Daniel Samper Ospina
21 Julio 2024 03:07 am

Daniel Samper Ospina

BONILLA Y JESURÚN: RENUNCIEN

Entre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsAppEntre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsApp

La semana comenzó con el anuncio del extraño día cívico decretado por el presidente Berto con el cual saló a la selección Colombia:

—¡El lunes, todos a celebrar! —anunció desde el sábado—; ¡voy a democratizar mi agenda privada!

De esa forma forzó una suerte de festivo gracias al cual pudimos observar sin afanes los estragos causados por los hinchas colombianos en el estadio de Miami: imágenes de personas que se colaban por el ducto del aire; de abuelos que se trepaban por encima de las vallas; ¡una señora que empujaba una reja con una mano y aferraba a un bebé de brazos con la otra! ¡La aparición de Maluma desde un palco privado en el que insultaba a unos argentinos y los amenazaba con cantar!

Y, por si no fuera suficiente, la noticia increíble de que Ramón Jesurún, presidente de la Federación Colombiana de Fútbol, y su hijo golpearon a un oficial de la policía, motivo por el cual terminaron en un juzgado vestidos con el uniforme de recluso color naranja, acaso como homenaje a la selección del año 86.

Yo sé que es lindo promover los valores familiares, dar ejemplo a los nietos, ¡lucir padre e hijo sus respectivas esposas, así sea en las muñecas!  Pero la imagen del doctor Jesurún encarcelado al lado de su vástago parecía un delirio: ¿de verdad esta fue su participación en la Copa América? ¿Sucede algo semejante en otro país del mundo? 

En medio de la desolación, entonces, la selección aterrizó en Bogotá en la noche del lunes como si regresara de jugar un partido cualquiera contra el Once Caldas.  No los recibió nadie: ni el presidente de la Federación, que estaba preso; ni el de la República, que no estaba disponible. Imagino la recepción de Laurita Sarabia al final de las escaleras del avión: 

—El presidente no pudo venir: está en su día cívico.

Hay países de países, yo lo sé: Ruanda, para no ir más lejos, reeligió esta semana en unas prístinas elecciones al dictador que la gobierna desde hace 24 años: un señor que obtuvo el 99,15 por ciento de los votos cuyo apellido es Kagame, Paul Kagame. Si su segundo apellido fuera A Trompadas parecería bautizado por las barras que se pelearon con Maluma.

Pero ni en la Ruanda de Kagame el jefe de la federación de fútbol termina preso por golpear a un policía; ni los hinchas se cuelan por los ductos de ventilación; ni la estrella musical del país lanza a las barras rivales insultos dignos de un rufián de barrio, de un ministro de Educación de Petro. 

Para más desgracias, la semana apenas comenzaba: faltaba presenciar el escándalo más grande del Gobierno, protagonizado —qué paradoja— por su funcionario más bajito: el ministro Bonillita.

Noticias Caracol publicó los chats que demuestran que el ministro presionó por tres contratos multimillonarios con los que el Gobierno, aparentemente, iba a seducir congresistas: a enamorarlos de su proyecto de cambio.

Unos días antes, la Fiscalía había pedido a las cortes investigar a doce parlamentarios, y la misma procuradora Margarita Cabello anunció indagaciones. Entre los congresistas mencionados aparece, ay, Julián Peinado: lo cual significa que Peinado enfrentará cortes. De Cabello.

El escándalo promete, y en eso se parece al presidente. Y no deja de ser una paradoja que Bonillita sea la ficha del alto gobierno que resulta implicada. Llamaba sin pudor al subdirector de una entidad que no dependía de su ministerio para averiguar por contratos en lugares alejados y específicos: 

—Subdirector, ¿cómo va Cotorra?
—¿Se refiere a Marta Lucía Ramírez?
—Y El Salado.
—¿Me habla de Petro? 

En los chats también aparece el registro de una videollamada en la que Olmedo López le mostraba a su subalterno quién daba la orden:

—Mire con quién estoy….
—¿Con quién? No sale nadie…
—Espere bajo la cámara.
—Hágale zoom.

Entregado el celular de Sneyder a las autoridades, es posible que salgan a la luz nuevas evidencias digitales: los stickers que mandaba el ministro, uno de ellos con la imagen del presidente y un texto en que se lee “Estoy en agenda privada”; comprobaciones de que Bonillita enviaba audios de más de tres minutos, como mi señor padre. Y hasta “nudes”, como dicen los jóvenes de hoy: “nudes” o “packs”: en concreto el pack de la próxima reforma tributaria: una vulgaridad con la que nos pelarán de nuevo para recuperar las arcas del Estado y  vaciarlas en  futuros sobornos y no en las inversiones sociales que el país de verdad necesita. Un aumento de sueldo para Nerú, por ejemplo. El viaje de doña Verónica a la inauguración de los Olímpicos. O reponer los computadores que se robaron esta semana y que contenían las pruebas del escándalo.
 
Aplaudí como pocos el nombramiento de Bonillita en su cartera por más de que, en lugar de apretarse el cinturón, como suelen hacer los ministros de Economía, él es de los que se lo amarran arriba del ombligo. Sigue la moda impuesta en su momento por el senador Gerlein, alma bendita. Gente que debe bajarse la bragueta cuando les rasca una tetilla. Y me dolió su protagonismo en este bochornoso episodio de compraventa con el que el presidente Berto podrá demostrar que su gobierno redujo la corrupción a sus mínimas proporciones. 

Pero optimista y constructivo como soy, se me ocurre celebrar este jubiloso 20 de julio con un verdadero acuerdo nacional y pedir al ministro Bonilla y a Ramón Jesurún que se unan. Y que constituyan la fórmula presidencial de 2026 que mejor representa la Circombia de esta época: el país donde los protagonistas de los peores escándalos no renuncian.

Serían la llave de la unidad. El vestido de Jesurún representa la economía naranja de Duque; la estatura de Bonillita, la del gobierno de Petro. Fusionarían el Inpec con el Ministerio de Deportes. Revenderían por igual contratos para emergencias y boletas. Trasladarían la sede presidencial a Cotorra. Y no tendríamos nada que envidiar a ningún país del mundo. Ni siquiera a la Ruanda de Kagame. A trompadas.

CIRCOMBIA VUELVE A BOGOTÁ EN JULIO Y AGOSTO

BOLETAS ACÁ 

Cambio Colombia
Conozca más de Cambio aquíConozca más de Cambio aquí

Más Columnas