Daniel Samper Ospina
17 Noviembre 2024 03:11 am

Daniel Samper Ospina

EN LA VICKYCRACIA

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Me disponía a redactar una carta a Karol G para que no cayera en la trampa de asistir al Congreso: su canción +57 despertó múltiples críticas por un fragmento de la letra que decía, con gran vigor poético, con gran sentido lírico:  “Mamacita desde los fourteen… ese culito es notorio / Le echo en el abdomen la cremita de Oreo”, que, según ella, fue sacado de contexto: a lo mejor no se trataba de la sexualización de la niñez sino una denuncia del embarazo adolescente; o acaso aludía a un repostero en una cocina. Por lo demás, no cualquiera rima con Oreo.

Dentro de las críticas sobresalía la de una congresista valerosa, acaso de las pocas rescatables, que pedía a la cantante asistir al Capitolio para recibir una capacitación sobre el derecho de las niñas. Para que quede claro que estamos en Circombia, el nombre de la congresista es Carolina Giraldo, tal y como se llama Karol G: ¿sucedería eso en otro lugar del mundo?

En el comunicado, la Bichota del legislativo decía: “exhórtese al Instituto de Bienestar Familiar a convocar a los intérpretes de la canción +57 sobre prevención de violencia en esta población”. Lo dio a conocer al público mientras otra congresista, Karina Espinosa —célebre por haber redactado en su momento la ley anticachos—, presentaba un proyecto para regular las letras del reguetón, como si no fueran suficientemente regulares: ¿cómo podría funcionar la nueva norma? ¿Prohibiría también las canciones sobre la infidelidad? ¿Doña Karina misma redactaría el glosario de palabras permitidas,  extraídas todas de la órbita legislativa? 

Imagino el primer reguetón aprobado por la honorable congresista: 
  
Mamacita de nineteen,
Sucia porque fue del PIN
El Mockus que tiene es Notorio;
Es de la bancada de Onorio… 
Yo le lamo el Name, yo le meto el Roy…
Yo la pupitreo y después me voy.

Para más delirios, ante la presión social, los reguetoneros añadieron cuatro años más a la niña de la canción que en apenas dos días pasó de tener fourteen a tener eighteen: la vida es un parpadeo.

Todos los días ventilo con mis hijas mis desavenencias con las líricas del reguetón, no tanto por razones morales como por motivos lingüísticos: encontraba burdas casi todas las canciones, salvo las de Bad Bunny, en concreto el estribillo que dice: “Tú no eres bebecita, eres bebesota”, en un juego de paradojas digno del barroco español: ¿es acaso la bebecita de fourteen y la bebesota de eighteen?

Y, sin embargo, no veo la manera de que unos cuantos congresistas de los nuestros puedan capacitar a un grupo de reguetoneros. Para empezar, deben enseñarles las vocales, porque no todos se las saben; darles clases de dicción, de modales: bregar para que se metan la camisa, para que se suban los pantalones. Y procurar que aprendan con el ejemplo. Y ahí comienzan los problemas.

En nombre de la bienintencionada carrera musical de la Bichota, de quien soy admirador, quería pedirle que no asistiera al Congreso, que no aceptara la invitación. Si su tocaya Carol G quiere resocializar reguetoneros, que piense en la fundación Luis Amigó, por ejemplo. Pero en el Congreso contraerán nuevos vicios. Incluso de trámite. 

Imagino al pobre Ryan Castro, al ingenuo Blessed, bajo la mala influencia de Susana Boreal, consumidora diaria de marihuana; los imagino comparando sus sortijas con el anillo de oro de David Name; o aprendiendo la jerga uribista de la bancada del Centro Democrático para salir más boquisucios (“no me digan marica, no me digan paraco”) y llego a la conclusión de que cambiarían para mal.

Que no asistan. Es una trampa. En esta misma semana, por ejemplo, para ofender a las madres de Soacha -a cuyos hijos asesinaron para hacerlos pasar como trofeos de guerra-, el congresista Miguel Polo Polo tiró a la basura las botas de caucho con las que simbólicamente protestaban, ante lo cual el congresista David Racero le lanzó un ajo y amagó con darle una piña, como en su Fruver, pero de otra manera; el Congreso en pleno, entonces, se convirtió en una plaza de mercado, en un ring de boxeo, y se pregunta uno: ¿puede alguien rehabilitarse siguiendo semejantes ejemplos? 

Y sin embargo, cuando me disponía a redactar la carta, y como si no fueran suficientes las disparatadas noticias del mundo de la política, Vicky Dávila, la periodista-periodista, resultó convertida en periodista-candidata: otro juego de paradojas. Se veía venir (y no aludo a ningún letra del reguetón). En retrospectiva, resultará imposible determinar dónde acababa la periodista y dónde comenzaba la candidata. Parece evidente que carece de preparación para manejar el Estado. 

Pero no necesita conocerlo. Su programa de gobierno será idéntico al que emitía en Semana.com: Salud será ministra de ídem; Pachito Santos, de Educación; María Andrea Nieto regresará al Sena. Y la mandataria rendirá cuentas a Gabriel Gilinski, el presidente eterno de sus afectos. 

Solo falta determinar su fórmula presidencial. Como mujer de raza blanca, que jamás ha tirado a la basura botas de caucho de madres sin hijos, quien más la complementaría sería Miguel Polo Polo. 

Qué semana. El presidente Berto criticó las letras del reguetón de Karol G, pero el martes nombró como gestor de paz al violador de niñas Hernán Giraldo, alias Taladro. CMI salió del aire y con él mi única entretención nocturna. Después de cuatro meses, Falcao García al fin marca gol con Millonarios. Y Vicky pretende ser la Bichota de la política: la verdadera ingeniera Hernández: la Vicky Hernández 2.0.

Comienza, pues, la vickycracia. En cualquier momento Roy Barreras se trepará en la vickyneta y se declarará vickicista de los de siempre. Karina Espinosa será nombrada censora moral del régimen e impondrá su ley anticachos por decreto, para afectar, incluso, a Susana Boreal. Y Karol G cambiará de oficio con la otra Carol G, mientras Blessed y Ryan Castro son insultados por Polo Polo.

Definitivamente será mejor exiliarse en la Fundación Luis Amigó.

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