'El té de la señora Meng', un homenaje a la lucha por la dignidad en clave de novela
22 Julio 2024 11:07 pm

'El té de la señora Meng', un homenaje a la lucha por la dignidad en clave de novela

Ignacio Izquierdo.

El olvido se apodera de quien bebe un té de cinco sabores a base de hierbas que crecen en diferentes estanques y arroyos en la tierra. La receta de este brebaje está en ‘El té de la señora Meng’, la nueva novela de Ignacio Izquierdo Ruíz.

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Por Hernán Darío Correa
Especial para CAMBIO

El té de la señora Meng, de Ignacio Izquierdo, es una novela conmovedora que nos sorprende por su confección narrativa, y por la profundidad de sus alcances reveladores de lo que hemos sido, llevados por las aguas que nos han traído hasta el cenagal nacional que ahora intentamos transformar contra las peores tradiciones del ejercicio del poder, de la disputa por la verdad, y del complejo sentido del ser personal y colectivo en el país de las últimas tres generaciones. Envueltos en los saltos sucesivos de unas transformaciones que ante todo han apostado por el sacrificio de la dignidad, nos hemos visto obligados a una lucha por sostenerla y reinventarla desde el amor, la fraternidad y la autenticidad, que en este caso se pulen y revelan con la escritura literaria.

El paso a paso del destino personal de su autor, que se va abriendo camino desde la trama familiar hasta la conciencia plena de sí conquistada a través de la escritura, pasando por las aventuras de libertad propias de la infancia y la adolescencia, y de sumisión y lucha en la adultez, se despliega aquí como un relato esencialmente onírico que renuncia de modo explícito a la secuencia lineal del tiempo y a las causalidades simples del destino, y nos lleva como lectores a la deriva por el mundo de lo vivido como universo de lo siempre soñado…
Se trata de un relato que se hace a tientas, hilvanando pequeñas historias tan bellas como intensas, densas y al mismo tiempo livianas que en su secuencia van dejando hitos en el laberinto de toda una época, la de los últimos 70 años en el país, contadas por un abuelo que se resiste a tomarse el té del olvido y nos permite asumirnos como lectores de nuestra propia vida.

Como en un sueño, el relato es un torrente de “fragmentos” y “retazos” hilvanados como aquellas colchas de nuestras abuelas, cuya maestría narrativa nos deja con la sensación de que se trata de nosotros mismos, pues todos de algún modo hemos sido abrigados por esos tejidos de colores que, desde la memoria, nos revelan el retrato de toda una generación: la del medio siglo pasado hasta nuestros días. Llevada forzosamente del campo a la ciudad, de una región a otra, su lucha por la existencia ha sido ante todo una lucha por la dignidad, por conquistarla, por no perderla cuando la vida derrumba los pequeños universos domésticos que se habían construido en las veredas y los vecindarios aldeanos, y que fueron lanzados sobre los complejos urbanos del país de hoy.

Son fragmentos, episodios del vivir, cuya consistencia fractal impide dejar la lectura y nos obliga a seguir hundidos en sus páginas oníricas, como esa lucha que se instala en nosotros cobijados por los atisbos del duermevela que nos asalta a veces a la madrugada…

José Félix Fuenmayor en alguno de sus cuentos relata que la memoria es como esa trenza que surge cuando intentamos sacar una prenda de un saco de ropa, y se encadena inevitablemente con las otras. Colcha y trenza, esta novela nos deja con un sobrecogimiento profundo ante esos senderos de experiencias “de toda la vida”.

Liberado de esa pretensión absurda del tiempo lineal; recreado en la libertad de narrar desde esas profundas “razones del corazón que la razón no conoce”, como sentenció don Antonio Machado, este libro nos abre ventanas insospechadas hacia otras dimensiones de nuestras propias vivencias de los tiempos transcurridos, recreando aquel aserto de Tolstoi sobre el hecho de que todas las familias felices se parecen, pero cada una sufre la infelicidad a su manera, y en todo caso revelando la universalidad de esa lucha por la dignidad contra el viento y la marea de la vida y de la muerte.

Portada
En este caso, se trata de parientes aferrados al terruño, o enfrentados al retorno después huir hacia otros países, como la madre insatisfecha por las penurias de la vida cotidiana popular, o el hijo que regresa después de décadas al pueblo de donde salió buscando crecer lejos de esas penurias. De un padre que salta al vacío de una existencia que ya ha agotado sus promesas de vida; o del joven que se deslinda del llamado de sus amigos de la primera juventud hacia la política y la lucha social, y sin desconsiderarla del todo se adentra en la lectura y en la búsqueda de forjarse como un escritor, y ahora retorna con esta historia a esa patria que es la de la infancia, recuperada a través de la escritura como antídoto contra el olvido.

Con una secuencia narrativa aparentemente errática, con abruptos saltos temporales, la historia va descubriendo su sentido a través de una suerte de diálogo interior de su autor, un monólogo que lo lleva a preguntarse finalmente por el género de su prosa, que a nuestro modo de ver no es más que el de la melodía de sus sueños a lo largo de su vida: los de la primera infancia, los de la juventud, los de la senectud de quien finalmente escribe como un tejido que se ofrece al nieto que solo percibe la lentitud de sus pasos, pero cuya pregunta lo anuncia como el próximo lector de la saga de su abuelo.

Ahora, después de pasar la última página de la rica odisea de esta lectura, nos queda un sobrecogimiento profundo sobre las dimensiones de lo vivido, y el vacío que palpamos en las nuevas generaciones de claves para la comprensión de lo que nos ha pasado como sociedad, y de las apuestas y los destinos de la nuestra. Y esta novela, con creces, se ofrece como un puente contra el olvido, y un testimonio del poder transformador y liberador de la palabra.


Ignacio Izquierdo Ruiz, E
El té de la señora Meng
Deriva Ediciones, 2024.

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