Un tropezón de salud, del cual salió por fortuna buen librado, obligó al profesor Pompilio Iriarte a pasar varios días hospitalizado. Pero su lecho de enfermo lo era también de poeta y de mamagallista, así que, al terminar su reclusión, se dejó venir con las siguientes décimas sobre la salud y sus males.
Hablemos de cervicales:
por confundir, ¡ay de mí!,
el cérvix con la cerviz,
me extravié en los hospitales.
«¡Ay!, doctor Nino Cabrales,
–dije– tengo el cuello tieso.
¿Qué me receta para eso?».
Y él responde: «No soy Nino.
Yo trato el cuello uterino
y su mal es del pescuezo».
«¡Ay, doctor!, estoy nervioso,
aunque no era para tanto;
engarrotado de espanto
y aquel bultico, espantoso.
¿Esta será, doctor Rosso,
mi postrera intervención?».
«¿Habla en serio? ¡Qué emoción!
–dice Rosso–. Soy tu auxilio,
esta será, don Pompilio,
mi primera operación».
A la nueva MinTransporte
le dijo el doctor Macías:
«Soy especialista en vías,
egresado de UniNorte».
«¿Trae, doctor, algún soporte?
¿Qué vías? ¿Redes primarias,
secundarias o terciarias?».
«¡No!, ¡no!, ¡no!, circulatorias,
neurales, respiratorias,
las biliares y urinarias».
Extraña Unidad Mental
une psique y sentimientos:
bandeja porta instrumentos,
el sillón y el cabezal.
La manguera y el pedal,
jeringuillas, pinzas, sondas,
escupideras redondas,
espátulas y alicates,
dos finos escaparates
y algunas vasijas hondas.
La doctora Linda Roca,
está de bata a mi lado;
yo en el diván recostado,
me pide que abra la boca.
«¿¡Quééé!? –le grito–, ¿está usted loca?
¿No es usted profesional,
doctora en salud mental?»,
pregunté a la especialista.
«¡Nooo! –me dice la dentista–,
doctora en salud dental».
Y así, van Iván Mordisco
y el mueco y la boquifea,
a ver si Almagro en la OEA
le tapa la boca al pisco.
¿Será que el papa Francisco
a este asunto le echa muela?
Con cautela o sin cautela
Irán, Cuba, Rusia y China,
cada quien con su doctrina,
a medrar a Venezuela.
Astilla:
El doctor que practicó
mi colecistectomía,
con su sapiencia de viejo,
buen consejero salió.
Con su docta simpatía,
el doctor me dio el consejo
que Clinton daba a Lewinsky:
“Si estás que ardes como fragua,
no bebas wiski con agua
y menos, agua sin wiski".