
Todo lo que usted debería saber de la industria del libro y las cifras de 2024
Crédito: Colprensa
La Cámara Colombiana del Libro presentó en la Feria del Libro, a periodistas culturales y economistas, los resultados, estadísticas y cifras del mercado editorial y las ventas de libros correspondientes a 2024.
Por: Redacción Cambio

En un país donde los titulares suelen concentrarse en la política, el crimen o la economía, que un informe sobre la industria editorial logre convocar a periodistas, editores y economistas ya es, de por sí, una señal alentadora. Eso fue lo que ocurrió este viernes durante la presentación de los resultados del sector editorial colombiano correspondientes a 2024, una cita que ya se ha vuelto habitual en la agenda de la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBo). Pero lo que se compartió allí va más allá de un puñado de cifras. Es una radiografía que precisa del estado actual del libro en Colombia, y de qué manera avanza.
La Cámara Colombiana del Libro reveló que las ventas totales de libros alcanzaron los 996.624 millones de pesos. Esto representa un aumento del 3,9 por ciento frente al año anterior. La cifra se traduce en 37,9 millones de ejemplares vendidos y 17.989 títulos editados. Más que una buena noticia comercial, este dato sugiere que el libro colombiano no está en pausa: se adapta, resiste y, lo más importante, crece.
¿Por qué importa esto? Porque hablar de libros es hablar de un termómetro cultural. Cada título publicado, cada ejemplar comprado, marca un pulso: sobre qué temas nos interesan, qué preguntas nos estamos haciendo como sociedad y qué voces estamos eligiendo leer. Que el sector editorial crezca —aunque sea de forma moderada— en medio de la competencia feroz de pantallas, videos y redes sociales es, por sí solo, un dato elocuente.
Uno de los hallazgos más reveladores tiene que ver con qué se vende. Los libros de interés general (literatura, narrativa contemporánea, ensayo y divulgación) representaron el 40,8 por ciento de las ventas, con un crecimiento del 5,3 por ciento. Les siguieron los textos técnicos y científicos (5,2 por ciento), los religiosos (4,0 por ciento) y los educativos (1,2 por ciento). La fotografía que dibujan estas cifras es la de un país con lectores que se mueven entre la formación profesional, la espiritualidad, la curiosidad intelectual y, sí, también el placer de leer.
Pero no solo se vende más. Se produce más desde adentro. El 90,7 por ciento de las ventas corresponde a libros hechos en Colombia, lo que implica un crecimiento del 4,5 por ciento frente a 2023. Es decir, se edita, se imprime y se comercializa localmente. Las exportaciones se mantuvieron estables en un 7 por ciento, mientras que las reexportaciones —la circulación de títulos colombianos en el exterior— bajaron un 9,9 por ciento. Un llamado de atención: más allá del entusiasmo por las ferias internacionales, la literatura colombiana sigue teniendo dificultades para salir del país.
Otro punto importante: ¿dónde se venden los libros? Las librerías —incluidas las independientes y las de autor— siguen liderando con un 36 por ciento del total. Le siguen las distribuidoras (13,2 por ciento) y las ventas institucionales (8,4 por ciento), especialmente de textos escolares. Aunque el informe no detalla los números del comercio digital, deja claro que el canal físico sigue siendo dominante. En un país con bajos índices de lectura, que las librerías sobrevivan no es solo una buena noticia económica: es una defensa del espacio público cultural.
El empleo en el sector también da señales positivas. En 2024, hubo 5.389 personas trabajando en edición, comercialización y distribución del libro: un crecimiento del 3,2 por ciento frente al año anterior. El 83,7 por ciento de esos puestos de trabajo son permanentes. Aunque el informe no desglosa cuántos son editores, impresores, diseñadores o promotores, sí sugiere algo importante: la cadena del libro no es solo una metáfora: es una estructura económica que genera trabajo formal.
Y mientras se compartían los números, la conversación giró hacia lo esencial: ¿qué lugar ocupa el libro en las industrias culturales del país? Para Emiro Aristizábal, presidente ejecutivo de la Cámara del Libro, las cifras revelan un “comportamiento saludable”, pero también trazan una hoja de ruta: aumentar los índices de lectura, fortalecer la distribución en zonas rurales y blindar al sector frente a la piratería digital.
El mapa por regiones, aunque sin detalles, reafirma una vieja constante: Bogotá concentra la mayoría del consumo editorial, seguida por Antioquia y el Valle del Cauca. Esto no sorprende —allí están las universidades, las ferias, las editoriales—, pero sí recuerda una deuda pendiente: descentralizar el acceso a la cultura escrita.
Una de las conclusiones que deja el informe es clara: los lectores siguen ahí. Hay quienes investigan, quienes prefieren el libro físico y quienes buscan ir a las fuentes. Se mantienen presentes y activos, preguntándose —como lo hace también el sector— cuáles podrían ser las rutas para que, algún día, en Colombia se lean más de cinco libros al año por persona.
