¿Por qué Colombia se demora tanto en bajar las tasas de interés?

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Crédito: Fotoilustración CAMBIO

11 Noviembre 2024 12:11 am

¿Por qué Colombia se demora tanto en bajar las tasas de interés?

La inflación ya está por debajo del 6 por ciento y todo indica que seguirá bajando hasta volver al rango meta del Banco de la República en 2025. Aún así, el banco central parece no escuchar muy bien los reclamos del Gobierno y los gremios de acelerar el recorte en las tasas de interés para darle un mayor impulso a la economía ¿Por qué y qué tienen que ver reformas como la del SGP en esa decisión?

Por: Angélica M. Gómez y Laura Lucía Becerra Elejalde

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“¡Las tasas de interés están muy altas! Está imposible pedir un crédito para comprar cualquier cosa”, es algo que más de un colombiano ha dicho en el último año y medio. Aunque desde diciembre del año pasado el Banco de la República comenzó a bajar su tasa de interés, que es la referencia que usan todos los productos crediticios y de ahorro e inversión que se ofrecen en Colombia, el proceso es lento, y la transmisión de esas reducciones pueden demorarse hasta año y medio para sentirse en algunos créditos y tarjetas. 

De las 12 reuniones que tiene al año la junta del Banco de la República, en diez toma decisiones sobre su tasa de interés. A su vez, esa tasa es la principal herramienta que tiene el banco central para controlar la inflación y depende de factores más allá del cambio en los precios de la economía nacional. 

A lo largo de 2024, la inflación se ha desacelerado más rápido de lo que se esperaba. Está regresando al rango meta que traza la política monetaria, que es entre 2 y 4 por ciento, y hacia la meta de mediano y largo plazo de 3 por ciento. Con eso presente, el presidente Gustavo Petro y el ministro de Hacienda Ricardo Bonilla han intensificado su petición al Banco de la República para que acelere la senda de reducción de las tasas de interés y así irrigar más dinero en la economía e impulsar su recuperación.

Sin embargo, la autoridad monetaria del país se mantiene firme en su cautela y mes a mes habla de cómo la economía da signos de una mejor recuperación de la que se esperaba, al punto en el que las proyecciones del producto interno bruto (PIB) para este año pasaron de 0,9 por ciento a 1,9 por ciento dentro del equipo técnico del Emisor. 

Como la inflación también está perdiendo ritmo cada vez más rápido y en septiembre tuvo un registro anual de 5,81 por ciento anual, cerraría el año alrededor del 5,3 por ciento. 

Esos datos le dan espacio al Banco de la República para mantener la prudencia que lo ha caracterizado. En los últimos siete meses, ha bajado la tasa de interés en 50 puntos básicos cada vez, es decir 0,5 puntos porcentuales, y actualmente está 9,75 por ciento. Pero la junta ha puesto sobre la mesa advertencias sobre la situación fiscal del país, que cada mes parecen tomar más relevancia en la discusión de las tasas de interés. 

¿Qué tiene que ver la situación fiscal con las tasas de interés? 

En la rueda de prensa de octubre, el gerente del Banco de la República, Leonardo Villar advirtió que para los miembros de la Junta Directiva es un riesgo cada vez más palpable la situación fiscal del país, es decir, la diferencia entre sus ingresos y sus gastos. En especial, dice la Junta, les preocupa que el país esté teniendo gastos más altos que sus ingresos y que esto pueda empeorar con el proyecto de ley de transferencias a las regiones que está en trámite en el Congreso. 

A simple vista, esa advertencia parece un comentario salido de los temas del Banco de la República. No parece tener mucha relación ni con la inflación ni con las tasas de interés que la entidad fija. Pero Juan David Ballén, director de análisis y estrategia de Casa de Bolsa SCB, explica que, en el mundo financiero real, “las tasas de interés se determinan teniendo en cuenta la tasa de política monetaria más una prima de riesgo. La prima de riesgo es un reflejo de la calidad crediticia, es decir, de la relación entre el nivel de ingresos y el endeudamiento. Entre más endeudado se esté, más alta será la prima de riesgo y, por ende, las tasas de interés a pagar”.

En otras palabras, las diferentes tasas de interés del país no dependen únicamente de esa referencia que fija el Banco de la República para controlar la inflación, sino también de la percepción de qué tan probable es que el país cumpla con sus compromisos y pague sus deudas. Esa parte, la fiscal, está en manos del gobierno, que es el que determina los impuestos nacionales, calcula cuánto recaudará cada año y con base en eso y en los gastos que debe hacer, calcula también en cuánto se tiene que endeudar y cuánto dinero puede utilizar.

