Ante la momentánea ausencia de Víctor Mallarino, que disfruta de una breve licencia laboral, le hicimos la cacería, para reemplazarlo, al conocido decimero santandereano Gerardo Martínez Martínez, de El Unicornio, a quien hemos invitado en otra ocasiones. Martínez se dejó venir con dos preocupaciones principales: el año bisiesto y el déficit fiscal.
¿Bueno o funesto?
Ya se acaba el primer mes
de este nuevo año bisiesto,
que, en lo que va manifiesto,
tendrá tendencia al revés.
En paqueticos de a tres:
preocupan las altas Cortes,
pierden sedes los deportes,
el agua se pone esquiva,
y, viajando a la deriva,
despilfarran las consortes.
Déficit
Uno que va de salida
con la vanidad a cuestas
quiere doblar las apuestas
de importancia presumida.
No acepta que está en caída;
de las críticas se ufana;
al jefe ofende con gana
y aspira candidatura,
para acabar la impostura
“como se le dé la gana”.
¿Ya todos saben quién es?
El más sabio, el superior,
amo del convento, el prior,
paradigma de honradez,
de eficiencia, gloria y prez.
A quien, para ser preciso,
y contundente y conciso,
lo bautizaron Francisco.
Pero viendo actuar al pisco,
debió llamarse Narciso.
Su figura es prominente,
a la altura de su ego.
En leyes resultó lego;
solo es brillante su frente.
Digamos, líder ausente.
Del alfabeto es el alfa,
el que los huevos escalfa,
el que nos da seco y pan,
porque, además de Instagram,
tiene Face, wifi y Walfa.
Ahora será el candidato
preclaro a la presidencia,
sin que acepte la advertencia
de parecer turulato.
De consciencia no hay reato,
distante está la moral.
Y se cree tan sinigual,
que alardea, muy presumido,
que, en el tiempo transcurrido,
hubo DÉFICIT FISCAL.