
Por qué a Mompox le dicen ‘tierra de Dios’
Mompox.
- Noticia relacionada:
- Bolívar
- Arquitectura
El nombre más popular que recibe la ciudad patrimonial se debe al gran movimiento económico que se daba en esta región del país en tiempos de la colonia. CAMBIO analizó el origen de esta apología a través de expertos.

Por Jesús Bovea
Escondido en las entrañas del litoral Caribe, y sobrepasando los preámbulos rítmicos y sonoros del río Magdalena, se erige una tierra que aparenta haber sido besada por los dioses, y es que no es sólo por el brillo que sostiene durante el paso del tiempo, sino que a sus calles parece que se le dio a guardar un secreto, el de ser llamada "tierra de dios".
Espléndida e incesante. Mompox, debatida siempre entre las aguas, posee en sí misma una historia interminable que se enmarcan en luchas y resistencias, como quien habla de un imperio que nunca fue.
A pesar de haber sido fundada en 1537 sus inicios tienen una clara retrospectiva de exploración, ya que la decisión de establecerla como ciudad se tomó a partir de su privilegiada posición geográfica que le permitía a los colonizadores moverse entre continentes con gran facilidad, convirtiéndola así en el puerto más importante de las Américas para la época.
Sitiada en oro
Sin embargo, 487 años después, el misterio del por qué recibe este seudónimo aún sigue presente entre sus callejones y muros. Betty Sinning es quizá una de las momposinas más reconocidas, y es que su casa construida tan solo un siglo después de que Mompox se consolidara, y ella misma, ha sido testigo de la historia que ha traído cuesta arriba la potencia del Magdalena.
“Desde sus inicios Mompox ha sido considerada como una ciudad mítica, donde las leyendas trascienden la tradición oral y pareciera que tienen la opción de materializarse, pero todo relacionado con el oro y la riqueza”.
Según Sinning, que es una investigadora nata, a la "tierra de dios" se le asocia de esta manera por el exorbitante movimiento económico que se daba en este territorio, ya que por seguridad los colonos sacaban sólo el 20 por ciento del oro por Cartagena como distracción a los piratas, pero el restante lo movían desde Mompox. “A esta realidad aduanera, porque incluso los registros de los movimientos mercantiles permanecen en los archivos históricos, se le suma una porción de magia, es decir, la estructura de las casas y las iglesias momposinas, cada una con sus distintas confesiones de fe, pero más importante aún la señorialidad con la que se presenta al mundo hablan por sí solas de lo grande que fue haber estado aquí”.
A todos esos diferenciales también se le suma la gran afluencia de migrantes que conformaron la diversificación de la cultura momposina, que iba desde árabes hasta italianos y pasando por algunos pequeños asentamientos asiáticos, los cuales desde sus perspectivas llegaron también a traer sus riquezas.
Donde se acuesta uno y amanecen dos
Pese a la importancia del movimiento erario que se comprendía desde la isla, el dicho de ‘Mompox: Tierra de dios’, sujeto a la prosperidad económica de la zona denota que este no es completo, ya que como parte de una literatura más extensa posee una continuación que revelaría nuevos secretos acerca de su prominencia.
"Mompox: Tierra de dios, donde se acuesta uno y amanecen dos, y si sopla un viento amanece un ciento y si vuelve a soplar no se puede contar". Es como está inscrito en las placas fundacionales de la ciudad patrimonial y que procura continuar vigente en el tiempo haciendo oda a su pasado, presente y futuro.
Ian Farouk Simmonds, periodista y doctorante en historia contemporánea de la Universidad Autónoma de Madrid, acerca de esto comentó que “a diferencia de la mayoría de pueblos del Caribe, Mompox posee una historia que sobresale de las demás, y es que no solo su influencia religiosa que comprende un politeísmo novedoso incluso para la actualidad, sino que el dinero, el oro momposino configura la dinámica misma de la ciudad, elevándola y sosteniéndola en el tiempo como un símbolo de relevancia histórica”.
Sobre la alocución de que allí "se acuesta uno y amanecen dos", Simmonds añade que esto estaba directamente relacionado con la condición portuaria de la isla, ya que a su conformación, y perspectiva urbanística que se mantiene hasta hoy, las grandes casonas pertenecían a los terratenientes, por lo cual la clase obrera debía dormir en los escollos del puerto.
“Esta parte del refrán, por decirlo de alguna manera, que logra dar pinceladas de denotación de lo que era Mompox en su momento más concurrido, es clave porque hablamos de una sociedad altamente excluyente por la misma riqueza que manejaba, pero al mismo tiempo con una ciudad fuertemente dividida, es decir, las clases están partidas, pero eran necesarias la una para la otra, y aunque se juntaban para el trabajo con funciones distintas, cada quien tomada el lugar que le correspondía, muy propio de los procesos colonizadores”, señala Simmons.
Es por ello que el apólogo sobre Mompox termina diciendo: "Y si sopla un viento amanece un ciento y si vuelve a soplar no se puede contar", en respuesta a la multitudinaria búsqueda de oportunidades laborales que representaba la isla para los circunvecinos.
En las letras del nobel
Asimismo, dentro de los matices míticos que comprometen a la "tierra de dios", la literatura, como medio también posee su parte, y de manera diversa termina por dar cuenta de la magia que allí se oculta. Milenis Morales, periodista y magister en literatura, menciona la relación preexistente en autores como Gabriel García Márquez y Mompox, el cual no sólo delimita aspectos tangibles, sino que trasciende a descubrir parte de la personalidad en sus narraciones.
“Una de las claves para entender la importancia de Mompox para un autor como Gabo está enmarcado en la consideración de él mismo como fuente de inspiración para la construcción de sus historias. De hecho, en algunos apartes de sus libros el mismo Gabo menciona que solía visitar Mompox no para encontrar historias, sino para reconectarse con el Caribe”. Según Morales, una de las menciones más relevantes que hace el nobel de la ciudad mítica es cuando dice: “Mompox no existe. A veces soñamos con ella, pero no existe”, palabras de Simón Bolívar en Santa Marta, Gabo (1989) en El General en su laberinto.
“No solo en este punto en el que se menciona directamente a Mompox desde su perspectiva más mágica como una herramienta literaria que buscaba dimensionar en letras la grandeza que correspondía a la ciudad, sino también en la relación directa en obras como ‘Amor en los tiempos del cólera’, en el que la dinámica cambia porque el río se vuelve protagonista”, agrega Morales. En este punto García Márquez le otorga personalidad al río, y habla abiertamente del cambio de caudal, lo cual se convierte historiográficamente en el gran detenimiento de Mompox.
Al final, tanto para la literatura, como para la historia y los mitos populares, la "tierra de dios" termina suspendida en el tiempo, quizá por castigo a la codicia de su desorbitada riqueza o por la necesidad misma de sostenerla como un símbolo de manera ininterrumpida en los siglos venideros, sin embargo, el descubrimiento de Mompox termina siendo para cada uno de sus visitantes una experiencia única, en la que son capaces de reencontrarse con un pasado de esplendor que aparentan ya haber conocido.
