‘El último hombre’, la película alemana que liberó la cámara
21 Diciembre 2024 01:12 am

‘El último hombre’, la película alemana que liberó la cámara

Hace 100 años se estrenó ‘El último hombre’, una cinta muda alemana que dirigió Driedrich Murnau y que dio origen a un lenguaje cinematográfico que por fin pudo liberarse del yugo de tener que ser como el teatro.

Por: Gustavo Valencia

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El 23 de diciembre de 1924 se estrenó en Berlín El último hombre (Der letzte Mann), en una fecha bastante inusual por aquella época para la premiére de una película, pues estaba programada para hacerlo una semana antes y no el día anterior a Navidad. Y sucedió que toda la opinión pública nacional tenía la atención puesta y, por ende, toda la prensa del momento, en la salida de la cárcel, antes de cumplir la totalidad de su condena, de un político de creciente popularidad que ya acaparaba la atención de todos por sus tesis e ideología, que generaban polémica y aguda controversia y que ya estaban polarizando al país. El estreno debía haber sido el 20 de diciembre de 1924, día en que salió libre Adolf Hitler.

Así que el debut de la cinta se pospuso para el día anterior a Navidad, una especial condición para este filme, que ya anunciaba mucho más que un simple retraso por la situación política del momento en Alemania. El relato como tal es sobre el portero de un gran hotel que, por su edad, es reemplazado por otro más joven. Relegado a servir en los baños, su mundo personal y familiar colapsa. La película narra todo ello a punta de sólo imágenes, otro de sus méritos, pues no necesitó de subtítulos, lo que refleja el alto nivel alcanzado por aquella cinematografía germana. Además, por su carácter radical y avanzado daría comienzo a nuevos rumbos en la estética del cine.

Todo esto se debió a la particular conjunción de sus tres directos creadores, destacadas figuras en los estudios berlineses: Friedrich Murnau, en la dirección, Carl Mayer, el guionista, y Karl Freund, el camarógrafo, este último todo un investigador de las propiedades de la luz y muy interesado en romper con la rigidez de aquella cámara, fija y unida a un trípode, o “encadenada”, como la llamaban en aquel entonces. Es proverbial el trabajo que se efectuó de luces y movilidad de la cámara, en especial debido a los recursos creados para lograr la cámara “desencadenada”, la cual generaría una gran influencia que traspasaría las fronteras alemanas.

Aquellas especies de travellings donde la cámara sigue al actor principal, Emil Jannings, en realidad son producto de un complicado armazón artesanal que Mayer y Freund fabricaron para sujetarlo al propio cuerpo de Freund y así poder seguir al protagonista. Rudimentos artesanales que hoy en día son sencillos elementos técnicos de principiante, pero que, en aquellos años, significaban un gran paso y de un valor artístico insuperable para arrancarle algo de movilidad a esa lente hasta ese entonces fija y que sólo se movía sobre un carro, un tren o algo similar. Con todo ello pudieron lograr, por ejemplo, tomas en picada que, al enfocar desde arriba al portero que había sido descendido de puesto, en ese plano quedara su efecto más reforzado y, por ende, más comprensible Un destacado trabajo de imagen que permitió que la película no necesitara intertítulos.

Todo ello hizo que la obra fuera recibida con gran acogida dentro y fuera del país. En un periódico francés se anotaba el papel determinante que cumplía la movilidad de la cámara y se reseñaba el logro que de ahí se desprendía para el futuro cine universal. El artículo lo firmaba un joven crítico de cine, Marcel Carné, quien a la postre sería uno de los grandes directores del cine francés y del mundo.

Las tres grandes virtudes de aquella industria fílmica alemana (iluminación, escenografía y movilidad de la cámara) por fin se integraban en un solo haz, una especial unidad y, como el todo siempre es mayor que la sumatoria de sus partes, lo que arrojaba como síntesis era lo más importante en términos de lenguaje y estética fílmica: la creación del espacio cinematográfico, punto culminante del cine mudo alemán y uno de sus grandes aportes al posterior trabajo de la cinematografía mundial.

Con la creación de este espacio cinematográfico se consolidó por fin algo específico del séptimo arte, que rompía con el lastre del espacio teatral que arrastraba desde sus orígenes hasta comienzos de los años veinte y que luego pasó a ser un simple espacio escénico por el manejo propio de luz y escenografía. Se terminaba de una vez con ese carácter chato y teatral que posee todo el cine anterior a esta realización y que, ahora, con esta "cámara desencadenada", como sus creadores la llamaron, se entraba por la puerta grande de la creación artística del cine.

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