Siempre condolida por lo que ve a su alrededor, Beatriz Ordóñez nos ofrece esta vez comentarios sobre la violencia en Colombia y el periodismo. Añade una curiosa y bella décima en versos más largos, ya no de ocho sino de once sílabas.
Colombia, ese fragmento
Matar es un requisito,
en despiadados lugares,
y se hacen mil malabares
para, poquito a poquito,
premiar el mal y el delito.
Debemos abrir los ojos
y condenar los abrojos
de la infamia y la inclemencia.
Hay que luchar a conciencia,
pues hay crueldad por manojos.
Qué alegre sería el camino
si anduviéramos calmados,
atentos y deslumbrados
con nuestro inmenso destino.
Con un respeto genuino,
el sol, la naturaleza,
la luna con su belleza,
los saberes ancestrales,
la gente, los animales
nos darían fortaleza.
¿Periodismo independiente?
Esto dijo un presidente
ante un asunto complejo:
“¿Pero de qué me hablas, viejo?”.
Y ténganlo bien presente,
que esta pregunta indolente
la hace el que tiene guardado
algún asunto de Estado.
Su temor es de raíz,
pues no le importa el país
sino quedar bien parado.
Lo mismo preguntará,
si le cuestionan de frente
lo de un jet con carga urgente,
y por las ramas se irá.
El hombre se enredará,
porque sabe bien del caso
de un sobre que, por si acaso,
llevaba once milloncitos
de dólares nuevecitos,
volando sobre Pegaso.
Y el aire se volvió melancolía.
(Décima en versos de once sílabas)
Era septiembre en una noche inmensa,
las olas inundaron nuestros sueños;
frente a un precioso mar fuimos pequeños
y la ilusión brotó plena e intensa.
No es fácil comprender lo que se piensa,
la mente es un relámpago de olvidos,
invade alegremente los sentidos,
nos llena el corazón de amor profundo.
Supimos que teníamos el mundo
enredado en los brazos aguerridos.
