Todo sobre el Ciclo Rosa: el festival de cine cuir en Bogotá

Ciclo Rosa, del 23 de julio al 4 de agosto.

Crédito: Cortesía IDARTES

16 Julio 2024 01:07 pm

Todo sobre el Ciclo Rosa: el festival de cine cuir en Bogotá

Por más de 20 años el Ciclo Rosa ha sido un espacio de debate y difusión de las expresiones artísticas diversas. Les contamos todo sobre la edición de 2024.

Por: Juan Francisco García

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El Ciclo Rosa nació en 2001 como una iniciativa del Instituto Goethe, el Centro Colombo Americano de Medellín, la Cinemateca de Bogotá y el Instituto Pensar de la Universidad Javeriana como una de las grandes apuestas culturales en Bogotá por la diversidad a la hora de representar el cuerpo, el género, la sexualidad y la naturaleza desde el ámbito audiovisual. Desde entonces, año tras año, el Ciclo Rosa es una plataforma y un refugio para creadoras y creadores de la comunidad LGTBIQ+, que se reúnen para compartir nuevos mundos, sensibilidades y preguntas. El debate, que tiene como corazón la lucha por los derechos de las comunidades diversas nos compete a todos y a todas. 

Este año, el ciclo estará en sala desde el 23 de julio al 4 de agosto; la Toma Rosa tendrá lugar desde el 25 de julio hasta el 10 de agosto y los Diálogos Ciclo Rosa irán del 30 de julio al 2 de agosto. 

Hablamos con el gerente de Artes Audiovisuales y quien tiene a cargo la conducción de la Cinemateca de Bogotá, Ricardo Cantor Bossa, la directora y artista paisa Tiagx Vélez y la creadora argentina Agustina Comedi sobre el ciclo, su relevancia y el estado del arte del cine cuir en Colombia y en la región. 

La Toma Rosa


La Cinemateca de Bogotá como refugio y plataforma de la diversidad 

En los guetos y campos de concentración nazis, los homosexuales eran marcados con un triángulo de color rosado. De ahí, como símbolo de resistencia y reivindicación, viene el nombre del Ciclo Rosa. Sin embargo, antes de llamarse así, al final del siglo pasado, los creadores ya organizaban muestras de cine cuir de la mano de las obras de cineastas como Werner Fassbinder y Dereck Jarman. El cine local, por su parte, no se quedó atrás con películas como Nuestra Película, el documental en el que Luis Ospina, a raíz del diagnóstico de sida del reconocido pintor Lorenzo Jaramillo, cuenta su vida. 

Ricardo Cantor nos dijo que en los 23 años que tiene el Ciclo Rosa, ha tenido una evolución muy interesante. La muestra audiovisual, y su componente académico, se han ampliado para ser una plataforma de circulación artística transdisciplinar y de discusión abierta sobre la reivindicación y lucha de los derechos de las comunidades LGTBIQ+

Silence is a falling body de Agustina Comedi

Además, aunque se ha mantenido como una plataforma en la que creadores del continente estrenan sus películas, cada vez está más vinculada a la creación local. Desde hace cinco años, con razón del ciclo, la Cinemateca de Bogotá, en asocio con el Instituto Goethe, abre una convocatoria de video-ensayo en la que caben propuestas íntimas y experimentales que no obedecen a lógicas industriales de producción. Los proyectos ganadores se muestran al público en la edición siguiente. 

Para extender las expresiones cuir a las artes escénicas –dice Cantor–, desde hace dos años se creó La Toma Rosa. Gracias a esta, la Galería de la Cinemateca de Bogotá se convierte, los fines de semana que tiene lugar el ciclo, en un espacio “tomado” por colectivos de artistas diversos que muestran sus propuestas, generalmente performances, que entran en diálogo con el espíritu audiovisual de Ciclo Rosa. Esta toma civil da cuenta de su injerencia política, narrativa y espacial. 

