Héctor Abad Faciolince escribió un bellísimo libro en recuerdo de su padre titulado, a partir de un verso de Borges, El olvido que seremos. Más pesimista que Abad, nuestra decimera Beatriz Ordóñez asume la “dolencia” en presente y declara que ya somos olvido.
La pandemia ha sido dura
y ha costado muchas vidas.
Lejanas o conocidas,
nuestra tristeza perdura.
Y es que una cosa es segura:
nuestro vivir ha cambiado
y el mundo se ha trasformado.
De una compleja, severa,
real y triste manera:
la vida nos deja a un lado.
Anda diciendo la gente
que su memoria le falla;
la vida es una batalla
y hay que librarla de frente,
con un valor consecuente.
Recordar con valentía
lo que hay que hacer cada día
es un difícil proceso.
Yo pienso que para eso
ayuda la poesía.
Contando estoy algún cuento
y no marcha la memoria
para seguir con la historia...
¡Qué gran frustración! Presiento
que tendremos, de momento,
que aceptar esta locura,
como una alegre aventura.
Hay que seguir adelante,
con ánimo desafiante.
¿El tiempo todo lo cura?
Historias que me han contado:
“Voy derecho a la cocina
y aunque es solo una rutina,
cuando llego lo he olvidado
o termino en otro lado...”.
“Me siento desubicada
porque no recuerdo nada;
la paciencia se me acaba
y regreso a donde estaba.
¡Ni sé dónde estoy parada!”
Muchas personas que veo
tienen el mismo problema;
esta dolencia es extrema
y causa mucho jaleo.
En resumen, lo que creo
es que el mundo conocido
está gravemente herido.
Ya no somos lo que fuimos,
por eso nos afligimos.
Hoy nos hemos vuelto olvido.