El profesor Pompilio Iriarte está travieso. Sus versos de hoy no son realmente décimas ni sonetos, sus dos especialidades, sino una ingeniosa mezcla de ambos modelos. Aquí los tienen los lectores para que los juzguen.
Decineto y tocineta
Dictador, ¡fuego a la vista!
Funestos serán los daños.
No hay mal que dure cien años
ni cuerpo que lo resista.
Bien dicen que a cada chancho
le llega su navidad.
Incontestable verdad
en mundo tan largo y ancho.
No es asunto de elecciones:
a cada Laureano Gómez
le llega su Gurropín.
De acuerdo o en desacuerdo,
seguro que a cada cerdo
le llega su San Martín.
En dicho mondo y lirondo,
«república bananera»
define ¡y de qué manera!
pueblitos como Macondo.
Macondo en lengua bantú
significa «platanera».
Si el tirano en ella impera,
la libertad es tabú.
Como ese pueblo, hay naciones
de América en situaciones
de malograr su futuro.
Republiqueta cabal,
Macondo es un platanal
donde se bota el maduro.
Dictador es dictador
de derecha o de la izquierda.
Nos mandará a comer...
(rímelo usted, por favor).
Cierto. Hay quienes, ¡buen primor!,
los prefieren dictadores
y viven de los favores
del régimen del terror.
Por un plato de lentejas
se venden gentes pendejas.
Si el chicharrón sale duro,
calma el hambre la panela;
si puedes, échale muela
a la torta de maduro.
Aunque usa mostacho adusto
de camaján camorrero,
bigote mazamorrero
de sátrapa cruel e injusto,
no puede ocultar el susto
por un presunto complot,
en que algún conspirador
le dé chumbimba a su gusto.
Ante tanta cobardía,
qué gran solución sería
que aquel chafarote recio
de facha vulgar e innoble,
se consiguiera algún doble
el doble de bruto y necio.
