La ocasión es histórica y el profesor Pompilio Iriarte se ha puesto los guayos y el uniforme tricolor. Ahora, a través de sus décimas, nos imparte una lección de humor, de fútbol y de espíritu deportivo.
—¿Cuál es el colmo, Justino,
más grande que el de Estocolmo,
digo, el colmo de los colmos
de un futbolista argentino?
Esto dijo el viejo Tino:
—Que tengan colmos, no dudo;
pero el más grande y cojudo,
redondo como una bola,
debe de ser, doña Lola,
tener un hijo boludo.
«Se nos cayó la viejita
del Monumental y ahora
está en el cielo», le cuenta
a Diego Armando, Juanita.
«Rebota bien la señora»,
Diego Armando le comenta.
Y a mí me queda en el alma
un refrán al que recurro:
«Una cosa piensa el burro
y otra cosa el que lo enjalma».
«¿Por qué Messi no bautiza
a ninguno de sus hijos?»,
pregunta Tomás Clavijo
a la señora Ana Elisa.
La interrogada analiza
qué responderle al fulano.
Y como no tiene a mano
una piadosa respuesta,
entre risas le contesta:
«para no hacerlos Cristianos».
«¿Cómo haces para encontlal
a nuestro vecino Eladio
en las gradas del estadio
de Miami, en la final?»,
pregunta James Cabal,
de Puelto Rico, a Carola.
«Velo allá como amapola
—grita—: lleva el atembao
flotador anaranjao
para hacer mejor la ola».
Con James, Colombia vence.
Con Davies, gran futbolista,
defensa y centrocampista
gana el fútbol canadiense.
Lionel Messi aún convence
de la manera más fina
al fútbol y a la Argentina.
Con Suárez, los uruguayos
se pusieron bien los guayos
en la Copa que hoy culmina.
Astillita:
Colombia, ¡qué sensación
con la Copa o sin la Copa!
No te salgas de la ropa
si no llegas a campeón.
Buen ejemplo es el balón:
va del uno al otro lado,
vuela o rueda en el gramado
sin armar la pelotera,
acepta de gran manera
lo que el juez haya pitado.