Caminando por la décima
18 Mayo 2025 03:05 am

Caminando por la décima

ENSALADA DECIMERA

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Por arte de birlibirloque el profesor Pompilio Iriarte logra combinar los versos del himno nacional con los de José Asunción Silva y Guillermo Valencia. El resultado recoge también referencias contemporáneas. De todo ello sale esta deliciosa ensalada decimera.


Y eran una sola sombra

Una noche, una noche
—lo diré, aunque refunfuñe—
don Rafa «el Cabrero» Núñez,
rima y rima a troche y moche.
Y una noche y una noche
toda llena de perfumes,
por su nombre se presume
de muy añeja prestancia.
Y desde su alcurnia rancia,
la gesta patria resume:

Aún grita «Independencia»
todo el mundo americano,
y aunque el rey no es soberano,
reina, cruda, la violencia.
La idiotez, en consecuencia,
celebra que la guanábana
se burle de la almojábana,
aunque rimen como hermanas.
Por una tilde, «sabana»
se vuelve mortuoria «sábana».

¡Ay!, Ricaurte en San Mateo
en mil átomos volando;
sigues, terco, codiciando
las hazañas de Odiseo.
Ay, Toñito, yo te veo
en gracioso pandemonio:
«Sucesor del viejo Antonio,
Palemón el Estilita,
le vuela con dinamita
las pelotas al demonio».

Y eran una y eran una
serenata de gemidos;
y se oían los ladridos
de los perros a la luna.
Y en la gélida laguna,
el chillido de las ranas.
Las palabras eran vanas.
Y eran una sombra larga
en la noche más amarga
de amarguras bogotanas.

De Bolívar en la plaza,
entre el prócer que hace un guiño
y la Casa de Nariño,
la ilustre espada amenaza.
Los soldados sin coraza
ya no miran a Ayacucho.
En la calle del Cartucho,
con torpeza miserable,
en vez de brillar el sable,
lo convierten en serrucho.
 
Ah, la Virgen sus cabellos
arrancaba en su agonía,
y de un ciprés que tenía
colgaba sus crespos bellos.
Eran tales los resuellos
por la tal revolución,
que algunos con gran pasión
soplaban besos sin cuento,
pero el disuasivo aliento
de recio escudo sirvió.

¡Patria!, de tus entrañas soy pedazo

¿Miguel Antonio fue acaso
a nuestra patria tan «caro»?
Él se creyó sin reparo
de sus entrañas «pedazo».
Con vates así no hay caso,
aunque parezca insensato.
¿Carecía del recato
o no supo lo que dijo?
Si era un «pedazo» aquel hijo,
se trataba de un gran flato.

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