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“No quiero que ningún niño muera”: médico en Gaza pide detener la barbarie
CAMBIO conversó con Mahmoud Alimoor, médico pediatra en el Hospital Europeo de Gaza, quien relató cómo es su vida en medio de los ataques que sufre la población de la franja por parte del Estado de Israel.
Por: Pía Wohlgemuth N.


“Ya viene tu mamá, ya viene”, es la frase que Mahmoud Alimoor, médico pediatra en el Hospital Europeo de Gaza, le dijo a un paciente de nueve años que llegó malherido al centro de salud. El pequeño, junto a su familia, fue víctima de un ataque de Israel que golpeó el edificio donde vivía. No quería comer ni tomar agua, solo quería a su madre, quien, como el doctor sabía, había muerto. “No sé si lo que estoy haciendo es correcto o no”, confiesa.
No es la primera vez que tiene que decir algo así, intentando sosegar a las víctimas más jóvenes de la violencia brutal que está destruyendo Gaza, y que son de los más afectados en medio de los bombardeos. Los datos de Save the Children muestran que al menos mil niños y niñas han muerto por cuenta de los ataques de Israel en contra de la población de la franja.
“Normalmente los niños llegan asustados, gritando, pidiendo a su mamá, a su papá, a su familia, y tú no le puedes decir lo que pasó", dice.
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Al pediatra no le interesa la nacionalidad ni el credo al que pertenezcan las víctimas. “Como médico, yo no quiero que ningún niño muera (...) todos tenemos derecho a vivir”.
Aún así, prevé que la guerra será larga, peor, y teme que el Ejército israelí entre a Gaza por tierra. Mientras tanto, continúa con sus labores como puede, aunque los insumos médicos se agotan con velocidad. Por estos días, el doctor Alimoor vive en el hospital y sus papás lo acompañan en algún espacio que encontraron allí.
Para profundizar
Aunque creían que era un lugar seguro, protegido por el derecho internacional humanitario de los ataques de la guerra, ya no hay certeza de nada tras el bombardeo al hospital Al Ahli Arab, que dejó al menos trescientos muertos. De todas formas, este centro hospitalario sigue operando como puede, incluso atendiendo a las víctimas que llegaron de la clínica destruida. No obstante, el pediatra lamenta que la gran mayoría de los remitidos, ya “eran cadáveres, casi no había vida, nadie tenía vida a consecuencia de esa bomba”.
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Cuenta que hay 2.500 pacientes —entre adultos, niños y niñas— internados, algunos durmiendo en los pasillos, porque la capacidad máxima es de 1.500 camillas. “Desde que empezó la guerra y el bloqueo total, la cosa se nos complicó muchísimo por la cantidad de pacientes que nos han llegado al mismo tiempo. A veces nos llegan cien pacientes a la vez. Ninguna sala de urgencias, de ningún hospital en el mundo, está capacitada para recibir esta cantidad al mismo tiempo”, advierte y agrega que aunque en su área hay luz eléctrica por paneles solares, que permiten asistir a los pacientes de la terapia intensiva y en las emergencias, en el resto de la institución el panorama es distinto.
Más allá de su especialidad, Alimoor atiende a todos los pacientes que puede, intenta salvar tantas vidas como le es posible pero más de un paciente ha muerto. Tanto él como sus compañeros están agotados. A otros los han asesinado los ataques del Ejército israelí, en medio de la coyuntura. El cansancio es absoluto, pero conciliar el sueño es casi imposible por el estrés y el temor. También le pesa la tristeza: a tres primos suyos también los mataron, cuando un bombardeo arrasó con la casa en donde pensaron que tenían resguardo seguro.
En medio de ese panorama, tiene un pedido para el mundo: “Que oren por nosotros, que termina la guerra lo más pronto posible, que haya un acuerdo de paz entre los dos naciones finalmente (...) eso es lo que le pido al mundo, que presionen para que termine la guerra”. También espera que las personas se informen y lean sobre la historia de Palestina e Israel, para poder opinar informados.
