María Camila Correa Flórez
8 Septiembre 2024 03:09 am

María Camila Correa Flórez

LA BRECHA DE LOS SUEÑOS

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“La brecha de los sueños” es el término que explica esa ruptura que se da, a muy corta edad, entre las niñas y su potencial, sus sueños. Los roles estereotipados, que se imprimen en los juguetes y en la literatura infantil, y la falta de ejemplos vicarios tienen un efecto un tanto macabro: que, a muy corta edad, las niñas rompan con sus sueños de ser ingenieras, astronautas, científicas, juezas o matemáticas y con ocupar otros espacios de poder y toma de decisiones, tradicionalmente masculinos. Y ¿por qué pasa eso? Porque el mensaje que se envía es que hay lugares “aptos” para los hombres y otros para las mujeres. Sumado a ello, cuando las niñas no ven mujeres que ocupan lugares a los que ellas aspiran llegar se sienten poco inspiradas y asumen que no es para ellas.

Élisabeth Cadoche y Anne de Montarlot, en su libro El síndrome de la impostora, explican cómo la sociedad estereotipada y ancestralmente patriarcal genera que las niñas sientan, desde muy chiquitas, que, por ejemplo, no pueden ser tan buenas en matemáticas como sus compañeros hombres; que la razón por la que no les va bien en un examen es porque no estudiaron lo necesario o no son suficientemente capaces (atribuciones internas), mientras que su compañeros masculinos suelen creer que la razón es porque el examen estaba muy difícil (atribuciones externas). A largo plazo esto termina produciendo una especie de resignación respecto a la imposibilidad/incapacidad de ocupar y habitar determinados espacios y es en ese momento en el que se da la ruptura y se evidencia la brecha de los sueños. 

Es verdad que en las últimas décadas hemos visto más mujeres llegar a esos lugares que antes se percibían como inalcanzables. Pensemos por ejemplo en lo que ha significado para la gran mayoría de abogadas de mi generación el hecho de haber sido testigos de que Ruth Bader Ginsburg llegara a la Corte Suprema de los Estados Unidos: ¡Se puede!, pensamos. Cada vez vemos más mujeres en espacios de dirección, de mando, de poder, habitando esos lugares tradicionalmente reservados para los hombres. Sin embargo, no es suficiente. 

Necesitamos más mujeres en esos lugares, pero sobre todo mujeres que sean capaces de ejercer liderazgos no autoritarios, donde se procure por el consenso, sin dejar de lado la importancia y necesidad (democrática) del disenso. Mujeres que defiendan las necesidades de otras mujeres y generen, desde los lugares de poder y toma de decisiones, espacios seguros para, por ejemplo, las víctimas de violencias, pero también políticas que ayuden a visibilizar y erradicar las situaciones de desigualdad, discriminación y opresión. Mujeres que asuman con consciencia y responsabilidad las implicaciones de ser ejemplo para las que vienen. Pero sobre todo, mujeres que sigan abriendo los espacios para las que las que vienen detrás lleguen más fácilmente a ellos. Mujeres que entiendan que romper los techos de cristal implica dejarlos rotos para las que vienen. 

Por muchas, muchísimas razones, se necesitan mujeres en cargos de poder, en espacios directivos, en lugares de toma de decisiones, de creación de políticas públicas, de liderazgo educativo. Sin embargo, la más importante de todas, a mi juicio, es que esas mujeres son las que van, paso a paso, rompiendo la brecha de los sueños: de las niñas, de las mujeres jóvenes, de todas. Y como son estas mujeres las que rompen esa brecha de los sueños, es decir, las que permiten soñar, quiero pensar que, cada vez más, habrá muchísimas niñas, en algún lugar del país, soñando con ser rectoras de una universidad, magistradas de una alta Corte o presidentas de los Estados Unidos.

Pero quienes tienen en sus manos el paso inicial para empezar a cerrar la brecha de los sueños, para permitirles a todas esas niñas soñar, son quienes se encargan de elegir a las futuras rectoras, a las futuras magistradas de las altas Cortes (como la Constitucional que se encuentra en proceso de elección de uno de sus jueces) y todos y todas nosotras, que votamos, por ejemplo, para elegir a quienes nos gobiernan. 
 

*Profesora principal de Carrera y coordinadora del área de Derecho Penal de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad del Rosario.

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