Víctor Mallarino, siempre interesado en temas de la naturaleza, revela en sus décimas de hoy la preocupación que lo asalta ante el veloz aumento del número de mascotas en tierra y aire; en particular, los perros. También lo desvelan los peligros que rondan los parques naturales, desde la deforestación hasta los ataques aéreos ornitológicos. Sus augurios son pavorosos.
Mascoticas por doquier
Seis millones de mascotas
tendrá pronto Bogotá
y ahora nos tocará
rozarnos las narizotas,
las orejas, las pelotas
y, en fin, todo el animal.
Y no me parece mal
porque a mí me gustan mucho,
pero a Juan, Luisa o Perucho
podría sentarles mal.
Porque si en Colombia hay diez
que sin su animal se afligen
otros tres hallan origen
de angustias fobias o estrés
cuando les lame los pies
un peludito en el parque
o, en un caso peor, los marque
con pipí en la pantorrilla.
La cosa no está sencilla
y antes de que usted se embarque
en mascoticas aprecie
que nos va a llegar el día
en que nuestra fantasía
de familia interespecie
hará que en el mundo arrecie
el deterioro ambiental.
No es ni sano ni normal
ni ambientalmente factible
un futuro sostenible
criando tanto animal.
Paul y Pía
En un vuelo, tras mi asiento,
viajaban un par de manes
más Paul y Pía, dos canes
que, de acuerdo a un documento,
eran soporte y sustento
de su estado emocional.
Y no me parece mal;
pero nombrar Paul y Pía
a dos perros hoy en día
sí es un maltrato animal.
La tal tala
A poblaciones rurales
quiere proteger el ICA
y de esta forma adjudica
áreas de uso formales
en los Parques Naturales
y los mueve la razón
pero la amortiguación
muchas dudas me despierta:
le están abriendo la puerta
a la deforestación.
Y si la tala en mención
sigue a este paso, habrá un día
en que una voraz harpía,
buscando alimentación,
sobrevuele la nación
y en algún parque, un niñito
que lleva a su cachorrito
con juguete y recompensa
sentirá una sombra inmensa...
y hasta ahí llegó el perrito.
