
El exministro Amylkar Acosta Medina durante su intervención en la V Conferencia Internacional de Biocombustibles, organizada por Fedebiocombustibles.
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“La transición energética del país tiene que ser a la colombiana”: Amylkar Acosta, exministro de Minas y Energía
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El exministro de Minas y Energía Amylkar Acosta advirtió que Colombia necesita una transición energética adaptada a sus realidades, sin fórmulas extranjeras. Le contamos los detalles de su propuesta.
Por: Juan David Cano

En entrevista con CAMBIO durante la V Conferencia Internacional de Biocombustibles, organizada por Fedebiocombustibles, el exministro de Minas y Energía, Amylkar Acosta Medina, ofreció una visión de cómo debe ser la transición energética en Colombia: a la colombiana, sin copiarse de otros países.
"No existe una receta única, no existe una fórmula mágica que sea aplicable a todos los países por igual. La hoja de ruta de la transición energética de cada nación tiene que consultar sus propias realidades. Y Colombia no se parece a ninguna otra”, afirmó.

Una matriz limpia, pero una economía dependiente del carbón y el petróleo
Colombia tiene particularidades que, según Acosta, deben ser el punto de partida de cualquier transición. A diferencia de países europeos como Alemania, que dependen de las importaciones de combustibles fósiles, acá se depende de la extracción y exportación de petróleo y carbón.
En este contexto -según el exministro-, el país debería gestionar con mayor cuidado estos recursos y enfocar sus esfuerzos en diversificar su matriz para alcanzar una mayor eficiencia. Sin embargo, el Gobierno ha centrado su discurso en abogar por eliminar la producción del petróleo y carbón, a pesar de que el sector energético en Colombia solo representa el 34 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Las verdaderas fuentes de emisiones en Colombia
La matriz eléctrica colombiana ya es, en su mayoría limpia, y sería más efectivo dirigir las acciones hacia otros sectores más contaminantes. Acosta señaló que las principales fuentes de gases de efecto invernadero en Colombia no están en el sector energético, sino en otras actividades. “Cambio en el uso del suelo, agricultura, ganadería y deforestación, que representan el 55 por ciento de las emisiones”, explica.
El riesgo de anclarse al pasado (y de renunciar antes de tiempo)
Pese a su apreciación sobre el petróleo y el carbón, el exministro reconoce que es una tendencia global reducir el uso de combustibles fósiles y por eso asegura que el país debe diversificarse, sin embargo, con una transición progresiva para no impactar negativamente a la economía.
"Es necesario diversificar la economía. La transición energética cuesta. Y hoy por hoy, la única fuente cierta de financiación para esa transición son precisamente estos sectores extractivos. La transición debe ser gradual, inteligente y no debe poner en riesgo ni la seguridad energética ni la soberanía energética del país", dijo.

Además, Acosta se refirió a la necesidad de pensar la transición desde los territorios: "No es lo mismo hablar de transición en el Eje Cafetero que en la Región Caribe. Los contextos productivos son distintos. Tiene que haber un acoplamiento territorial de la hoja de ruta".
Y añadió: "La transición energética no puede ser una política de gobierno, sino una política de Estado. Es un compromiso adquirido en el Acuerdo de París. Colombia se comprometió a reducir sus emisiones en un 53 por ciento hacia 2030 y alcanzar la carbononeutralidad en 2050. Esto debe trascender gobiernos”.
Una matriz al límite: 'Estamos en el filo'
El exministro también lanzó una advertencia sobre la situación crítica del sistema energético colombiano, caracterizado actualmente por una oferta restringida. Según sus palabras, la matriz energética debe operar como un “reloj suizo”, ya que cualquier desbalance podría derivar en un apagón.
La situación en Bogotá y Cundinamarca es particularmente delicada. Acosta advirtió que no hay disponibilidad energética para nuevos proyectos y que la región depende, en este momento, de las plantas térmicas para su funcionamiento.
Un estudio del centro de pensamiento Fedesarrollo concluyó que, hacia 2028, el país debería contar con 30 gigavatios de capacidad instalada. "Hoy estamos en 21. Es imposible que lleguemos a esa meta al ritmo actual", advirtió.

Renovables: sí, pero no como sustituto, sino como complemento
Teniendo en cuenta estos problemas de generación, Acosta aclaró que la diversificación es la clave para el país y integración a la matriz energética de energías renovables no debe verse como un reemplazo de las fuentes tradicionales: "Las renovables no están llamadas a sustituir a las térmicas ni a las hídricas, sino a complementarlas".
A la par, concluyó con la urgencia de aumentar la capacidad general: "Con el crecimiento de la demanda energética, impulsado incluso por la inteligencia artificial, vamos a necesitar más energía, no menos. Por eso, hay que destrabar los proyectos de renovables y avanzar con decisión, pero sin dejar atrás las fuentes tradicionales que hoy sostienen el sistema”.
