Caminando por la décima
16 Marzo 2025 03:03 am

Caminando por la décima

EL ALACRÁN CRAN-CRAN

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No hay que ser hermano del presidente Gustavo Petro para convertirse en carnada de alacrán. La decimera colombo-escocesa MacLamus acaba de padecer un aguijonazo alacranero en Sáchica (Boyacá), sobre el que relata detalles en sus décimas de hoy.


El alacrán cran cran

“Mata el alacrán, abuelita,
mátalo con una escopeta;
y si no revienta el cartucho
mátalo con una chancleta”.

(Canción popular)

Cuando la gente me dice
que le encanta Barichara,
pronto se nota en mi cara
una mueca que maldice
y desventuras predice.
Un alacrán en la tina
me produjo tal inquina
contra esa ciudad preciosa,
que rechazo, desdeñosa,
su hospitalidad genuina.

Desde aquel día lejano
cuando taché a Barichara
como si fuera el Sahara
del suelo santandereano,
busqué cortar por lo sano.
Soy miedosa de los bichos,
y aunque sé que es un capricho,
debo aceptar tan campante
que mi coraza de aguante
permanezca en entredicho.

Pero, ¡quién iba a creer!,
atendí una invitación
a visitar la región
de Sáchica, sin saber
a lo que me iba a exponer.
En la noche, sigiloso,
un alacrán venenoso
se coló entre las cobijas
quién sabe por qué rendija
y me picó, ponzoñoso.

Contra todo lo esperado,
reaccioné en forma tranquila
al veneno que destila
ese animalejo odiado 
que se camufló a mi lado.
No pasó la situación
de un dolor como un punzón
que se clavó en mi autoestima
más de lo que en sí lastima,
aparte de la hinchazón.

Y es que hubiera preferido
salir de eso de una vez
en Barichara, tal vez,
cuando pegué un alarido
ante aquel bicho encogido.
Después de todo, frentero,
no se mostró marrullero
como en Sáchica lo hizo
con ese aguijón preciso
aquel escorpión artero.

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