
Templo Seños de las Misericordias, en Medellín. Exhibición de la instalación 'Río abajo'.
Crédito: Yohan Valencia
Tríptico del dolor provocado por la muerte y la desaparición
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En el Museo Pedagógico de la Universidad Pedagógica Nacional se exhiben 'Río abajo', 'Sudarios' y 'Relicarios', tres instalaciones de la fotógrafa Erika DIettes, quien lleva 20 años documentando el dolor de las víctimas de la violencia y la desaparición, y acompañándolas en sus duelos.
Por: Eduardo Arias

Erika Diettes es una fotógrafa que lleva muchos años de su vida dedicada a retratar a las víctimas de diversos tipos de violencia para que sus historias no queden en el olvido y hablen a través de lo que ella capta con su cámara. El número marcado con fuego en el cuerpo de un sobreviviente del horror de los campos de concentración nazi, alguna pertenencia de alguien que murió en el conflicto armado colombiano, la imagen del rostro de una mujer que vio cómo asesinaban a su esposo o a su hijo.
A partir de 2008, cuando expuso Río abajo, ella se ha dedicado a documentar el dolor de las víctimas del conflicto armado y a tratar de paliar parte de ese dolor a través de sus fotografías e instalaciones.
Por primera vez se exhiben en un mismo espacio Río abajo, Sudarios y Relicarios. Esta exposición está abierta en el Museo Pedagógico de la Universidad Pedagógica Nacional.
Río abajo, de 2008, es una serie fotográfica de 26 piezas que recopiló luego de una investigación muy meticulosa y bastantes meses en busca de personas que quisieran compartirle sus recuerdos y dejaran que ella le tomara fotos a objetos que conservaban de familiares que habían sido asesinados o desaparecidos. Ella los llevó a Bogotá donde les tomó las fotografías de tal manera que se relacionaran con el agua de los ríos de Colombia, muchos de los cuales se han convertido en los cementerios más grandes del mundo.

Cuatro años después Erika Diettes exhibió Sudarios, una instalación que consta de 20 fotografías en blanco y negro impresas sobre seda. Cada fotografía muestra el rostro en primer plano de una mujer y la manera como están dispuestas unas con respecto a las otras le permite al observador una visión general de todos los rostros que se convierten en una sola imagen general, la del dolor colectivo de las mujeres de Colombia que tuvieron que asistir al horror de los asesinatos de sus familiares.
Relicarios 2011 2015, la tercera obra que conforma esta exposición, fue el resultado de siete años de trabajo para ofrecerles a los dolientes un espacio donde pudieran llorar a sus muertos y así mitigar en parte la zozobra de no poder darle una sepultura digna al ser amado. Un lugar para el dolor. Relicarios honra a las víctimas de la violencia a partir de pequeños tesoros, como pueden serlo una fotografía, un trozo de tela, un cepillo de dientes, una pluma o la tierra que pisó la persona amada, que están atesoradas en 165 relicarios a manera de promesa de no olvido.
Erika Diettes lleva unos 20 años recorriendo varias zonas del país. En sus recorridos siempre ha trabajado el acompañamiento psicosocial con el apoyo de expertos de salud mental y en manejo del duelo. “Todo el acompañamiento psicosocial tanto de Sudarios como de Relicarios lo hizo una socióloga que se llama Anadis Londoño. Cuando las familias donaron los objetos de Relicarios hubo varios encuentros dentro de círculos de apoyo psicosociales donde se explicaba cuál era la finalidad del proyecto, cómo se recibían, cuando íbamos a recibir los objetos y luego hubo algo muy impresionante, una de las experiencias más fuertes y hermosas que he vivido como artista y es que en el Museo de Antioquia, antes de que se abriera la exposición al público, hicimos tres días a puerta cerrada de trabajo con 330 dolientes”. Dutrante tres días trabajaron en un círculo de apoyo psicosocial que para ella fue muy importante. “Fue allí donde cada familias se reunió por primera vez con su relicario. Parte fundamental de la obra justamente ese ese acompañamiento”.
Para Erika Diettes es muy importante el proceso de acompañamiento. Hay un proceso de escucha muy extenso detrás de cada prenda de Río abajo, detrás de cada uno de los objetos de relicarios. “No es que las personas simplemente me manden los objetos y ya. Yo no puedo trabajar con una prenda de la que no me sé la historia”. Por ejemplo, las madres le decían que esa era la camisa con la que su hijo se veía más guapo, Para Erika Diettes son bien importantes las palabras que están detrás de cada objeto, así como la bondad de las personas que le compartieron la intimidad de sus procesos de duelo. “Eso se traduce después en la obra final y creo que eso también le da a la obra esa capacidad de mostrar que no eran simplemente seres anónimos sino que había alguien, una vida”. Una de las cosas más importantes en el proceso es recordar que la persona, la víctima no simplemente es un desaparecido. “Ese desaparecido tenía una vida, tenía una comida favorita, tenía un perfume que lo identificaba, tenía unos gustos particulares, le gustaba el fútbol, ese tipo de cosas. Porque finalmente esta obra también pretende que no entendamos la violencia como una cifra más sino como las vidas que quedan truncadas por ese acto violento y el dolor en el que quedan sumergidos sus familias. Por eso siempre me gusta repetir que es una obra sobre la intimidad del duelo”.