“Así, las tasas de interés no caerán por más que el banco central reduzca la tasa de política monetaria, ya que, si se continúa deteriorando la prima de riesgo país, las tasas de interés se mantendrán elevadas”, advierte Ballén.

Villar y Bonilla
Ricardo Bonilla, ministro de Hacienda, y Leonardo Villar, gerente del Banco de la República. Crédito: Banco de la República. 

¿De qué depende la prima de riesgo? 

La prima de riesgo es una tasa de interés adicional que se cobra en los créditos. En el caso de los países, esa prima depende de la percepción de riesgo de impago de cada uno. Una tasa alta significa que los inversionistas están pidiendo una mayor rentabilidad por asumir el riesgo de prestarle a ese país, y viceversa.

¿Por qué la preocupación entonces? Cuando un banco central baja sus tasas de interés por debajo de esas prima de riesgo que le cobra el mercado financiero al país según la posibilidad que ven de que el país pague o no sus obligaciones, el banco central pierde credibilidad ante el mundo. El ejemplo ya lo vivió Argentina y se puede ver todavía en Turquía. 

Para el caso colombiano, la preocupación va más allá de su credibilidad, que es un activo importante para la estabilidad de la economía. Un mayor endeudamiento se paga con mayores tasas de interés, lo que termina sumando más dólares a la cuenta por pagar y, a su vez, sube la percepción de riesgo y al ser más alto ese endeudamiento terminamos también pagando un dólar más costoso. 

Así, se va acumulando la cantidad de dinero que los colombianos, vía impuestos, tenemos que pagarle al Estado y se recorta el efectivo disponible para los programas que buscan garantizar el acceso a servicios públicos. Todo para que el Estado pague sus deudas.

¿Qué esperan los expertos? 

El exministro de Hacienda Alberto Carrasquilla advirtió recientemente en el foro anual de BTG Pactual que “tenemos un serio problema fiscal, el presupuesto por decreto obligará a cambios en la estructura tributaria y a un enfrentamiento innecesario de dos fuerzas políticas contrarias. Lo bueno de esto es que la institucionalidad fiscal sirvió para que notáramos pronto el problema fiscal que tenemos para plantear soluciones”

Durante la misma conversación, Luis Fernando Mejía, director del centro de pensamiento Fedesarrollo, señaló que “la tasa de interés es importante para la inversión, pero lo más determinante es la incertidumbre porque es más difícil de cuantificar que el riesgo. El tema más de fondo que tenemos que resolver es cómo lograr aumentar la tasa de inversión, que está en mínimos de 20 años, algo relacionado con la política monetaria, pero también bastante con la incertidumbre que está limitando el crecimiento. El problema de fondo es que no estamos viendo un regreso rápido a tasas de crecimiento de 3,5 o 4 por ciento, que no es la maravilla de los asiáticos, pero es una maravilla para nosotros”. 

Otra presión para la tasa de interés

Aunque el Banco de la República lleva meses trabajando en reducir la tasa de interés manteniendo la cautela, sin quererlo podría estar frenando también esa reducción. El economista Juan Castañeda,  experto en el estudio de los bancos centrales y de sus reglas de política monetaria, y profesor de la Universidad de Buckingham, conversó con CAMBIO recientemente. 

Castañeda explicó que una de las razones por las que la inflación, y por ende las tasas, no han bajado tan rápido en el país tiene que ver con los altos niveles de deuda y gasto público que impulsaron los gobiernos en los últimos años tras la pandemia y asegura que eso se pagó “a través de la monetización de la deuda pública”, es decir, por medio de la compra de TES o bonos del Estado. 

“Ese es un segundo instrumento de política monetaria muy efectivo en tiempos de crisis. A través de la compra de TES el banco central crea nuevo dinero, porque es el único banco que puede hacerlo. Lo que hace es comprar bonos del Estado a entidades financieras que los han comprado antes al Estado y así inyecta más dinero a la economía”, dijo. 

Castañeda sostuvo por eso que es fundamental que el gobierno, sea el que sea, cuadre y balancee los presupuestos “y no genere sistemáticamente déficit público”, porque eso solo le pone presión al banco central nacional para que le compre la deuda al gobierno. 

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