Tears for Fears en su punto más alto
Chad Smith y Roland Orzabal, integrantes de Tears for Fears.
Se acaba de editar el primer álbum oficial en vivo de Tears for Fears, a más de cuarenta años de inicio de su carrera. El álbum doble incluye cuatro temas inéditos en estudio y versiones memorables de sus más grandes clásicos.
Por Jacobo Celnik
La década que más me gusta y me apasiona en la historia del rock son los años 80, especialmente todo lo que sucedió en el Reino Unido e Irlanda. En mi opinión no hubo una era más beneficiada para la creatividad, para la experimentación y tan avanzada en posibilidades de producción para la música como todo lo que sucedió entre 1980 y 1989. Basta con revisar la calidad de los álbumes que se lanzaron durante los primeros cinco años de una era que estuvo marcada por los excesos, los avances en tecnología, la fuerza de lo visual y de la imagen y la capacidad de los músicos para romper con los esquemas de la década anterior y usar lo mejor de esas influencias con toques modernos. Pensemos en la suma del punk setentero con los teclados y un énfasis en la melodía y el ritmo: el resultado se conoce como new wave o post punk según el sonido y los alcances (tema complicado para explicar en pocas líneas que desarrollé en mi libro Los 80: Volver al futuro, otra edad de oro de la música británica). Ni hablar de todo lo que derivó de la electrónica alemana, especialmente de Kraftwerk y que le permitió al synthpop o electropop surgir como un género en sí mismo.
Todos esos nuevos estilos musicales o subgéneros asociados al pop, al rock y a la electrónica que le dieron forma a proyectos tan inquietantes, avanzados y diversos entre sí como The Cure, New Order, Duran Duran, Human League, Depeche Mode, Scritti Politti, Talk Talk, Ultravox (aunque venían de los setenta), The Associates, Yazoo, Soft Cell, Bauhaus, Killing Joke, Frankie Goes to Hollywwod, Gang of Four, A Certain Ratio, Cabaret Voltaire, U2, Simple Minds, Smiths, Style Council y, por supuesto (entre una gran infinidad), Tears for Fears, en mi opinión la banda más avanzada de esa generación de los años ochenta británicos.
Digo todo lo anterior para celebrar el nuevo EP y disco en vivo de Tears for Fears: Songs for a nervous planet, que llegó en un buen momento tras todo lo que significó el regreso hace un par de años de la banda de Chad Smith y Roland Orzabal tras 18 años sin grabar nuevas canciones. Producido por Steven Wilson, The tipping point (2022) fue un trabajo muy bien logrado y concebido a partir del esfuerzo por equilibrar nostalgia con contemporaneidad. Y les funcionó, aunque las canciones que suenan a los años ochenta como My demons, Master plan y The tipping point son las que mejor se sostienen. El séptimo álbum del grupo se empezó a escribir en 2017 cuando murió la esposa de Orzabal y su líder emblemático y más visible cayó en una profunda depresión. De ahí, las letras profundas que invitan a reflexionar sobre el paso del tiempo, las pérdidas, la resiliencia y los golpes de la vida.
De las sesiones del álbum The tipping point quedaron cuatro canciones inéditas que por diversos motivos fueros desechadas o guardadas para otra oportunidad, Say goodbye to mum and dad, The girl that I called home, Astronaut y Emily said, que fueron el punto de partida para armar un nuevo álbum y de paso presentar el primer disco en vivo oficial del grupo como resultado de una gira exitosa durante parte de 2022, todo 2023 y los primeros meses de 2024, que estuvo dividida en dos fases por cuenta de un accidente que tuvo Chad Smith y que lo mantuvo fuera de los escenarios durante varias semanas. Las cuatro canciones conservan el sonido y la estética del álbum de 2022, con algo de nostalgia al pasado, especialmente en las letras, pero sin descuidar la importancia de sonar modernos, algo que desde 1982 tuvieron muy claro y presente Smith y Orzabal.
De un memorable concierto en Franklin, Tennessee, celebrado a mediados de 2023, se ha conformado el primer disco en vivo de Tears for Fears (todo lo que ha circulado antes no es oficial y corresponde a bootlegs de los años 80 y 90, o a temas incluidos en las reediciones de los discos Songs from the big chair y The hurting) con lo mejor del nuevo álbum y una selección de clásicos magistralmente interpretados como Shout, Pale shelter, Mad world, Sowing the seeds of love, Everybody wants to rule the world, Head over heels, Woman in chains, Break it down again, entre otras, que conforman un total de 22 canciones para una edición doble en digipack.
Uno de los aspectos más llamativos de las versiones en vivo de estos clásicos es lo bien que han resistido el paso del tiempo, como un vino Château Lafite Rothschild de 1988, impecables y supremos. Orzabal y Smith trasmiten optimismo, alegría y esperanza, se nota que disfrutaron de cada momento en vivo y de qué forma. El sonido no miente. Los clásicos del álbum se pueden describir como versiones modernas que se ajustan a estos tiempos y cuya producción sonora es de estándares altos, la mezcla es impecable. Todo lo anterior es previsible porque gran parte de la magia histórica de Orzabal y Smith es entender su tiempo y el paso del tiempo. Por eso, en los años ochenta hicieron la diferencia, y de qué forma, al usar acertada y equilibradamente las influencias de The Beatles, Bowie, Roxy Music o Genesis, sin copiarlos o fusilarlos.
Songs for a nervous planet, en estudio y en vivo. se puede describir como un disco muy nostálgico que legitima y reivindica, en esta era tan rara y particular para la música, que el synthpop de los años ochenta contó con la mentalidad y las capacidades artísticas avanzadas que le permitieron“envejecer dignamente y ser relevante 40 años más tarde. Porque no todos los géneros y artistas cuentan con ese rasgo particular.
Tears for Fears no es una banda que vive del pasado o que está anclada al pasado y eso los desmarca frente a sus pares generacionales a quienes les ha costado dar ese salto. Pensemos en los Pet Shop Boys, Soft Cell, Erasure, Duran Duran (que lo han intentado mucho mejor que otros grupos), OMD y New Order, bandas que en estos tiempos siguen viviendo del sonido que les dio la gloria en 1987, mientras que The Cure, Vince Clarke, Midge Ure, Simple Minds o Depeche Mode, por citar algunos ejemplos, han logrado adaptar su sonido a las exigencias del presente. Hay artistas a los que les ha costado romper con el cordón umbilical del pasado glorioso. Que lo diga U2 que tuvo que “reimaginar” sus clásicos para mantenerse vigente…
Escuche una de las nuevas canciones de Tears for Fears
Si quiere más información puede consultar mi blog en: https://jacobocelnik.substack.com/