Daniel Samper Pizano
2 Abril 2023

Daniel Samper Pizano

BARBOSA, CANDIDATO

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El 4 abril de 2021, en estas mismas columnas, le pedí educadamente al señor fiscal Francisco Barbosa que renunciara a su cargo. Mis argumentos centrales eran que “se ha convertido en un peligro para el país y una bomba de tiempo para la democracia” y que “representa un obstáculo para una campaña política limpia”. 

Hoy quiero mejorarle la invitación. Ya no le solicito simplemente que se retire, sino que le propongo de manera amable, pública y formal que asuma de inmediato la candidatura a la Presidencia de la República. Digo que la asuma y no que la lance, porque lo oigo y lo miro y me doy cuenta de que hace meses la lanzó. Defiendo su sagrado derecho a aspirar al máximo cargo que depara Colombia a sus hijos, pero exijo que no lo siga haciendo bajo el escudo protector de su pobre gestión como fiscal, sino a cielo abierto, sin trampas ventajosas ni usufructos políticos provenientes del puesto al que un inesperado día lo subió un condiscípulo suyo, un tal Duque.

Todo demuestra que el doctor Barbosa adelanta una campaña dañina para las instituciones y para el país. Ignoro si el súbito papel de activista que ha adquirido desde la posesión del presidente Petro obedece a su irrefrenable vanidad o a un acuerdo entre sectores de la derecha que se relamen ante la posibilidad de entorpecer a un gobierno de izquierda que, digámoslo claramente, comete errores típicos del primerizo, el novato, el bisoño, el que está aprendiendo entre equivocaciones y aciertos. 

Muchos, pues, sufrimos, como dijo alguna vez Alfonso López Michelsen, por sus chambonadas. Pero no es menos inquietante la campaña de acoso y derribo que ha emprendido el fiscal contra un gobierno cuya ideología no comparte. 

Este Barbosa renacido en agosto de 2022 no es el mismo que se posesionó en febrero de 2020. ¿Lo recuerdan? Era aquel narciso que proclamó tener “la mayor formación del personal de mi generación en este país”, y al poco tiempo de ocupar el cargo se ufanó, sin sonrojarse, de “estar haciendo la mejor Fiscalía de la historia”... 

Sí. Hablo del funcionario cuya fotografía aparecía en la página web del organismo bajo su mando precedido por un letrero que lo exaltaba como Personaje al alza. El mismo que acató la misión de absolver al expresidente Álvaro Uribe, para lo cual escogió un fiscal delegado de paupérrima hoja de vida pero obediente y extremista. Sí, el fiscal general que intentó desmoronar la candidatura presidencial de Sergio Fajardo (y algo logró afectarla) con la acusación de no haber predicho con acierto el comportamiento del dólar (!). El que hoy anuncia escandalizado que el Plan Nacional de Desarrollo del actual Ministerio de Hacienda permite adjudicar contratos a dedo (queja digna de estudiarse), como si él no hubiera pagado de nuestro bolsillo 4.690 millones de pesos a una agencia asesora de imagen durante seis meses. 

No parece fácil reconocer en este vigilante acomodaticio al mismo individuo que ahora se enfrenta un día sí y otro también al gobierno del Pacto Histórico. La Constitución Nacional lo obliga a investigar y acusar a “altos servidores” oficiales. Pero no lo autoriza para montar espectáculos populistas incrustados de metáforas de mal gusto. Afirmar que el proyecto de ley de sometimiento que presentó el Gobierno “haría feliz a Pablo Escobar” es como criticar al canciller alemán de complacer post mortem a Adolfo Hitler. Señalar que Petro se propone “legalizar toda la cadena del narcotráfico” ameritaría una demanda sólida por calumnia. Y advertir que él no permitirá que pase determinado capítulo del proyecto “porque no representa el pensamiento de los colombianos” no solo es un acto de arrogancia sino un ejercicio falaz: ¿qué sabe él de lo que piensan los colombianos, si ni siquiera ha sido electo por el voto popular? 

Barbosa logró esparcir la idea, en el reciente foro internacional de fiscales, de que el actual gobierno de Colombia está al servicio del narcotráfico. Varios juristas consideran que esta conducta encaja en el delito de la traición a la patria. Personalmente desconfío de toda remisión a la patria o al patriotismo: son tantas las injusticias que se han cometido en su nombre que, como ciertos fármacos, es mejor no rebullir el frasco. Prefiero pensar que el fiscal desarrolla, con sorprendente actividad mediática y agresividad de lengua, una campaña política encubierta para convertirse en el próximo candidato presidencial de la derecha. 

De allí que insista en mi humilde solicitud de que deje la Fiscalía y abrace con nitidez la candidatura que hoy agita con evidente abuso del poder. Juegue limpio, señor fiscal. Su doble condición de aspirante agazapado y guardián acomodaticio causa confusión institucional y, en vez de fortalecer el sistema de vigilancia que consagra la Constitución, lo confunde y degrada. 

Con la intención de ayudarle a tomar la decisión, sugiero al doctor Barbosa un nombre para la Vicepresidencia: la procuradora Margarita Cabello Blanco, cuya carabela política parece navegar impulsada por los mismos vientos y apetitos que la suya.

ESQUIRLA. 1. Muy grave la presencia de criminales armados en la planta del diario barranquillero El Heraldo con el ánimo de exigir la publicación de una entrevista a su jefe. 2. Lamentable también el despliegue que han dado muchos noticieros a las siniestras amenazas del Negro Óber. La violencia no puede ser llave de acceso a la prensa, ni esta puede caer en un sensacionalismo irresponsable. 3. Con el asesinato de un grupo de jóvenes soldados, el ELN ha vuelto a reforzar la derecha colombiana.
 

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