Curaduría y programación 

Para esta edición, la curaduría puso su lente en las películas latinoamericanas más importantes en los últimos años; lo que se buscó fue traer a Bogotá películas recientes que hayan sido galardonadas en los premios de cine cuir de los festivales más importantes del mundo, como el de Berlín y el de San Sebastián. Otra arista de la curaduría fue poner especial atención a las películas que para su montaje se basaron en el archivo histórico del cine cuir; así como en los ejercicios audiovisuales que, filmados caseramente, retazo a retazo, con el paso de los años se convirtieron en películas gracias a dar cuenta de la vida de un personaje. Malqueridas, de la directora chilena Tana Gilbert, grabada clandestinamente en una cárcel, es una de las referencias curatoriales de este ciclo. 

La programación de este año tiene: Muestra Nacional (con dos programas) que llegaron por el llamado a presentar obras audiovisuales, Muestra internacional, el Programa 'Archivos de lo cuir', Estrenos nacionales y estrenos internacionales.

Cinemateca al aire libre, Diálogos Ciclo Rosa y nuevos públicos 

Cantor fue enfático en que el Ciclo Rosa no es un programa endogámico, pensado solo para miembros de la comunidad LGTBIQ+, sino, por el contrario, una invitación a la ciudadanía a dejarse afectar y hacerse partícipe de las narrativas, inquietudes y demandas de sus pares. Un espacio de encuentro, debate y construcción. 

Por eso mismo, con los años, el programa se ha desplazado también hacia las artes escénicas y ha abierto sus convocatorias al formato de los videoensayos, pues los creadores y creadoras no necesariamente tienen que dedicarse a la industria del cine para hacer parte.  

En consonancia a esto, la programación del Ciclo Rosa llegará también a la Cinemateca Al Parque, programa con el que la Cinemateca de Bogotá lleva su propuesta audiovisual, de forma gratuita, a todas las localidades de la ciudad. La cita es el domingo 11 de agosto en el Parque Metropolitano El Porvenir en la Localidad de Bosa. 

Como complemento teórico y de discusión a la programación de las películas, el ciclo tiene los Diálogos Ciclo Rosa, en los que se debaten temas coyunturales con respecto a los derechos de la comunidad diversa desde puntos de vista que van desde lo académico, de activistas sociales, artistas y a nivel comunitario. Así, este año habrá conversatorios sobre el estado del arte de la publicación de autores LGTBIQ+ en Colombia y el continente; la educación y sensibilización en los ámbitos escolar y comunitario y una lectura diversa de poemas en la que estará la relevante poeta Tania Ganitzky, entre otras.  

Ciclo Rosa y cine cuir desde una perspectiva local 

Tiagx Vélez es artista, programadora y directora de cine. Hace parte de Crisalidacine, un colectivo de creadoras con base en Medellín que trabaja en propuestas audiovisuales –experimentales desde el lenguaje y la forma– sobre el cuerpo, la animalidad, la sexualidad, la mujer, el cuerpo cuir, la hibridación y la fe en el mundo.  

Para este año, junto con Juliana Zuluaga y Analú Laferal, proyectarán en el Ciclo Rosa su largometraje El origen de las especies, una película que propone un nuevo mito fundacional de nuestra especie, y que le llega al espectador como una experiencia sensorial y sonora; un compilado de archivos que el colectivo ha utilizado y que adquieren en esta una nueva forma; un viaje cósmico y a la vez visceral de 71 minutos.

Cuando le preguntamos sobre el comienzo y el fin del cine cuir, Tiagx dijo que este le interesa, no como un punto temático ni como una cuota de representación, sino más bien como un lugar en el que lo trans y lo cuir “contaminen la forma de generar sonidos e imágenes y de cómo explorar el cuerpo”. Más que los límites para definir el género, lo que le interesa a la artista paisa son las preguntas y los vínculos entre espectadores, curadores y programadores. “Me interesa quién está detrás de las películas”. 

Al hablar sobre El origen de las especies, Tiagxs cuenta que una de las inquietudes al hacer la película fue revisar la mitología clásica, en la que “se ha excluido a un montón de seres”. Su película no niega el poder de los mitos, pero sí es una invitación a imaginarlos de nuevo, con cabida para expresiones diversas del cuerpo, la naturaleza, el tiempo, la animalidad. 

