
Beatriz Ordóñez se levantó hoy indignada, y así lo refleja en sus décimas. No le falta razón: basta con mirar quiénes mandan en el mundo para sentir por dentro un hervor ... y mucho miedo.
Mandamases del mundo
Prepotentes y arrogantes,
nos miran desde lo alto
como si fuera un asalto
de poderosos gigantes.
Tiranos muy elegantes
en sus caballos blindados,
con guardaespaldas armados,
se pavonean libremente
como cualquier delincuente,
que llega de hacer mandados.
Este mundo está perdido
con despiadados al mando,
con su carácter nefando
y su temor escondido.
“A lo que sea me le mido,
a mí nadie me irrespeta
porque le doy en la jeta”:
su trato es hosco y es ruin,
como esponjilla Bon Brill,
mientras borran el planeta.
Del pasado hay larga lista:
está Anastasio y la moza
Dinorah, la más hermosa;
Hitler, Fulgencio Batista,
y otros más que piden pista.
Y hoy un déspota cualquiera
enarbola esa bandera;
con inclemente finura,
rellena la sepultura,
armando una balacera.
Miro a derecha e izquierda,
busco un futuro posible
que no resulte temible,
mas no encuentro gente cuerda.
Le dijo el cerdo a la cerda:
dicen que somos cochinos
pero estos locos cretinos
se revuelcan en sus egos;
si fueran buenos labriegos
compondrían nuestros destinos.
