“Soy yo y también soy otro”: Javier Cercas, su encuentro con el papa Francisco y la búsqueda del misterio cristiano

Javier Cercas.

29 Abril 2025 10:04 am

“Soy yo y también soy otro”: Javier Cercas, su encuentro con el papa Francisco y la búsqueda del misterio cristiano

Desde Bogotá, el autor de ‘Soldados de Salamina’ presenta ‘El loco de Dios en el fin del mundo’, el último libro escrito sobre el primer papa latinoamericano. En él, Cercas explora la fe, la finitud y las preguntas que todavía resuenan en la vida contemporánea.

Por: Santiago Díaz Benavides

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Cuando Javier Cercas aceptó la invitación del Vaticano para recorrer sus pasajes junto al papa Francisco, sabía que estaba entrando en terreno desconocido. El escritor español, escéptico por naturaleza, no fue a confirmar dogmas ni a registrar estampas sagradas. Lo suyo fue una expedición a un enigma mucho más antiguo que cualquier institución: la necesidad humana de creer. Ahora, desde Bogotá, donde presenta El loco de Dios en el fin del mundo en la Feria Internacional del Libro, Cercas habla sin pretensiones, como quien ha regresado de un viaje que lo ha cambiado en lo más profundo.

“No es una biografía del papa”, aclara de entrada. “Este es un libro cuyo centro es el misterio esencial del cristianismo. Es una novela policial, como todas mis novelas, pero en este caso, el enigma es colosal: la resurrección, la vida eterna”. Cercas no buscaba al pontífice como figura política ni como emblema institucional, sino como último guardián de una pregunta personalísima: ¿tenía su madre razón al creer que se reencontraría con su esposo después de la muerte?

El proyecto surgió de manera inusual. Por primera vez, el Vaticano ofrecía a un escritor el acceso casi irrestricto a su interior y a sus figuras. La condición fue clara: total libertad creativa. “No me pidieron ver ni una línea antes de publicarlo. Corrían un riesgo enorme, pero era lo único que yo podía aceptar”, cuenta Cercas. Y así se lanzó a la búsqueda del “loco de Dios”, como llama a Francisco, inspirado en la figura nietzscheana.

Lo que encontró no fue lo que esperaba. “El hombre que conocí era mucho más complejo de lo que muestran los medios. Un hombre en lucha consigo mismo, consciente de sus debilidades y de su fragilidad”, describe. Cercas vio en Bergoglio no a un santo de vitrales, sino a un ser humano quebradizo que, en lugar de ocultar sus fracturas, las exponía. “Lo insólito de Francisco era justamente eso: no pretendía ser semidivino. Era un cristiano sentado en la silla de San Pedro, como dijo Hannah Arendt de Juan XXIII”.

Acompañar al papa en sus últimos años significó también hacerlo en su lento tránsito hacia la muerte. Pero Cercas no se permitió caer en sentimentalismos fáciles. “La muerte de Francisco, como la de cualquier ser humano, forma parte de la mecánica de la vida. Lo que verdaderamente me transformó fue otra cosa: la mirada sobre la Iglesia, sobre la fe, sobre mí mismo. Este libro me cambió completamente la visión de todo”.

En ese viaje, Cercas entendió que el intento de Francisco de regresar a las fuentes del cristianismo —a la humildad, a los desposeídos, a los marginados— constituía una revolución, aunque no una que pudiera medirse en reformas visibles. “Consiguió poco, pero lo esencial fue intentarlo. Iniciar un camino".

En su respuesta, siempre matizada por una ironía lúcida, se percibe la gravedad de quien ha rozado un enigma sin pretender resolverlo. “Quizá la muerte sea el verdadero sentido de la vida. Quizá perder la fe no borra el anhelo de sentido”.

Cercas traza una línea nítida entre su voz de ensayista y su voz de novelista. El mismo impulso que lo llevó a escribir El loco de Dios en el fin del mundo aparece ya en varios de sus otros textos, como en los contenidos en No callar, el otro libro que llegó a Colombia justo antes de este último. Si en la novela la búsqueda era íntima, en el libro de ensayos el gesto es abiertamente cívico.

“La obligación del escritor es decir la verdad, caiga quien caiga”, afirma Cercas, sin concesiones. Y añade: “Por eso los escritores somos peligrosos, sobre todo para el poder”.

En No callar, Cercas reúne textos que atraviesan los debates contemporáneos con una claridad incómoda, pero también con una conciencia de los matices. “Un novelista trabaja con la ironía: sí y no al mismo tiempo. Pero el ciudadano —el ensayista— a veces debe elegir un bando ante la injusticia. No puede quedarse en medio”.

Esa tensión entre la literatura y la vida política recorre toda su obra. Cercas entiende que el escritor tiene una doble lealtad: una a la complejidad de la condición humana y otra a la responsabilidad moral frente al presente. “Cuando escribes ficción puedes explorar las ambigüedades. Cuando escribes ensayo, debes tomar posición”.

Sobre el acto mismo de escribir, insiste en que la mayor traición de un autor sería no correr riesgos. “Un escritor que no corre riesgos no es un escritor. Es un escribano. Cuando uno escribe una novela sin ficción, debe ir hasta el fondo, sin concesiones, sin callar lo que incomoda”.

Así, en No callar se esboza también una respuesta a las preguntas que dejaron abiertas su travesía por el Vaticano. La búsqueda de la verdad, aunque incompleta, sigue siendo urgente. “En estas novelas sin ficción intento combinar dos verdades: la de los hechos concretos y la universal, la moral, que es propia de la literatura”. El loco de Dios en el fin del mundo intenta combinar ambas: “Todo lo que cuento es real, pero también busco una verdad más profunda, la del ser humano en su deseo de trascendencia”.

Antes de despedirse para ir a comer su pizza de pesto con burata, Cercas responde una última pregunta: después de esta aventura íntima y pública, ¿cómo se definiría a sí mismo? El escritor sonríe con algo de pudor, como quien sabe que las grandes respuestas son siempre sencillas. “Soy yo y también soy otro”, dice.

Es una frase breve, pero lo resume todo: el viaje al corazón del misterio no cambia las respuestas, cambia al viajero. Y en esa paradoja respira, quizá, el verdadero sentido de la literatura.

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