"Quiero hacer una película como la 'Grande Belleza' pero con la atmósfera de Bogotá": Angelo Maresca, director y actor italiano en entrevista con CAMBIO

Angelo Maresca, director, escritor y actor italiano.

Crédito: Cortesía Angelo Maresca

17 Mayo 2025 01:05 pm

"Quiero hacer una película como la 'Grande Belleza' pero con la atmósfera de Bogotá": Angelo Maresca, director y actor italiano en entrevista con CAMBIO

CAMBIO conversó con el reconocido actor, director y escritor italiano Angelo Maresca sobre la película que quiere hacer en Colombia.

Por: Juan Francisco García

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Sino fuera porque Calvin Klein lo contrató como modelo de sus jeans, es muy probable que Angelo Maresca hubiera sido un abogado frustrado. El alcance de la glamurosa marca de calzoncillos lo acercó a Hollywood, en donde conoció la cumbre de la fama gracias a representar a Antonio Maresca, el famoso doctor cubano de la exitosa telenovela gringa General Hospital, que a la fecha cuenta con 62 temporadas. 

Formado en la Academia de Arte Dramática de Roma y en el American Conservatory Theater de San Francisco, cuenta con una prolífica carrera teatral y cinematográfica. Como director, además del premiado cortometraje Clochard, hizo los largometrajes La Madre, en 2014, y Ménage, en 2018. Ahora, enamorado de la caótica belleza de Bogotá, tiene la fijación de hacer una película en la capital. 

CAMBIO: ¿Por qué, en este punto exacto de su carrera, decidió hacer una película en Colombia?

Angelo Maresca: Es una pregunta interesante. En el 2020, cuando saqué mi última película, Ménage, que gracias al COVID no pudo estar en cines y solo pudo verse en la plataforma de Amazon, pensé mucho sobre mi carrera como director y como actor. Al terminarse el COVID, mi madre enfermó gravemente y por los últimos dos años me dediqué plenamente a acompañarla y cuidarla —hasta su último instante—. Digo esto porque, para responder tu pregunta, creo que la razón de hacer una película en Colombia viene de la necesidad que tenemos los artistas de estar en constante estimulación. Quise venir gracias a la invitación que recibí por parte de un amigo, de un amigo que vio mi película y pensó que este país podía interesarme. 

CAMBIO: ¿Así que es tu primera vez en Colombia?

A.M.: Sí. El 14 de abril fue la primera vez que pisé Colombia. La verdad es que, más allá de los prejuicios y estereotipos que como turista te llegan inevitablemente, no sabía muy bien qué esperar. De alguna forma me sentía identificado porque con Colombia pasa lo mismo que con Sicilia, que para la gente que no conoce la cultura, la historia, es asociada unívocamente con la mafia, ¿sabes? 

Pero lo que me encontré en Bogotá, además de las problemáticas compartidas con las grandes ciudades como Milán, Berlín, Londres, fue con una ciudad fascinante para contar una historia. En cinco minutos, en la calle, pude registrar cien interacciones sociales distintas. Ricos, pobres, muy pobres, interactúan en esta ciudad de una forma muy particular en ese caos que a sus habitantes parece no inmutarlos. 

El comportamiento marcadamente no dramático de la gente me conmovió e interesó mucho. Incluso los más desfavorecidos van por ahí con alegría, como agradecimiento por el hecho de estar vivos y de poder comerse un sandwich. Es algo que yo no había visto, y no sé si sea así en todo Suramérica —que no conozco—.

CAMBIO: Parece que ya tiene noción de la película que quiere hacer… 

A.M.: ¡Sí, sí! No sé si has visto La Gran Belleza, de Paolo Sorrentino, que muestra a este personaje burgués, exitoso, que está profundamente aburrido, rodeado de banalidad, vacío y sin sentido. Quiero hacer algo así, pero en Bogotá. Claro que La Gran Belleza ocurre en Roma, que es en sí misma un personaje muy poderoso y cinematográfico, pero Bogotá tiene la otra cara, que es todo lo contrario al aburrimiento. 

CAMBIO: ¿Qué tan avanzada está la historia? ¿Ya hay tratamiento?

A.M.: Lo que en realidad quiero hacer es mostrar cómo viven tres familias, muy distintas entre sí, en Bogotá. Esto a partir de la historia de una familia muy desfavorecida en la que la hija es adicta a las drogas y es prostituta; el hijo es un joven muy bueno, que quiere ser doctor y que cuida tanto de su hermana como de su mamá; y la madre es una empleada doméstica que se enamora del hombre burgués —equivocado— para quien trabaja. 

Angelo Maresca, director, actor y escritor italiano. Créditos: cortesía Angelo Maresca.
Angelo Maresca, director, actor y escritor italiano. Créditos: cortesía Angelo Maresca. 

Lo que quiero hacer tiene el tinte de Amores Perros, la película del gran director mexicano Alejandro González Iñárritu, pero con un tinte menos duro, realista pero menos fuerte. Y marcadamente hecha desde los ojos de un turista, que es lo que soy. 

No estoy pensando en una película demasiado increíble, sino en algo simple, Shakesperiano: te amo, te odio, te tengo celos. Todo en consonancia con la atmósfera bogotana. 

CAMBIO ¿Cómo se va a llamar la película?

A.M.: Todavía no está decidido, pero el título es algo en lo que me gusta pensar y en lo que he estado pensado desde que llegué a Bogotá. He intentado incluso que el nombre suene bien en español… El alma de Bogotá, así, simple. ¿Te gusta? ¿Muy pretensioso?

CAMBIO: No mucho, creo que la palabra alma ha sido sobreexplotada y que en nuestra cultura está estrechamente relacionada con lo espiritual… 

A.M.: Ya sé. Gente di Bogotá. La gente de Bogotá. ¿Me coges el concepto? Quiero que quedé claro que voy a hablar de lo simple: el esposo que traiciona, las tensiones entre los ricos y los que les sirven, las trampas de la pobreza… La vida. 

CAMBIO: Mucho mejor. ¿Vas a escribir el guion solo o en coautoría?

A.M.: Con el guionista italiano con el que siempre trabajo. Pero esta vez también va a hacer parte Esteban García, guionista colombiano, con quien tengo un muy buen feeling. Va a hacer una producción colombo italiana. 

CAMBIO: Para cerrar quiero preguntarte sobre el riesgo de la crítica por apropiación cultural, que en el continente tuvo una expresión exasperada y furibunda gracias a Emilia Pérez, de Jacques Audiard. 

A.M.: Creo que el artista es como un niño de seis años, con la mente y la mirada limpia, que tiene el don de hacerte ver cosas que de otra forma no verías. Estoy seguro de que, desde mi óptica de turista, con la experiencia que tengo, puedo hacerles ver cosas que en su cotidianidad pasan de largo.

Esta pregunta me hace pensar en Paul Gauguin y su periodo en Tahití, en la Polinesia, en donde hizo algunas de sus obras inmortales. ¿No tenía derecho Gauguin de retratar La Polinesia? ¿No tenía acaso mucho por decir?

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