En sus décimas de hoy, Beatriz Ordóñez reflexiona sobre lo que se dice y lo que se espera de Colombia. En su pesquisa interior descubre y revela algunos valores que nos permitirían salir adelante, entre ellos el humor.
Esta es su receta.
Mil veces oigo decir,
y al oír me desconcierto,
que en este país incierto
no debemos invertir.
Mas no podemos seguir
sintiéndonos inseguros,
acorralados y oscuros;
pues así lo que logramos
es convertir lo que amamos
en presentes sin futuros.
Qué cierto será el camino
si lo andamos con firmeza,
con empatía, con destreza
y confianza en el destino.
El miedo es un desatino
que nos gana la pelea,
si no hacemos la tarea
de confrontarlo de frente,
con la esperanza valiente
que en el alma tintinea.
Nuestro país ha tenido
tiempos bastante peores,
pero hoy los grandes temores
son los odios sin sentido;
ese rechazo encendido
a una izquierda aborrecida,
prejuzgada y malquerida,
nos desdibuja la paz.
La violencia pertinaz
vuelve a ganar la partida.
Darío Fo escribía
que la sátira libera
con contundencia certera
del miedo y la tiranía.
Sin duda alguna creía
que era un arma contundente
contra el poder inclemente.
Lo que nos puede salvar
dejándonos respirar
es el sarcasmo valiente.
Y sí, el futuro está bravo;
con un Trump engrandecido
sintiéndose el escogido,
creyendo al mundo su esclavo.
Después dirá como el Chavo:
“Al cabo que ni quería”.
Por una oreja que un día
le entregó en bandeja de oro
su más deseado tesoro:
un mundo que es su alcancía.