Oh’laville, roqueros no tan desconectados
El grupo de 'rock' bogotano Oh’laville revisó su catálogo de canciones en un concierto ‘desconectado’ que no lo fue tanto. Eso sí, les dieron un nuevo aire a varios de sus temas, con la pequeña ayuda de amigos músicos que subieron a la tarima.
Por Renata Rincón
El ‘Desconectado’ de Oh’laville del pasado sábado en Bogotá distó bastante de lo que podría concebirse como un formato acústico. Aquel término acuñado por MTV de Unplugged ya hace rato dejó de representar recitales en los que se ven pocos cables eléctricos desde los instrumentos, para convertirse en la oportunidad de poner en escena las canciones de siempre de forma inédita y así lograr una nueva atmósfera musical.
En el caso de este grupo de bogotanos, haber modificado la estructura instrumental de 14 de sus temas fue una apuesta por el arte, al darles un aire nuevo a algunas de sus canciones, un proceso que nos mostraron durante semanas por redes sociales y que dio como resultado un concierto memorable.
El evento fue en el Estudio de la Piña, un espacio mediano en pleno Chapinero, con capacidad para unas 300 personas. Por redes sociales nos enteramos de que el vocalista Mateo París tocaría por primera vez la flauta traversa, el guitarrista Andrés Toro retomaría la trompeta y el bajista Andrés Sierra estaría en tarima con un contrabajo.
Las boletas se agotaron poco a poco. Era una cita diferente. Músicos, periodistas, productores musicales y mánagers se mezclaron con los fanáticos bogotanos, todos bajo la promesa de vivir una experiencia intensa, porque ya hace años se sabe que eso ofrecen los shows de Oh’laville, sin importar el formato.
Esta vez no fue la diferencia. Hubo euforia y no necesariamente por los riffs acostumbrados de sus canciones más pesadas. Luego de Borrando mis pasos, No ha muerto el sol y Primitivos llegó el primer invitado. El pastuso Lucio Feuillet logró descubrir con su guitarra que detrás de Planetas hay realmente un bambuco. Con su propia interpretación de la canción, los ajustes de los bajos y la compañía de Luis Lizarralde (baterista), se reveló que el grupo siempre ha tenido el sello de las montañas de los Andes en sus composiciones.
Luego vino, también desde Pasto, Briela Ojeda a saltar en la tarima mientras cantaba Los árboles, poniendo un toque de vivacidad a esta canción, lejos de su interpretación característica hasta ahora, más tranquila y dramática.
Con la aparición en tarima de los siguientes invitados, cambió el ambiente del sitio. La estadounidense Margot con su violín y el colombiano residente en Nueva York Juan Villacrez con su sintetizador Moog semimodular completaron la figura de lo que parecía más un sexteto de jazz. Una escena a contraluz de siluetas de músicos con trompeta, flauta, contrabajo y violín, dio paso por primera vez en vivo en la historia del grupo a la canción Los caminos (2016), que los seguidores llevaban pidiendo años en todos los conciertos.
También con Margot y Juan llegó el momento de Tú, un tema del más reciente álbum Aurora, característico por experimentar con sintetizadores y por el acompañamiento de una mutable y versátil voz femenina –en el disco interpretada por la ecuatoriana Paola Navarrete–, papel que ejerció esta vez la cantante Pilar Cabrera, quien mostró ser una de las mejores voces emergentes de la escena musical actual con un potente performance.
Con ella se acabaron las colaboraciones en el escenario y fue el momento para Sirenas, Portales y La fuente, la canción que suele encender la energía del público y no logra sonar ‘suave’ con ningún cambio de formato, pues su fuerza proviene de la composición y no del ruido que puede llegar a hacer un instrumento. Hasta pogo se iba armando en pleno Unplugged.
En contraste con La fuente, con la que subió la temperatura del lugar, el repertorio siguió con Destino y los clásicos Llévame y Cielo, las primeras canciones conocidas de la agrupación y ya consideradas clásicos entre su fanaticada.
Llegó la hora del final, a cargo de En el mar, uno de los temas más populares con un momento en el que el público se hace cargo de la percusión en ciertos momentos con sus palmas. Ante grandes públicos no todos saben bien cuándo aplaudir, pero aquí se hizo evidente que el desconectado fue una cita para los más fieles seguidores de Oh’laville. Al terminar la canción, los aplausos no cesaron y había un aire de satisfacción. De nuevo, lo hicieron. Solo los que los han visto saben que, en cualquier formato, son de lo mejor que se puede ver en vivo en Colombia.