¿Por qué el final de 'Succession' era evidente desde el primer episodio?
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"El final dejó un sabor agridulce, porque nos enfrentamos a una narrativa con una resolución irónica, en el que los personajes ganaron perdiendo".
Por: Santiago Posada
Alerta: este artículo contiene spoilers del final de la serie.
El viaje terminó y de nuevo nos enfrentamos a uno de los momentos más delicados de todo show –su final–, y con Succession nos queda en la biblioteca, gratamente, una de las series mejor logradas de esta era de la televisión.
Lo primero que se agradece es la sinceridad del equipo con el proyecto al no haberle inyectado una o dos temporadas más de manera innecesaria. Historias por contar hay miles, pero la historia que nos cuenta la serie da hasta ahí y nada más: Succession es la historia de tres hermanos que luchan por sobresalir frente a la mirada de su padre para quedarse con el anhelado puesto de CEO de la empresa familiar. Eso es, y no tiene por qué ser más. No fue necesario inventarnos otra subtrama o introducir un personaje nuevo de la nada –un buen toque de HBO–, a diferencia de shows como Stranger Things o Breaking Bad, que se negaban a terminar.
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"Por fin los hermanos Roy son libres de hacer lo que quieran, ellos no lo saben, pero la historia se encarga de convencernos de que no hay otro destino que el de tomar cada uno un camino diferente. Ganan su libertad perdiendo lo único que querían, que era ser los sucesores de su padre".
Lo segundo que se agradece es la clase magistral de escritura que nos dio Succession y que quedó comprobada en el desarrollo de este final, que proviene de su capacidad de crear ese momento de iluminación que sentimos cuando nos damos cuenta de que todo fue construido desde el primer episodio de la serie, que este final no fue sacado debajo de la manga y que todas las señales estaban ahí para que nosotros pudiéramos decodificarlas. Tom Wambsgans, quien al final hereda el cargo de CEO, trabajó por el tan anhelado cargo desde que entró en plano frente a cámara y le dio un reloj de cumpleaños a Logan, el patriarca de la serie, en el primer capítulo. Aguantó todos sus maltratos, incluso se ofreció a ir a la cárcel con tal de mantener la reputación de la empresa y la familia, y por último, pero no menos diciente, estuvo en los últimos momentos de vida de Logan, sosteniendo el teléfono en su oreja mientras sus hijos le hablaban. Incluso, uno podría pensar que tal vez el alma de Logan abandonó su cuerpo y se le incrustó a Tom, por sí quisiéramos desarrollar una teoría metafísica sobre la sucesión del legado de Logan Roy. Tom estuvo firme siempre, fue el trabajador más constante y supo mantenerse a flote contra todo pronóstico. Nadie podría negar que así fue.
Se trató de un final abierto maravillosamente bien ejecutado, en el que la pregunta fundamental del relato quedó respondida –¿quién va a ser el heredero del cargo de CEO de la compañía?–, y algunas preguntas sobre las relaciones de los personajes quedaron sin resolver: por ejemplo, le corresponde a nuestro corazón decidir cómo será en el futuro la relación entre los hermanos Roy, qué va a hacer Kendall con su futuro, a qué se va a dedicar Roman y cómo se va a desarrollar el matrimonio y el embarazo de Shiv. Sin embargo, el final dejó un sabor agridulce, porque nos enfrentamos a una narrativa con una resolución irónica, en el que los personajes ganaron perdiendo. Por fin los hermanos Roy son libres de hacer lo que quieran, ellos no lo saben, pero la historia se encarga de convencernos de que no hay otro destino que el de tomar cada uno un camino diferente. Ganan su libertad perdiendo lo único que querían, que era ser los sucesores de su padre.
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"Los hermanos Roy fueron fieles a lo que creían, y no quisieron cambiar, se mantuvieron en el mismo lugar".
Succession será un referente para nuevas historias, en especial por sus personajes, que a diferencia de otros que se transforman y evolucionan a lo largo de su arco dramático, como por ejemplo Peggy Olson en Mad Men o Anthony Jr en Los Sopranos, los personajes de Succession se mantienen fieles a sus ideales y a su personalidad. Su caracterización les permite que el entorno en el que se desarrollan no los afecte, a pesar de los abismos a los que se enfrentan. Es en este punto en donde se encuentran Succession y Game of Thrones. Muchos criticaron su final juzgando injustamente el hecho de que Daenerys Targaryen dejara claro desde la primera temporada que era una reina tirana, que todos los personajes supieran a ciencia cierta que iba a matarlos a todos y a quemar las ciudades, como lo hicieron sus ancestros. Nosotros, como espectadores llenos de esperanza, creímos que ella iba a llegar con sus dragones a instaurar la paz. Pero no fue así.
De este mismo modo, Kendall es el mismo ser pretencioso de la primera temporada, que se gana la confianza de sus hermanos y luego la destruye montando los pies en el escritorio de su padre. Roman es el mismo degenerado, patán y tibio desde el primer capítulo, siempre buscando el árbol que más sombra le da, mientras que Shiv es la misma calculadora, estratega y traicionera desde que entró al cumpleaños de su padre en el capítulo uno. Los hermanos Roy fueron fieles a lo que creían, y no quisieron cambiar, se mantuvieron en el mismo lugar. Succession fue una excelente serie, que cumplió con dejarnos preguntas sobre la realidad de la sociedad y el mundo empresarial, y nos llevó a lugares en los que nunca habíamos estado, que al final, es lo que el cine sabe hacer mejor.