Le interesa el cine como un lugar de encuentro y de imaginación. Y hacer cine de bajo presupuesto, sin las presiones de la industria convencional, permite –dice– llevar hasta el extremo especulaciones y preguntas nuevas. Sobre el cine mismo. Sobre la ciencia. Sobre la biología. Y sobre todo el establecimiento hegemónico que configura y da sentido al mundo, tantas veces de forma violenta y excluyente. 

El Ciclo Rosa como plataforma para artistas locales 

El caso de Tiagx es un ejemplo feliz sobre el espíritu del Ciclo Rosa: acoger y visibilizar creadores emergentes con intereses diversos. Desde 2018 –cuenta– cuando mandó su primer cortometraje, este ha sido una plataforma de visibilización muy importante para su trabajo artístico. 

Empero, lo que más rescata del Ciclo Rosa, más allá de la programación, es el encuentro que ha tenido con “seres maravillosos para discutir, crear y cocrear”. Y es que, si bien el cine cuir ha ganado espacio en los últimos años, la verdad es que el Ciclo Rosa –que también ocurre en Medellín– es una plataforma esencial para su consolidación y crecimiento en el país. 

El origen de las especies de Colectivo Crisalida

Tiagx también rescata el espíritu de resistencia que tiene el programa al exhibir películas que de ninguna otra manera tendrían espacio en una sala comercial. Que estas propuestas lleguen al público, con precios democráticos, es la provocación perfecta para que los intereses de la comunidad diversa toquen nuevos espacios y nuevos públicos. 

Por último, hablamos sobre los nuevos postulados que el cine cuir genera a la hora de hacer cine en Colombia. Para la artista, como para su colectivo de Crisalida, el cuidado de los otros y otras empieza en el rodaje. Ya no se sostiene la contradicción de hacer películas sobre nuevos mundos y nuevas posibilidades relacionales, si el proceso mismo no está al margen de atropellos, excesos y precariedad. El cine cuir, –entiende– es un cine mucho más consciente y horizontal. 

Dónde empieza y termina el cine cuir y por qué da esperanzas del futuro 

La premiada directora y guionista argentina Agustina Comedi, para responder sobre el comienzo y el fin del cine cuir, dijo que más allá de consideraciones temáticas y formales, la propuesta cuir empieza cuando las y los creadores “se hacen cargo de su malestar.”. Comienza –prosigue– “en la permeabilidad y la afectación con respecto a las cosas que nos duelen, nos molestan, nos adormecen”. 

Para ahondar en su explicación, Comedi se remitió a un texto de la pensadora brasileña Suely Rolnic en la que esta explica cómo las arañas diseñan y rediseñan la arquitectura de su telaraña de acuerdo con la información del ambiente exterior que captan a través de los primeros hilos, que las atraviesa desde el abdomen. Información que, en cada instante, muta. Así, las y los creadores cuir pueden ser entendidos como una suerte de creadores arácnidos que, atravesados por la realidad, diseñan y rediseñan sus expresiones artísticas de acuerdo con la realidad, con sus miserias y posibilidades. 

Llamadas desde Moscú

El final del cine cuir, dijo, ocurre cuando la respuesta ante el malestar es reactiva y no afectiva, y todas esas formas y sentires distintos sobre el tiempo, la imagen, el conflicto, las relaciones, se estancan y se repiten. 

Es la incomodidad –enfatiza Comedi– la que me ha impulsado a hacer cine: “Esa sensación de que hay algo que no está bien y que genera mucho dolor pero que, al tejer y retejer, armar y rearmar la tela –las ideas–, eso tan doloroso no logra comerse al futuro y aparecen posibilidades nuevas”. 

Quizá es ese el corazón y el legado del Ciclo Rosa: pensar, habitar, especular, provocar posibilidades nuevas, no resignarse a la realidad presente con sus hegemonías violentas, excluyentes, reaccionarias. Seguir reafirmando que existen otras formas de belleza. 

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