La paradoja de las expectativas de los jóvenes: entre la educación y el desempleo

Uno de cada dos colombianos de 15 años no alcanza el nivel mínimo en lectura o en ciencias.

Crédito: Colprensa

10 Mayo 2025 07:05 am

La paradoja de las expectativas de los jóvenes: entre la educación y el desempleo

El economista Eduardo Lora, en análisis exclusivo para CAMBIO, se refiere a las frustraciones de los jóvenes al llegar al mercado laboral, pues a pesar de que se creen capacitados no encuentran empleo en su campo. “Es necesario un diálogo que aborde estas expectativas erradas y proponga soluciones concretas para cerrar la brecha entre educación y empleo”, dijo.

Por: Eduardo Lora

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Las nuevas generaciones de colombianos están alcanzando niveles de educación sin precedentes. Sin embargo, las frustraciones de los jóvenes cuando llegan al mercado laboral posiblemente también están en un punto más alto que nunca. La razón es que la mayoría de los estudiantes tiene una percepción distorsionada de la calidad y la pertinencia de la educación, como se muestra en el capítulo de educación de mi libro Los colombianos somos así.

A pesar de que más del 80 por ciento de los jóvenes aspiran a conseguir un título universitario, muchos parecen desconocer que la calidad de la educación que están recibiendo es, en promedio, bastante deficiente y que, por consiguiente, no están preparados para la educación superior. En las pruebas Pisa de 2022, los estudiantes colombianos obtuvieron puntajes significativamente inferiores a los promedios de la Ocde, revelando un retraso académico de dos a tres años en comparación con sus pares de países desarrollados. Uno de cada dos colombianos de 15 años no alcanza el nivel mínimo en lectura o en ciencias, y dos de cada tres no alcanzan el nivel mínimo en matemáticas. Solo en casos verdaderamente excepcionales es factible recuperar estos atrasos, que lastrarán las posibilidades académicas de los jóvenes y su desempeño laboral durante toda la vida.

Los jóvenes colombianos enfrentan un mercado laboral que no está alineado con su formación académica. En una encuesta de 2024 de la Fundación Empresarios por la Educación, se encontró que la gran mayoría de los jóvenes que consigue alguna ocupación lo hace en trabajos que no están relacionados con sus estudios. Es la situación de cuatro de cada cinco jóvenes que no tienen educación superior, de la mitad de quienes tienen estudios técnicos y de dos de cada cinco que tienen estudios universitarios.

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En las pruebas Pisa de 2022, los estudiantes colombianos obtuvieron puntajes significativamente inferiores a los promedios de la Ocde. Foto Colprensa. 

Un área donde las expectativas erradas son particularmente evidentes es el emprendimiento. Influenciados por un discurso que glorifica el emprendimiento como el camino al éxito, muchos jóvenes creen que crear su propio negocio es la mejor opción, sin considerar las dificultades y riesgos asociados. Esta percepción ha sido alimentada por programas educativos que promueven el emprendimiento sin considerar las exigencias y riesgos del trabajo independiente y sin tener en cuenta que muy pocas personas tienen talento empresarial. La consecuencia es que muchos jóvenes se lanzan a proyectos empresariales sin preparación suficiente, en los que no logran prosperar. Esto resulta en la perpetuación del trabajo informal en condiciones laborales precarias en actividades de muy baja productividad.

Las expectativas erradas de los jóvenes no solo les generan frustración a ellos y a sus familias, sino que limitan el tejido productivo y el alcance de las redes de seguridad social. El resultado es un país donde la informalidad laboral es la forma predominante de ocupación, la productividad es lamentablemente baja y la protección social es muy insuficiente. Es fundamental que el sistema educativo no solo se enfoque en aumentar el acceso, sino también en mejorar la calidad y la pertinencia de la educación. Alinear las aspiraciones de los jóvenes con las realidades del mercado laboral es esencial para asegurar que el talento de las nuevas generaciones se traduzca en oportunidades reales de progreso y bienestar.

En última instancia, es necesario un diálogo nacional que aborde estas expectativas erradas y proponga soluciones concretas para cerrar la brecha entre educación y empleo. Las políticas educativas deben priorizar la calidad sobre la cantidad, incentivando la colaboración entre el sector educativo y el empresarial para desarrollar currículos relevantes y prácticos. Solo así podremos ofrecer a los jóvenes colombianos un futuro donde sus sueños y realidades puedan converger en armonía, y donde el crecimiento económico vaya de la mano con el desarrollo humano y social.

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