismo, como tal, es el reflejo de la vida misma, por lo tanto, es común tener que enfrentarse a diferentes tipos de dificultades y obstáculos en el recorrido hacia el logro de un objetivo deseado, ya sea una cumbre, una pared vertical o incluso un sendero. Es por esto que hay que estar preparados para asumir las situaciones inesperadas que se presentan y que tienen la condición de ser difíciles, lo que hace que se enaltezcan las capacidades propias y de los compañeros para así superarlas y continuar el avance.

CAMBIO: ¿Qué hace atractivo escalar una montaña que desde abajo se ve inaccesible e incluso amenazadora?

J.F.M.: El reto. El ego es un pequeño demonio interno, pecaminoso, que nos dice al oído “¿cómo te va a quedar grande, si tú puedes?” Además, está la gratuidad de la gesta. Arriba no hay nada y el único premio es un latigazo de viento frío en los cachetes. Lograr lo que nadie o casi nadie ha conseguido es un camino rebuscado pero efectivo para tener historias que contarles a los nietos –se valen algunos aportes de la imaginación y exageraciones– y así conservar algo de respeto o consideración por parte de ellos, una generación que ha desarrollado como nunca antes la motricidad fina en solo dos pulgares.

M.A.: El gran atractivo es poner a prueba nuestra capacidad y preparación para superar lo que parece no serlo y así elevar nuestro sentido de confianza y superación de los límites.

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CAMBIO: Cuando se hace cumbre en un 7.000 o un 8.000, ¿no dan ganas de quedarse arriba y admirar un rato el paisaje? ¿Ese “tomarse rápido la foto con la bandera” y bajar lo más pronto posible no es un tanto frustrante?

J.F.M.: Sentimientos encontrados, arriba: deseo de quedarse, sí, no tanto para ver el paisaje –lo hemos visto durante todo el ascenso, o no lo vimos nunca porque estaba nublado–, como para no sentir más ese tirón en los músculos y ese ardor del ácido láctico desbordado en las piernas, y sentir, en cambio, que el aire que respiramos, por escaso que sea, por fin nos baña las paredes de los pulmones por algunos segundos más. Pero, por otro lado, el afán de bajar para asegurar un lugar en la carpa y envolvernos en el saco de dormir como una crisálida, teniendo en cuenta que el descenso implica otros riesgos, como el cansancio acumulado, el posible cambio de clima y la proximidad de la noche. La foto de cumbre tiene la virtud de eternizar el momento, contrarrestando la sensación de frustración.

M.A.: El momento de mayor vulnerabilidad y riesgo es cuando se está en la cumbre de una gran montaña, porque el descenso exige un alto nivel de atención y en ocasiones un mayor esfuerzo, debido al agotamiento y el cambio de las condiciones del clima y del terreno mismo. Se dice que la cumbre solo se alcanza cuando estamos sanos y salvos en el campamento base. Es así que en el montañismo como en la vida, alcanzar una cumbre o un objetivo es lo que llamamos “la mitad del camino” porque carece de valor lograr algo sin darle sentido para quién lo ha hecho y también compartirlo con otros.

CAMBIO: ¿Cómo ven ustedes la evolución y el nivel del montañismo en Colombia?

J.F.M.: Evoluciona lento, pero avanza, a pesar de las restricciones de la autoridad de Parques Nacionales Naturales, que no permite el acceso a las montañas más altas, pues no puede controlar desde los escritorios ni desde la caseta del vigilante... perdón, del guardaparques, las actividades que se realicen allí y su impacto en el ecosistema. Colombia, siendo un país tropical con el 40 por ciento de su suelo en cordillera, cuenta con escenarios únicos e inverosímiles para prácticas desde el turismo básico, el hiking y la contemplación hasta la escalada de alto nivel, no obstante, no tener seimiles, pasando por otros deportes de aventura, como las carreras de aventura tipo ecochallenge. Nos falta tener una base de practicantes mucho mayor, lo cual es también un tema cultural, y nos falta mucha infraestructura como vías, transporte, alojamiento, guías, escuelas de montaña, sistemas eficientes de salud y seguridad, nos falta conciencia y nos falta respeto y seguridad, en su integridad y sus bienes, para quienes quieran aventurarse a recorrer nuestras montañas. Nuestros mejores montañistas jóvenes están buscando espacios en las cumbres de Ecuador y Perú para dar rienda a su deporte, pero son contados. Por otra parte, igual que en otros lugares del mundo, en Colombia avanza la escalada bajo techo, en muro, y la escalada deportiva, es decir, de competencia. Al respecto, hay una nueva federación de escalada deportiva, cuyos practicantes tienen bolsas de magnesio en lugar de altímetros, y colchonetas en lugar de arneses.

M.A.: El montañismo en Colombia ha evolucionado a muy buen nivel, aunque en casos aislados y por iniciativas individuales en la mayoría de los casos. Esto se debe al bajo apoyo institucional y al cierre de nuestros escenarios naturales, lo que ha exigido que sea necesaria la práctica en las montañas de otros países, principalmente en los Andes suramericanos.
 

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José Fernando Machado.

CAMBIO: ¿Cómo definir el montañismo?

J.F.M.: El montañismo es una práctica que invita a realizar una introspección en sí mismo, sin necesidad de vanagloriarse para así evolucionar a ser mejor ser humano, como también culturalmente se ha convertido en un vehículo para buscar sobresalir ante los demás, dejándose llevar por el ego insaciable de los logros “vacíos”… ¡así es la vida!

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