Daniel Samper Ospina
23 Marzo 2025 03:03 am

Daniel Samper Ospina

PETRO EN BAR BORRACHERA

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Yo era de los que pensaban no salir a marchar, les digo la verdad, porque con estos climas que están haciendo, y el virus que le está dando a todo el mundo, era bobada exponerse al sereno, que es la forma que tengo de llamar al presidente Petro. Mucho menos cuando las calles de Bogotá viven inundadas, y el centro está muy peligroso, como no sea el centro asexuado de Fajardo y compañía, que no es más que la derecha disfrazada, uribistas de bluyines y tenis, como nos dicen en el partido.

Me animé cuando leí los trinos que el presidente redactó el lunes por la noche, que me llegaron al alma. En especial uno muy inspirador que decía: “Ay mis vientos del Caribe. Ay de las mariposas amarillas, que mañana vuelen todas a bañar de magia a mi Colombia. Que finalicen los cien años de soledad, que haya otra oportunidad a las extirpes condenadas. Quizás sea el último de los Aurelianos”.

Como a mí me gusta la poesía, me dije “esto yo no me lo pierdo, yo mañana marcho para escuchar al presidente poeta”. Además porque si iba a hablar de cosas por extirpar, mi cuñada tiene apendicitis y en la EPS nada que la atienden, y eso que es del Gobierno. Mi cuñada, digo. Y la EPS también. Y en Audifarma no le venden medicamentos porque ellos se sumaron al golpe blando y no soportan que un presidente del pueblo no les gire los diez mil billones que les debe.

Bueno. El hecho es que llega el martes y decido salir a la calle a defender no solamente las reformas, sino muchas otras propuestas que los ricos neoliberales del nazismo, ciegos de codicia, quieren impedir: el tren bala de la Guajira; el aeropuerto internacional de Tolú. La universidad del Catatumbo. El envío de tejido humano a Marte. Y otros proyectos que los funcionarios uribistas infiltrados en el Estado esconden en los cajones.

Por si el presidente llamaba de una vez a la guerra civil, agarré el palo de escoba con el que defendí el honor de mi cuadra en la noche esa terrible en la que se metieron en el conjunto de al lado y salí a la calle. Somos muchos los que estamos dispuestos a dejar la vida por él, por el presidente Petro, el hombre que no es un hombre, sino un pueblo. En concreto Zapatoca. O cualquiera que se distinga por sus fiestas.

Mi sueño era caminar en la primera fila tomado de gancho en un lado con Armando Benedetti y en el otro con su suegra, y gritar con ellos arengas contra esos viejos políticos que no creen en el cambio y representan el clientelismo y el nepotismo.

Llevaba el celular cargado para pedirles fotos si no a los ministros nuevos, al menos a los viejos. Al exministro Bonillita, el chiquito bueno. O el que lo reemplazó que duró como mes y medio, su nombre se me va. A Roy Barreras, a Luis Carlos Reyes. En mi fantasía le arrebataba el bate a Roy antes de que le asestara su mazazo en una rodilla a Luis Carlos y los obligaba a que se dieran la mano, como dos caballeros.

Pedirles foto a Nerú, al rico Epulón del que hablaba el presidente que, si no estoy mal, es el señor de Ecopetrol que remodeló su apartamento con diez mil billones. Al hermano del presidente, Juan Fernando, a su hijastro Bimba: a él le pediría una selfi o una papeleta. Para votar. Pedir una selfi a Nicolás, en caso de que el juez lo dejara salir. A Marelbys, que iba a marchar por sus derechos: exigir que las chuzadas a las empleadas del servicio sean en horarios diurnos.

Pero, sobre todo, quería salir a la marcha para pasar la hoja de vida a los de la dirigencia porque llevo ya un rato sin trabajar y apenas me salen cosas por los lados, y yo me le mido a lo que sea: trabajar en la UTL de David Racero despachando frutas y verduras; o ser escolta de María Fernanda Carrascal. Soy bueno para los trasteos. Incluso de votos, ahora que vienen las elecciones.

El asunto es que caminé hasta la plaza y la gente estaba muy animada. Estábamos todos los amigos del Gobierno: la gente de Fecode, la del SENA, la guardia indígena. Y un contingente de pitufos que arengaban en el andén y a los que por poco piso.

Luego ya vino la alocución del señor presidente que ha sido de las más emocionantes que le he escuchado. Desde las banderas rojas de Girardot, no lograba una pieza tan bonita. Casi nos hace llorar. Cuando dijo que los alcaldes que no estaban con él eran unos alcalduchos; cuando declamó “No le pegue a la negra”. Cuando dijo que los del M-19 no hablan carreta, frase que estará escrita a todo lo ancho en el tren elevado. 

Pero sobre todo vibré cuando dijo que él era el último Aureliano y pidió no dejarnos engañar en la Bar-borrachera. Lo dijo de esa manera, la Bar-borrachera. Y ahí fue que pensé que a lo mejor había un bar que se llamaba así en el que todos iban a terminar la jornada, para comentarla entre unos tragos.

Traté de acercarme a la tarima pero no dejaban pasar. Álex Flórez me dio un codazo y León Freddy Muñoz me empujó. Deambulé un rato, y de regreso a casa busqué el bar Borrachera. Di con uno que parecía el señalado porque no tenía nombre. Como su gobierno. 

Me pedí dos cervezas (ya no tomo tragos fuertes, la gastristris no me deja). Tuve la ilusión de que entrarían las estrellas del Pacto para repartirles la hoja de vida: Martha Peralta para tomar siquiera un vaso de agua, así resultara salpicada. O los hombres del partido, para celebrar el día del hombre: Hollman Morris a quien censuran día y noche, como bien lo viene denunciando en el canal institucional, las dos emisoras y las 68 frecuencias radiales que tiene a su cargo. Alfredo Mondragón, que le rompería una botella en la cabeza a las mamás de los periodistas de la prensa Mossad, vivas o no. Alex Flórez que pediría un baño. O no. El propio doctor Benedetti, que ese día estrenó un buzo como los que se ponía Lucho Garzón. Parecía dirigente del sindicato. ¡Y el propio presidente Petro, el presidente-mariposa amarilla, para hablarnos de cien años de soledad y la vorágine! 

Pero no vino nadie. 

Regresé a la casa antes de que me atacara el sereno. Porque esa noche el sereno estaba atacando con fuerza, especialmente desde su cuenta de Twitter.
 
Y ahora estoy buscando trabajo en Zapatoca.

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