¿Qué debe temer Colombia de Panamá en cuartos de final de la Copa América?
- Noticia relacionada:
- Selección Colombia
- Copa América
El sábado 6 de julio a las cinco de la tarde, Colombia se juega contra Panamá el paso a la semifinal de la Copa América. Les contamos qué temer de este rival, una de las sorpresas de la Copa América.
Por: Redacción Cambio
El proceso de Christiansen, un técnico hecho en La Masía
Para todos fue una sorpresa ver, en la línea de cal de Panamá, al técnico español de origen danés Thomas Christiansen que, desde el primer partido contra la Uruguay ganadora del grupo de Bielsa, puso en marcha una idea que se sustenta en la amistad con el balón y el juego de asociación. Fue precisamente en aquel debut cuando se vio, por contraste con el juego vertiginoso, vertical y supraintenso de Uruguay, la impronta que desde hace tres años Christiansen ha ido logrando en el equipo.
Además de plantarle resistencia física al golpe a golpe que planteó Uruguay, por ciertos baches del partido La Cenicienta del grupo logró imponer el tempo y marear a los de celeste. El arco de Uruguay no fue ajeno a la ofensiva panameña y las estadísticas dicen que los de más al centro del continente lograron rematar diez veces al arco.
Hay que temer, pues, que Panamá no vino a esta Copa con otra más de las deslucidas propuestas ultraconservadoras –como Alfaro con Costa Rica– que se la juegan toda con la especulación. Es un equipo trabajado, que tiene un norte claro, con cimientos en la Masía –Johan Cruyff entrenó a Christiansen, que además fue compañero de cancha de un tal Pep Guardiola– al que, si se le cede la iniciativa y el balón, sabe qué hacer con él, va al frente y tiene variantes. La selección panameña, a pesar de la eliminación al pasado Mundial y a un pobre desempeño en la Copa de Oro, decidió confiar en el juego alegre y con volumen ofensivo de Christiansen. La apuesta, con el equipo por primera vez en su historia en unos cuartos de final, está dando resultados.
Los ases tapados bajo la manga
Estos equipos, contra los que casi nunca se compite y que permanecen a esa confederación rara que es la Concacaf son, hasta que se los topa en la Copa América, enigmas. Nadie sabe de dónde salen sus talentos ni dónde juegan sus figuras. Se desconocen sus puntos débiles, pero sobre todo sus puntos altos.
Así que anoten: Carrasquilla, el número 8, dueño de la mitad, es un jugador interesantísimo que además de llevar los hilos del equipo, sabe saltar líneas y hacer valer su talento en el último cuarto. Colombia debe ganarle el pulso en la mitad, negarle entrar en circuitos y no descuidar su visión y precisión.
Yoel Bárcenas, el 10, es sin duda el gran cerebro y el jugador más desequilibrante de Panamá. Aunque en su club juega tirado a la derecha, en este equipo, a perfil cambiado, funge como el gran pensador y el mejor socio del 9 que cierra el esquema de Christiansen.
Otros ases tapados del próximo rival de Colombia son los delanteros. Los focos se han puesto sobre José Fajardo, el 9 pura cepa y goleador de la Universidad Católica que en esta copa ha marcado por dos y que tiene todos los registros que se buscan en el goleador. Pero hay que ponerle atención también a Guerrero, la alternativa, que además de ser fuerte en el área, sabe tirarse a las bandas, forjarse espacios y asistir. Jugar sin presión
Jugar sin presión
Parece trivial, pero uno de los aspectos por temer contra Panamá puede ser el jugar sin la presión del favorito. A decir verdad, pase lo que pase contra Colombia el próximo sábado, el equipo puede darse por bien servido. Le remontó un partido a Estados Unidos de anfitrión, compitió contra Uruguay, y fue solvente en el partido de la verdad contra Bolivia. Su paso a cuartos de final es histórico e inédito. El continente, gracias al buen juego que ha impuesto Christhiansen, los mira diferente.
Esto, en contraste contra una Colombia absolutamente obligada a ganar, puede ser una ventaja. El tiempo, de entrada, juega a favor de Panamá, pues conforme pasen los minutos, la demanda de ganar se irá haciendo más y más grande. Así que, si al nervio del rival logran sumarle cerebralidad y se juegan el partido de la vida, los de Lorenzo la pueden pasar mal.