¿Por qué Francisco nunca regresó a Argentina durante su papado?

Cuando Jorge Bergoglio fue hacia Roma en 2013 para participar del cónclave que elegiría al sucesor de Benedicto XVI, pocos imaginaban que aquel sería su último día en el país. Al ser elegido como el primer papa latinoamericano, Francisco captó el orgullo de su nación. Sin embargo, durante los 12 años que duró su papado, jamás regresó a su país.

Esta ausencia no pasó inadvertida. En contraste con sus visitas a casi todos los países limítrofes, como Brasil, Bolivia, Paraguay y Chile, y otras naciones de América Latina, como México, Colombia, Cuba o Ecuador, la omisión de Argentina fue constante.

Uno de sus amigos cercanos, el activista Gustavo Vera, explicó a BBC Mundo que el propio Francisco imaginaba un papado breve, incluso de apenas cuatro años. A pesar de eso, mantuvo una relación epistolar activa con argentinos y seguía con atención la actualidad de su país. "Francisco mantuvo su conexión con la Argentina todo el tiempo", aseguró Vera.

La distancia, sin embargo, se hizo sentir. A medida que pasaban los años, la percepción pública del papa en Argentina fue cambiando. Una encuesta del Pew Research Center evidenció una caída significativa en su imagen: del 91 por ciento de aprobación en 2013 al 64 por ciento en 2024. Las opiniones negativas aumentaron de manera notable.

Esa decepción no se debía únicamente a diferencias religiosas o ideológicas. Muchos argentinos esperaban que su figura tuviera un rol más activo frente a la crisis social y económica del país. En los últimos años, con una inflación que alcanzó el 300 por ciento y un aumento notable de la pobreza, la ausencia de Francisco fue especialmente dolorosa para algunos.

Para otros, su decisión respondía a un intento de mantenerse al margen de la intensa polarización de la política argentina. Según Vera, el papa evitó viajar para no ser instrumentalizado por ningún sector. "Siempre decía que iba a ir a Argentina cuando sintiese que era un instrumento para colaborar en la unión nacional, para colaborar en superar la grieta, para tratar de que los argentinos se reencuentren", explicó Vera.

La llamada "grieta", que divide desde hace décadas a peronistas y antiperonistas, afectó directamente su imagen. Algunos sectores lo percibían como cercano al kirchnerismo, pese a que él mismo negó vínculos partidarios en entrevistas y libros. Sin embargo, su contacto con políticos condenados por corrupción generó rechazo en parte del electorado más conservador.

En redes sociales y declaraciones públicas, detractores lo acusaban de abandonar a su país, mientras que otros destacaban su coherencia, humildad y defensa de los más vulnerables. Para muchos, fue un papa que optó por predicar desde el mundo, más allá de las fronteras de su tierra natal.