Ana Bejarano Ricaurte
29 Enero 2023

Ana Bejarano Ricaurte

PETRO Y LOS NADIES

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En mayo de 2021 BluRadio filtró un aparte de un mensaje de voz del entonces precandidato presidencial y senador Gustavo Petro, en el que reflexionaba sobre la dimensión que había tomado la protesta social contra la reforma tributaria de Iván Duque: “Hay una distancia entre el Comité de Paro y la gente que está en la calle. La gente que está en la calle es la juventud popular, la juventud barrial. Esa juventud que sale con la lucha contra la reforma tributaria quiere seguir luchando, pero en estos momentos no hay unos objetivos claros".

Después aseguró que lo habían descontextualizado y repudió la publicación de la nota, pues lo dejaba en una situación incómoda ante la gente que llenaba las calles colombianas: muchos clamaban su elección como presidente. Era el Petro dueño de la manifestación social, así se sentía en muchos cacerolazos y así lo acusaba también la derecha ajada que reinaba por esa época. Duque y sus amigos del colegio culpaban a Petro por cada pared grafiteada o bus sin ventanas con los que abrieran el noticiero de la noche.   

Ese mismo apoyo popular llevó a Petro a la Casa de Nariño y él está consciente de la pesada maleta que ese respaldo representa. Desde hace rato, además, como cuando llenó una semana entera la Plaza de Bolívar al enfrentar la injusta destitución del cruzado Alejandro Ordóñez. Y genuinamente creo que lo agradece. Por eso busca briosamente cumplir algo del voluminoso catálogo de promesas que ofreció para hacerse al podio. Intenta, por ahora, cambiar las leyes de los temas estructurales, como el sistema de salud. Y no se sabe qué resultará del tremendo sacudón que propone en esa materia, pero sí que jugará el ajedrez del Congreso para concretar el cambio legal.  

Y claro que resulta una obviedad que en este país donde el establecimiento de derecha ha mandado la parada —siempre en beneficio propio—, el primer presidente de izquierda tuviese amplio apoyo popular. Como también es claro, desde hace varios años, esa faceta populista de Petro, parecida a tantos otros políticos de todos los colores regados por América Latina, donde no ha faltado Colombia. 

Por eso no sorprende que Petro presente la reforma al sistema de salud y simultáneamente convoque la protesta social para que la defienda en la opinión pública. En un eufemismo confuso invitó a que se despertara de nuevo la manifestación para “debatir” la reforma en las calles. 

Pero, señor presidente, no olvide lo que usted mismo dijo: hay una gran distancia entre los comités y políticos que organizan los paros y la gente que los llenan. 

La manifestación social en Colombia, aunque instrumentalizada desde todos los lados, también tiene una cara orgánica; una llama que no prendió usted, sino que se aviva con el enorme descontento social, la falta de vida digna, el quebrantamiento de los derechos humanos, el abandono estatal. Es el clamor de los nadie, como los llamó Eduardo Galeano; de la ciudadanía que no tiene cómo más hacerse escuchar sino en las calles. “Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres”. 

Y esa misma protesta, que no es suya, también podría revirarle. Tal vez con más rabia que la ya vista, porque si usted incumple lo estructural de su enorme mandato, habrá peor descontento, pues ya ni “el hombre del pueblo” será capaz de honrar su palabra ante los nadies de este país. “Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada”.

Cuán presuntuoso de su parte creer que usted es el dueño de los nadies. Por lo menos no lo será realmente hasta que convierta toda su grandilocuencia en cambios concretos y perceptibles para las vidas de esas personas. 

El verdadero respeto por la protesta social legítima no viene solo de desmontar estructuras ensangrentadas como el ESMAD —cosa que tampoco ha hecho—, sino también de reconocer su autonomía, de entender que nadie debe ni puede ser su dueño.  

Por supuesto, tampoco creo que ese reclamo de los nadies lo recogerá la derecha oportunista con sus marchas para defender el statu quo, pero no se les iguale a sus contradictores. No le ordene a la gente insatisfecha salir a marchar cual ejército de zombis para que usted pueda hacer su trabajo ante el legislativo, no vaya y sea que en unos cuantos meses o años los nadies se den la vuelta y vayan por usted. 
 

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