Una pregunta que ronda es si de alguna manera ha cambiado el sentido de estas piezas tras la firma del Acuerdo de Paz, si permiten ahora otro tipo de lectura. Para responderla, ella recuerda que Relicarios, una obra que tardó siete años en realizar, se iba a inaugurar el día en que ganó el no en el plebiscito. “Eso fue algo muy impactante, muy fuerte, tanto, así que incluso algunos de los patrocinadores de la exposición retiraron los recursos”. Esto la obligó a hacer la exposición contracorriente. Ella piensa que la obra sigue siendo muy dura y muy triste, porque finalmente habla de esos duelos particulares que están recopilados en las tres obras. “Creo que sí hay una formación de público diferente. Creo que sí existe después del acuerdo. Incluso mientras se estaba haciendo el acuerdo había una formación de públicos. La audiencia estaba dispuesta a mirar estas historias. Ya no era como cuando yo empecé con Río abajo, que todavía era casi peligroso hacer una exposición en torno a la desaparición forzada. Yo creo que como sociedad somos más abiertos a mirar este tipo de obras”. Ella percibe que, aunque en Colombia el arte siempre ha tratado el tema de la violencia, ella ve más artistas y más espacios que muestran ese tipo de obras. “No quiere decir que haya sido fácil. En muchos lugares me ha costado mucho lograr la exposición porque reúne víctimas de todos los grupos armados. Eso hace que sea una obra que pueda llegar a incomodar a muchas personas”. Señala que de todas maneras a Colombia todavía le falta mucho en términos de reconocimiento de la dimensión del horror que ha sufrido.

Para ella es muy importante reunir en esta exposición Río abajo, Sudarios y Relicarios, que son obras que básicamente tratan el mismo tema: el duelo por circunstancias trágicas, la muerte violenta y en el caso de Río abajo, el duelo suspendido por la desaparición. “A mí me parece que este es un momento muy coyuntural. El hecho de que estas tres obras estén juntas en el mismo es como gran conclusión, simbólicamente es una especie de cierre emocional de este conjunto de trabajos. Siento que es un permiso de mí misma para para darle paso a Oratorio de los desaparecidos, una obra en la que vengo trabajando hace cuatro años”. Es una obra con unas particularidades muy diferente ya que no habla únicamente del duelo de la desaparición sino de las vidas que siguieron los dolientes con esa ausencia y que, pese a esa ausencia, su propósito es la sanación y la vida. “Entonces para mí es muy importante en este momento de mi vida esta exposición en la Universidad Pedagógica Nacional”.
Museo Pedagógico
Universidad Pedagógica Nacional
Calle 72 No. 11 – 86 (Edificio ‘E’)
Abierta al público hasta el 6 de octubre de 2023
