Ana Bejarano Ricaurte
1 Diciembre 2024 03:12 am

Ana Bejarano Ricaurte

PREGUNTAS PARA BENEDETTI

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Armando Benedetti es un agresor de mujeres. Las agresiones contra su esposa Adelina Guerrero constan en documentos oficiales ante autoridades en España. El maltrato verbal a su extrabajadora Laura Sarabia quedó grabado en audios revelados por la revista Semana. Estos son solo los hechos conocidos públicamente sobre la propensión de Armando a las violencias basadas en género. 

Sobre Benedetti descansan toda clase de acusaciones de corrupción y otros delitos, todo muy variopinto. Su involucramiento en presuntas irregularidades durante la campaña presidencial y la posibilidad de que cuente con material fotográfico, documental o testimonial con el que pueda chantajear al presidente Gustavo Petro lo convierten en el ave fénix del gobierno del cambio; bueno, de varias administraciones atrás. 

Primero lo enviaron como embajador en Venezuela, donde tomó vuelos privados y viajó sin autorización de la Cancillería, como lo informó Daniel Coronell. Después, en claro abuso de los recursos públicos y de la diplomacia colombiana, el Gobierno reabrió una embajada innecesaria ante la FAO para poder enviar a Benedetti más lejos: a Roma. Ante recientes rumores de un distanciamiento entre el presidente y Laura Sarabia regresa Benedetti como “asesor político” al Palacio de Nariño. 

Por tanto, hay docenas de asuntos de interés público por los que el nuevo asesor tendría que responder. Lamentablemente no se ha visto interés real en indagar con seriedad por los episodios de maltrato que ha protagonizado el flamante político. Ni siquiera el hecho de que su regreso se anunció el mismo #25N, fecha en que la se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, suscitó preguntas sobre este asunto. 

Hemos visto cortas y superficiales menciones sobre el maltrato, como si fuesen temas pasajeros, frente al resto de manchas que ensucian la decisión del presidente de traer a su compañero de campaña ahora al tercer piso del centro del poder ejecutivo. Este no es un asunto privado, ni “familiar” y todos los eufemismos que usan para evitar denunciar y detener una pandemia que toca a una de cada tres mujeres en el mundo. Por eso ameritaría detenerse un momento en las preguntas que no ha contestado el asesor Benedetti.

Frente a su esposa, varios medios de comunicación informaron sobre un episodio de violencia doméstica en Madrid en el que agredió verbalmente a Adelina, rompió sus pertenencias y amenazó a su suegra con un cuchillo. El suceso lo presenciaron sus hijos menores de edad. Estos hechos constan en documentos públicos ante la Comisaría de Policía del Distrito de Madrid-Centro. 

Nada de lo poco que ha contestado Benedetti acerca de este asunto es verdad. Él no ha obtenido ninguna absolución sobre este caso. Su problema con el consumo de alcohol y/o drogas no es excusa ni circunstancia que justifique agresiones. Esta semana, desde la cuenta de Twitter de su esposa apareció un mensaje que decía: “La historia que llevan meses difundiendo con claros intereses políticos NO corresponde a la realidad. Yo no fui amenazada con un arma blanca, ni me golpearon. La carroñería mediática no ha hecho sino violentar mi intimidad y el bienestar emocional de mi familia”. 

Incluso si Adelina o su cuenta están siendo utilizadas para marchitar las consecuencias de los hechos en Madrid, nada de ello desmiente lo que ya consta en documentos públicos. Por eso sería necesario que Benedetti respondiera, entre otras, estas preguntas: ¿Son esos los primeros y únicos hechos de violencia a los que ha sometido a su esposa, Adelina Guerrero? ¿Ha protagonizado episodios similares con otras parejas? ¿Ha asumido terapias o tratamientos concretos para el manejo de ira y agresiones? 

Frente a su antigua asesora, Laura Sarabia, Benedetti fue grabado gritándole: “hijueputa”, “bobita”, “tonta”, “idiota”, y en conversación con Aída Merlano se refirió a ella como “coya” y “malparida”. ¿Es esta la manera en que el nuevo asesor de Palacio se refiere a sus colegas? ¿Cómo se comporta Benedetti con las mujeres que trabajan para él? ¿Han sido sometidas a violencias basadas en género? ¿Ha existido una conversación en la que Armando Benedetti acepte que es inaceptable tratar a cualquier mujer como lo hizo con Laura Sarabia y pida disculpas? ¿Hay algún compromiso de no repetición del nuevo funcionario del Gobierno?

Las preguntas las deben contestar Benedetti y otras el presidente, como: ¿Por qué trajo a un agresor de mujeres a servir a su lado? Y si ese hecho lo tiene sin cuidado. No son Adelina ni Laura las que deben justificar este suceso inaceptable, pero predecible en un gobierno que no ha hecho más que arrastrar el pañuelo verde del feminismo por el piso. 

Señor presidente, su decisión de reivindicar a Benedetti pone en peligro a las mujeres colombianas. No solo a quienes lo rodean sino a las millones de mujeres que sufren una cotidianidad en manos de agresores y que escuchan por todos lados justificaciones de esa violencia. Ahora se legitima en pantalla grande desde el Palacio de Nariño. Necesitamos que enmiende este devastador error, o, por lo menos, que le exija a su verdugo contestar las preguntas que faltan.  

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