
La candidatura de Gustavo Bolívar puede haber muerto antes de nacer. El grosero desplante del presidente Gustavo Petro a quien ha sido su más fiel escudero, hiere gravemente una aspiración que tenía grandes posibilidades, según las encuestas, y legitimidad ante un sector importante de votantes del Pacto Histórico. La candidatura de Bolívar solo podía ser viable si era el más claro representante de Gustavo Petro, como lo veían sus seguidores. La descalificación pública por parte del presidente, lo aleja de esa posibilidad.
¿Qué llevó al presidente a golpear de esa manera a un hombre leal a toda prueba, que renunció a importantes ingresos para encabezar su lista de Senado, y que ha sido un funcionario honrado? Todas las respuestas están en la conveniencia política.
Desde hace al menos dos meses, varios allegados al presidente venían diciendo que Petro considera que Bolívar carece de la fuerza para convertirse en su candidato en 2026. El argumento reiterativo se basa en los resultados que obtuvo su aspiración a la Alcaldía de Bogotá en las elecciones de 2023. Bolívar quedó de tercero, con menos del 19 por ciento del apoyo, cuando el año anterior Gustavo Petro había logrado más del 58 por ciento de los votos de Bogotá.
Para algunos cercanos al presidente, eso demuestra que Bolívar no tiene la capacidad para recibir y potenciar el endoso electoral del mandatario. Otros, en cambio, argumentan que no es lo mismo una elección de alcalde que una presidencial, y que a Bolívar le tocó, en octubre de 2023, cargar el bacalao del descrédito del gobierno, sumado al escándalo de financiación de la campaña presidencial protagonizado por Nicolás Petro.
Unos meses después de su fracaso electoral, Bolívar fue llamado por Petro para ocupar la dirección del Departamento de Prosperidad Social, DPS. La entidad con un presupuesto calculado en ese momento en más de 10 billones de pesos, lo ponía en un lugar privilegiado para recorrer el país y ganar la gratitud de miles de electores potenciales.
Aquí vale decir que durante el gobierno Duque, el DPS fue usado como eficiente máquina electorera. Por cuenta de las maniobras orquestadas desde allí, por ejemplo, Carlos Andrés Trujillo, un oscuro senador conservador de Itagüí, se convirtió en el mayor jefe político de Uribia, una población predominantemente indígena en la lejana Guajira. Con plata de los contribuyentes se compraron los chivos que hicieron posible el insólito resultado. Trujillo fue uno de los primeros en mudarse del duquismo al petrismo, sin escalas.
La carta de renuncia de Gustavo Bolívar hace un balance retórico y no numérico de su gestión: “En los casi catorce meses que permanecí al frente de esa valiosa entidad pudimos, junto con mi equipo, cumplir sus instrucciones de llegar a los rincones más recónditos, excluidos y abandonados de Colombia, para llevar amor, bienestar y prosperidad a nuestros compatriotas más pobres y necesitados”.
Bolívar presentó su renuncia el 29 de abril, con más de un mes de anticipación al período de inhabilidades, solicitando que fuera efectiva el 16 de mayo. Tal vez temía que Petro no se la aceptara antes del 31 de mayo, y lo dejara inhabilitado para aspirar a la Presidencia.
Así se lo hizo al exministro de Comercio y exdirector de la DIAN, Luis Carlos Reyes. Él dimitió el 10 de febrero, en medio de las denuncias que ha hecho por tráfico de influencias para lograr nombramientos en la DIAN, que en varios casos favorecían los intereses de las mafias del contrabando y que implican, entre otros, al hermano del presidente Juan Fernando Petro. Para que Reyes pudiera aspirar el año entrante al Senado o a la Cámara, el mandatario debería haberle aceptado su renuncia el 7 de marzo, pero el decreto solo fue firmado el 10.
Bolívar no quería correr ese riesgo. Con razón pensaba que su aspiración tenía más enemigos dentro del gobierno que fuera. Sabía que le podían cobrar su oposición a la permanencia de Laura Sarabia y, sobre todo, de Armando Benedetti en el gabinete.
En pocos días va a ser libre para aspirar a la Presidencia, pero arrancará noqueado por el puño presidencial.
